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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/11/2025 16:53
Nueva poderosa llamarada solar Ayer, en cuestión de minutos, la superficie del Sol se agitó con una violencia descomunal: una llamarada solar arrojó una oleada de radiación que viajó a 7 millones de kilómetros por hora en dirección a nuestro planeta. Fue la erupción más fuerte de 2025 y la más intensa desde octubre del año pasado. Su impacto inmediato se sintió en África y Europa, donde se registraron apagones de radio e interrupciones en las comunicaciones de alta frecuencia. La escena que describen los astrónomos es la de un Sol desbordante de energía, en pleno ascenso hacia el máximo de su ciclo de 11 años. El Sol liberó una llamarada de clase X5.1 la más intensa de 2025 y la más poderosa desde octubre del año pasado según los expertos ( dgcs.unam) “La Tierra está en la línea de fuego”, advirtieron los expertos del Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA, al confirmar que la eyección de masa coronal —una inmensa burbuja de plasma magnetizado— se dirige directamente hacia nosotros. Las previsiones indican que el impacto podría producirse hacia el mediodía o tarde del 12 de noviembre, generando tormentas geomagnéticas severas (G4) y auroras visibles a miles de kilómetros del Círculo Polar. El Sol en su momento más impredecible La erupción solar afectó las comunicaciones de radio en África y Europa provocando apagones de nivel R3 en amplias zonas del planeta (NASA/SDO Y LOS EQUIPOS AIA, EVE Y HMI) La llamarada de clase X5.1 fue el clímax de una cadena de erupciones consecutivas que la región AR4274 liberó durante tres días. Entre el 9 y el 10 de noviembre, el Sol ya había emitido dos estallidos de magnitud 1.7 y 1.2 respectivamente, acompañados por eyecciones de masa coronal que ahora se desplazan por el espacio interplanetario. Si esas nubes de plasma se combinan con la tercera, el golpe sobre la magnetosfera terrestre podría ser excepcional. Las erupciones solares se clasifican según la intensidad de los rayos X que emiten: A, B, C, M y X, en una escala logarítmica donde cada letra representa una potencia diez veces mayor que la anterior. Una llamarada de clase X, como la del 11 de noviembre, es la más enérgica de todas. El número que la acompaña indica la intensidad dentro de esa categoría. Con una magnitud de 5.1, la explosión se ubica en el extremo superior de la escala. La eyección de masa coronal viaja hacia la Tierra a siete millones de kilómetros por hora y podría generar tormentas geomagnéticas G4 ( NASA) Durante los segundos más intensos del evento, el Sol liberó una avalancha de radiación ultravioleta y rayos X que ionizó las capas altas de la atmósfera terrestre. Esa ionización repentina interfirió con las ondas de radio de alta frecuencia, usadas por aviones y embarcaciones, provocando una degradación masiva de las comunicaciones. El físico solar Keith Strong lo resumió con una frase que recorrió las redes sociales: “Estamos viendo un Sol más activo, más impredecible y más explosivo que en años anteriores”. Los investigadores señalan que este comportamiento forma parte del Ciclo Solar 25, un período que comenzó en 2019 y alcanzará su punto máximo entre fines de 2024 y 2025. Luces en el cielo y riesgos en la Tierra Las auroras boreales se vieron tan al sur como México un fenómeno inusual para esas latitudes medias (@Aleduenas, @HelisutCordova, X) Cuando el plasma solar alcanza el campo magnético de la Tierra, lo distorsiona y excita las partículas que lo componen. Ese choque cósmico, aunque invisible a simple vista, se traduce en los cielos del planeta en uno de los espectáculos naturales más hermosos: las auroras boreales y australes. Según los pronósticos de la NOAA, los efectos de las últimas erupciones podrían ser visibles tan al sur como Alabama o el norte de California, algo poco frecuente. Las auroras son producto de la interacción entre las partículas solares cargadas y los átomos de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera. Cuando esos átomos se excitan y luego regresan a su estado normal, emiten luz. Los tonos verdosos, rosados y violetas que tiñen el cielo nocturno son, en realidad, la firma visual de un encuentro violento entre el Sol y la Tierra. Los científicos estiman que el Sol atraviesa el punto más activo de su ciclo de once años