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» Elterritorio
Fecha: 13/11/2025 09:01
Nacido en Paraguay pero criado en Posadas, este profesional que vive en Suiza desde hace más de 30 años y ya está jubilado, regresó a su tierra para llevar adelante un proyecto con el taller Integrarte y estudiantes del Dachary. El martes inauguran una muestra con los croquis realizados de edificaciones de dos barrios de la ciudad. jueves 13 de noviembre de 2025 | 6:00hs. Barboza llegó a Misiones a los 2 años cuando su familia tuvo que huir de Paraguay por Stroessner. // Foto: Jorge Acosta César Barboza (67) lleva consigo la riqueza de las culturas de las naciones que lo acogieron a lo largo de su vida. Nació en la localidad paraguaya de Coronel Bogado, pero cuando tenía apenas 2 años su familia tuvo que huir de ese país que estaba entonces bajo el régimen de facto de Alfredo Stroessner; se asentaron en Leandro N. Alem y para cuando empezó la secundaria todo el clan ya se encontraba en Posadas. Estudió arquitectura en Chaco en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) y los caminos elegidos lo llevaron hace más de 30 años hacia Ginebra, Suiza, donde vive hasta actualmente. Sin embargo, siempre vuelve a la tierra colorada a visitar a su familia o por algunos proyectos como el que lo tiene por estos días que incluye a los chicos con discapacidad del taller Integrarte de la Municipalidad capitalina y con estudiantes de arquitectura de la Universidad Gastón Dachary. “Crecí sintiéndome siempre argentino, para mí haber nacido en Paraguay era casi como una anécdota. Después lo entendí mejor cuando fui a Suiza, que en América Latina construimos la nacionalidad por tierra, a diferencia de Europa que se construye por sangre”, explicó el profesional ya jubilado que entiende que su cultura, afectos, familia se lo debe al Paraguay, su forma de ser y sentir a la Argentina y su lógica laboral a Suiza. El proyecto de inclusión “Croquis y miradas” que combina patrimonio urbano y discapacidad es el proyecto colaborativo que presentó César a Posadas. En primer lugar a Mara Famularo, responsable del taller de artes plásticas de Integrarte, que es un espacio de inclusión gratuito para que las personas con discapacidad puedan expresar sus sentimientos a través del arte. Cuenta con el apoyo de Mariela Dachary, secretaria de cultura y turismo local y también se sumaron estudiantes de arquitectura del Dachary gracias al nexo de Carlos Marcial, uno de sus profesores y a la secretaria de Extensión Académica, Irene Flecha. “Invita a detenerse, observar y croquizar el patrimonio arquitectónico popular de la ciudad. De esta forma descubriremos nuevas perspectivas del paisaje urbano. ¿Qué miradas únicas pueden aportar estas personas sobre el tejido urbano, su morfología y arquitectura? Pregunta muy pertinente para esta franja de ciudadanos, pues comprender la ciudad, sus espacios públicos y su arquitectura, es un desafío para descifrarla y luego sentirse en seguridad. El objetivo principal para ellos, es poder lograr moverse con una autonomía en la ciudad”, sostiene el proyecto. Así, los chicos de Integrarte ya tuvieron acercamientos al Cerro Pelón y el pasaje La Rivera de Villa Sarita, los dos espacios elegidos, donde pudieron dibujar algunas construcciones y además hablar con vecinos del barrio que les contaron algunas historias locales: Luz Pereyra, habitante del Cerro Pelón y Luis Sánchez, presidente de la comisión vecinal de Villa Sarita. Los chicos además aprendieron a realizar maquetas y otras técnicas. Todo ello quedará condensado en una muestra que se inaugurará el martes a las 18 en el museo Lucas Braulio Areco. En tanto, el jueves 27 está previsto un conversatorio en desde las 18 el mismo museo que contará con las exposiciones de Mara Famularo, de Integrarte; Vanessa Vargas, docente de arquitectura en la Unam y UGD; Romina Compes, psicóloga y especialista en autismo; del propio César Barboza y los referentes de ambos barrios. “Cuando presento el proyecto de la Municipalidad quería que fuera colaborativo, era importante abrir a la comunidad, encontrar a otras personas que pudieran interesarse. Hubo interés de la universidad gracias a Carlos (Marcial). Para mí fue lo mejor que pasó que él y los estudiantes se asocien y poder confrontarlo a partir de un acto artístico y que los chicos de Integrarte vean que el dibujo que ellos producen no tiene nada que envidiarle al dibujo que van a producir los estudiantes”, destacó Barboza. En esa misma línea, agregó: “Creo que la apuesta la ganamos porque están súper chochos con el trabajo, aprendieron a hacer maquetas en el taller, aprendieron dibujo y otras técnicas”. César trabajó en la fundación suiza Cap Loisirs que se ocupa de generar actividades para personas con discapacidad intelectual de todas las edades, siempre desde la arquitectura con una visión más social. Actualmente está jubilado y el proyecto que lleva adelante en Posadas es totalmente voluntario. “Estoy jubilado y tengo esa parte de mi vida solucionada y como allá estoy en dos asociaciones como voluntario me parecía importante en Argentina hacer algo desde ese punto”, expuso. ¿Cómo arrancó su carrera profesional? Siendo estudiante fui ayudante de la cátedra