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  • “Estos animales no solo trabajan, también salvan vidas y previenen situaciones de riesgo”: La labor de la Sección Montada y Canina de la Policía de Concordia

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 13/11/2025 12:01

    Detrás de cada operativo de búsqueda o evento masivo, hay un equipo que trabaja con precisión, paciencia y disciplina: los canes rastreadores, de ataque y los caballos de la montada. Su entrenamiento exige constancia diaria, vínculo con sus guías y una coordinación que solo se logra con años de práctica. Despertar Entrerriano dialogó con el subcomisario Roberto Szylo, jefe de la Sección Montada y Canes de la Jefatura Departamental Concordia, quien explicó cómo se forman estos animales, cuál es su función y cómo es el día a día de quienes integran esta unidad. Perros que siguen el rastro: el olfato al servicio de la búsqueda Actualmente, la Sección Canina cuenta con nueve canes en total, de los cuales siete son de ataque preventivo y dos están especializados en rastreo de personas. Cada grupo cumple un rol específico dentro del esquema operativo de la fuerza. Los perros de ataque participan en eventos de alto riesgo, patrullajes y situaciones de seguridad preventiva, mientras que los de rastro son los encargados de localizar personas desaparecidas, incluso varios días después del hecho. El entrenamiento de los canes de rastro comienza desde muy temprano. “Ya desde los 45 días de nacidos, cuando se destetan, se puede empezar a trabajar con ellos”, explicó Szylo. Cada perro tiene su guía designado, y ese vínculo es fundamental: “Primero se trabaja la socialización, hombre-animal, a través del juego. Después se incorporan ejercicios que incentivan la búsqueda, usando alimentos o juguetes específicos, como el manguito, que se vuelve su recompensa al encontrar”. Los perros aprenden a identificar y seguir el olor de personas vivas, diferenciando rastros y asociando ese olor con la satisfacción del juego o la comida. A medida que avanzan en su entrenamiento, pueden reconocer la trayectoria de una persona a partir de prendas usadas o elementos manipulados por ella. El tiempo para realizar una búsqueda exitosa depende de muchos factores, especialmente del clima. “Hasta siete días después de la desaparición puede mantenerse un buen rastro. Pero cuanto antes se inicia la búsqueda, más probabilidades hay de encontrar a la persona. La lluvia, la humedad o el viento pueden alterar el olor y dificultar el trabajo”, detalló. Los casos en los que intervienen suelen extenderse durante varios días, alternando entre distintos animales para evitar la fatiga. “Nos ha tocado trabajar jornadas completas, día tras día. En esos operativos se trabaja por turnos, para no agotar a los canes y mantener la efectividad del rastro”, contó. El entrenamiento se mantiene de forma continua, incluso fuera de los operativos. Los guías realizan ejercicios de toma de olor, reconocimiento de trayectorias y simulacros de búsqueda en distintos terrenos, replicando condiciones reales de monte, ciudad o campo. Todo se realiza dentro del piquete de entrenamiento de la sección, un espacio preparado especialmente para fortalecer la capacitación tanto de los animales como del personal. Ataque y control: obediencia en situaciones de alto riesgo Los perros de ataque, en cambio, son entrenados para intervenir en eventos masivos o disturbios. Su preparación exige un equilibrio entre fuerza, obediencia y control absoluto. “El guía trabaja con el perro desde cachorro en la obediencia, porque el animal solo actúa ante la orden directa del guía. Están entrenados para atacar únicamente cuando se da la orden y bajo una situación de agresión o peligro”, explicó Szylo. Estos canes, generalmente pastores alemanes, son seleccionados por su temperamento y capacidad de respuesta. “El pastor alemán es una de las razas más nobles y confiables para este tipo de trabajo”, destacó. Además, su operatividad tiene un tiempo limitado: los perros de ataque suelen cumplir funciones hasta los ocho o nueve años, mientras que los de rastro pueden trabajar un poco más, dependiendo de su salud y rendimiento. Cuando el animal finaliza su etapa activa, no se lo descarta: “Muchos se quedan en la sección, otros son adoptados por instituciones o familias. Son animales muy nobles y valiosos, que merecen una jubilación digna”. Entre monturas y cascos: la fuerza de la Sección Montada Junto a los canes, los ocho caballos de la sección montada cumplen un papel clave en la prevención y el control territorial. Su función principal es el patrullaje en barrios donde los móviles policiales no pueden ingresar con facilidad, además de su participación en eventos multitudinarios como partidos de fútbol, fiestas populares o la Fiesta Nacional de la Citricultura. “El trabajo del personal de montada es diario. Se entrenan constantemente para mantener la conexión entre el guía y el equino, y evitar que se vuelvan animales quietos o temerosos. Tienen su rutina de patrullaje, descanso y entrenamiento, y cada guía trabaja con su caballo de manera personalizada”, explicó el jefe de la sección. El entrenamiento de los caballos incluye ejercicios de desplazamiento, formaciones de combate y maniobras de control de masas. Para ello, cuentan con un picadero propio, dentro del predio de la Jefatura, donde se realizan prácticas diarias tanto con los animales como con el personal. Los caballos, todos machos y mestizos de gran porte, fueron adquiridos en 2014 y se mantienen en excelente estado físico. “Son animales fuertes, con buena presencia. Para el trabajo que desarrollamos necesitamos equinos de buen porte, aunque no gigantescos, porque deben combinar potencia con agilidad”, contó Szylo. Cuando cumplen su ciclo operativo, que puede extenderse hasta los 25 años, los caballos suelen permanecer en el predio o son donados a instituciones vinculadas a la equinoterapia o actividades recreativas con niños. Alimentación, cuidado y traslado El mantenimiento de los animales está completamente regulado y supervisado por un veterinario. En el caso de los canes, reciben alimento balanceado premium, mientras que los equinos siguen una dieta controlada según su peso y actividad. “Por la mañana reciben alfalfa, luego una ración de grano entre avena y maíz, y por la tarde otra dosis de alimento más el pastaje libre en el campo de descanso”, explicó el subcomisario. En cuanto a la higiene, el personal se encarga del baño, el cepillado, el corte de pelo (en el caso de las clinas de los caballos) y el herraje. Todo se realiza dentro del predio donde también se encuentran sus caniles y corrales, garantizando las condiciones necesarias de cuidado y bienestar. Para los traslados, la sección cuenta con un tráiler oficial con capacidad para dos caballos por viaje, que permite movilizar a los animales de forma segura hacia los operativos o exhibiciones. Un trabajo de vocación y vínculo El trabajo entre guía y animal es lo que sostiene el funcionamiento de toda la sección. “El contacto debe ser constante. El guía conoce las reacciones, los gestos y los límites del animal. Si no hay vínculo, no hay efectividad”, afirma Szylo. Cada jornada comienza con la atención y revisión de los animales, seguida de entrenamiento, patrullajes o actividades de servicio. Los días de descanso existen, pero siempre hay interacción: los animales no pueden pasar mucho tiempo sin movimiento ni estimulación. El resultado de ese compromiso se refleja en cada búsqueda y operativo. “Estos animales no solo trabajan, también salvan vidas, previenen situaciones de riesgo y representan la disciplina de toda la fuerza”, remarcó el jefe de la sección. Fuente: Despertar Entrerriano

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