con tormentas cada vez más frecuentes (NASA) El ciclo actual del Sol está en su fase más activa. Cada once años, su campo magnético se invierte, y ese proceso de reorganización genera un caos magnético que se traduce en tormentas más frecuentes e intensas. Los expertos esperan que esta etapa de alta energía se mantenga hasta finales de 2025, aunque el momento exacto del pico máximo solo podrá determinarse meses después. Los observadores del cielo ya están reportando auroras en lugares inesperados. En el último año, se vieron luces danzantes en regiones tan alejadas del Ártico como Alemania, el Reino Unido, Nueva Inglaterra y Nueva York. Las imágenes se multiplican en redes sociales y en foros de astronomía, donde los entusiastas comparten consejos para fotografiar estos fenómenos. Las recomendaciones son simples pero cruciales: alejarse de las ciudades, buscar un horizonte despejado y dejar que la cámara del teléfono capte lo que el ojo a veces no percibe. “Tomar una fotografía con la cámara de un teléfono inteligente también puede revelar indicios de la aurora boreal que no son visibles a simple vista”, señala la NOAA. La tormenta geomagnética se produce cuando hay un cambio de energía en el viento solar hacia el entorno espacial de la Tierra. Afecta a las redes comunicación de los satélites. (NASA via AP). La amenaza invisible del clima espacial El deslumbrante espectáculo de las auroras tiene un reverso peligroso. Cuando las partículas del viento solar impactan el campo magnético terrestre con suficiente fuerza, pueden alterar temporalmente la red eléctrica y los sistemas de comunicación. Esas tormentas geomagnéticas son capaces de interferir con los satélites, los GPS y las comunicaciones del control aéreo. El registro histórico de tormentas solares incluye eventos de enorme magnitud. En 1859, el llamado Evento Carrington generó auroras tan brillantes que se vieron en Cuba y Hawái, e incendió líneas telegráficas en distintas partes del mundo. En 1972, otra tormenta provocó la detonación accidental de minas magnéticas frente a la costa de Vietnam. Aunque la tecnología actual es mucho más robusta, el riesgo persiste. En una sociedad cada vez más dependiente de los satélites y las redes eléctricas, una tormenta extrema podría provocar apagones regionales, interrumpir servicios de posicionamiento y afectar las comunicaciones globales. Por eso, la NOAA y la NASA mantienen un monitoreo constante del Sol a través de observatorios espaciales como el Solar Dynamics Observatory (SDO) y el Solar and Heliospheric Observatory. Los expertos insisten en que predecir una tormenta solar con meses de anticipación es imposible. Solo cuando una eyección de masa coronal sale del Sol y se dirige hacia la Tierra, se emiten alertas que permiten a las compañías eléctricas, aerolíneas y operadores satelitales preparar protocolos de protección. Las partículas solares interactúan con la atmósfera terrestre produciendo luces verdes rosas y violetas visibles durante las auroras - (Imagen Ilustrativa Infobae) Un ciclo que marca una nueva era solar La actividad solar actual demuestra que el Sol atraviesa uno de los períodos más intensos de las últimas dos décadas. Cada llamarada, cada eyección de plasma, cada apagón de radio o aurora fuera de lugar son recordatorios de que vivimos bajo el dominio de una estrella cambiante. Los científicos esperan que el resto de 2025 continúe bajo este patrón de alta energía, con nuevas erupciones y tormentas potenciales. Los estudios de la NASA indican que, aunque el Sol parece impredecible, su comportamiento responde a ciclos regulares que ayudan a comprender la evolución magnética de nuestra estrella. En las próximas horas, la atención de los observatorios espaciales seguirá puesta en la nube de plasma que viaja rumbo a la Tierra. Si el impacto es tan intenso como se prevé, las auroras podrían iluminar los cielos del hemisferio norte durante varios días, mientras las redes eléctricas y los satélites se preparan para resistir la tormenta. Las auroras que iluminan el cielo también advierten sobre la fuerza del Sol un recordatorio del poder de la estrella que nos da vida (AP Foto/Ted S. Warren) Para los astrónomos, este tipo de eventos no solo representan un desafío técnico, sino una oportunidad única para estudiar la dinámica solar en tiempo real.
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