de Historia de la Arquitectura Argentina, que en ese momento era la mejor del país. Estaba Ramón Gutiérrez, que era la única persona que escribió la Biblia sobre la arquitectura latinoamericana, con reconocimiento en España, la figura más importante a nivel nacional. Al recibirse uno asciende a Jefe de Trabajos Prácticos. En ese momento la Universidad Católica de Encarnación buscaba profesor y yo mandé mi carta de interés y cuando leyeron Ramón Gutiérrez, la alfombra roja se abrió. Fui tres años docente ahí. Estaba interesado en ir hacia la parte de patrimonio, la parte académica. No estaba interesado en ser el profesional de arquitectura que hace casas con piscinas para la clase media dominante. Tenía otras inquietudes, me interesaba más el hábitat y trabajar con barrios más carenciados. ¿Y cuándo emprende viaje hacia tierras tan lejanas? Me postulo a Barcelona para la cátedra Gaudí para hacer una formación en paisajismo y urbanismo, pero cuando llego a Barcelona, en realidad era una formación pero sobre lo que había hecho Gaudí y no me servía para nada. Tenía un amigo en Ginebra estaba estudiando en el Instituto Universitario para el Estudio del Desarrollo, que fue creado en los años 70 en Ginebra en una época en la que a nivel internacional se hablaba de países subdesarrollados y países desarrollados. Este instituto tenía como vocación formar profesionales que pudieran trabajar después de manera interdisciplinaria en proyectos de desarrollo en países del tercer mundo. Eso permitía el ingreso de personas de cualquier profesión, ingresé y eran dos años ahí, pero después nos agregaron un tercero. ¿Cómo hizo para desenvolverse con el idioma? Estudié en la Escuela Nacional de Comercio, que ahora no existe más y en esa época si estudiabas comercio teníamos un solo idioma durante los cinco años y yo aprendí francés. Tuvimos una buena formación. Me acuerdo de la profesora que parecía que llegaba de París cada día vestida en Chanel, divina, le teníamos que decir madame. ¿Cómo sigue su formación allá? Después la Universidad de Ginebra abre la carrera de Preservación del Patrimonio pero arquitectura moderna. En esa época todavía estaba la Estación de trenes en Posadas y como no quería hacer un trabajo de memoria sobre algo de allá pedí la excepción para ver si podía hacer algo sobre Posadas. Me interesó trabajar eso como patrimonio moderno industrial. En ese momento, cuando estoy terminando, mi Alejandro, trabajaba en la fundación Cap Loisirs, es una fundación con fondos públicos y con interés de responder a necesidades sociales como si fuera el Estado. Fue creada por padres y se dedica hasta hoy a proponer actividades del tiempo libre para niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Al ser estudiante para mí era genial porque podía trabajar los fines de semana. Cuando voy a la entrevista me preguntan qué sabía yo de trabajar con personas con discapacidad y les dije que nada. Pero después me acordé de un primo con Síndrome de Down, el tema es que nunca lo vimos con esa carátula en mi familia, era un primo más. Empiezo a trabajar ahí en la fundación, justamente porque como era arquitecto me postulé para la parte cultural. Los padres crean la fundación pero no querían que sus hijos estuvieran con gente que venía del mundo terapéutico porque durante la semana ya pasaban por todo eso, querían que el fin de semana estuvieran con gente que los mirara como niños normales o un adolescente normal y que les propusieran jugar al fútbol o hacer la pintura como cualquier chico. Mi trabajo con la estación avanzaba y en ese momento aparece un concurso en la fundación de lo que se llama en la cultura francófona el animador sociocultural. Me postulo porque tenía ya un diploma de grado, más un máster terminado y otro máster que estaba haciendo y en términos de calificación de puntaje académico universitario yo tenía todas las condiciones y gano el puesto. Tenía que preparar el programa del año entero con todos mis colegas y una vez al año una gran reunión con todos los colegas que iban planeando sus ideas. En 2015, y eso es importante, Suiza firma la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas discapacitadas. En el artículo 30, es el más importante para mí, dice que todas las personas discapacitadas tienen derecho al acceso a la práctica activa y pasiva culturales, deportivas. A partir de ese momento todas las instituciones culturales se vieron obligadas a hacer proposiciones para lo que se llama público específico. Tiene una jubilación muy activa actualmente… Al jubilarme no podía quedarme sin hacer nada porque al ser profesor me doy cuenta siempre que la transmisión era como una pasión, me gustaba hacerlo. Tengo así la satisfacción que exalumnos siguen recordando en mis clases. Al coordinar muchos proyectos en la Alta Escuela de Formación Social también interviene en un módulo de un posgrado de arte e iba cada año a dar una una clase. En los últimos cinco años en paralelo también estuve en jurados para trabajos de tesis. Soy vicepresidente de una asociación que recibe adolescentes que tuvieron problemas escolares y ahí se los trata de nuevo de encaminar a través de un proyecto cultural.
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