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  • La actriz Daniella Mastricchio fue mamá tras recibir un diagnóstico de trombofilia: “Gracias por tanto amor”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 12/11/2025 14:49

    Una de las imágenes compartidas por Daniella Mastricchio, junto con Matías Fabiani, tras el nacimiento de su cuarta hija (Facebook) La llegada de Clarita, la hija recién nacida de la actriz Daniella Mastricchio, marcó un renacer de esperanza luego de años teñidos de dolor y cautela. La noticia apareció en redes sociales apenas unas horas después del parto, mostrando el primer abrazo entre madre e hija, ese instante suspendido donde la vida se abre paso después de la adversidad. En la imagen, también se asoma la figura de Matías Fabiani, padre de la pequeña, acompañando en esa foto inaugural de una nueva etapa. “¡Estamos muy bien! ¡Gracias por tanto amor! Clarita. 11/11 a las 19:56 horas. 2.950 KG”, publicó la intérprete, al sintetizar en palabras simples la emoción contenida tras meses de embarazo vigilante. La fecha, la hora, el peso: cada dato convierte el nacimiento en un ancla frente a la incertidumbre de los últimos años. ¿Por qué resuena tanto este nacimiento? Resulta imposible entenderlo sin mirar hacia atrás. La recordada Sol de Chiquititas no dudó en compartir la raíz profunda de ese silencio prudente que sostenía desde que supo que estaba esperando un cuarto hijo. Su decisión de esperar para hacerlo público se apoyó en las cicatrices recientes: tres pérdidas gestacionales y un diagnóstico de trombofilia que ponía en jaque la posibilidad de sumarle vida a la familia. La emoción a flor de piel de Daniella Mastricchio (Facebook) No fue hasta el cuarto mes de gestación que Mastricchio se animó a contarle al mundo, ante 168.000 seguidores, que la esperanza volvía a golpear la puerta. En sus propias palabras, contenidas y temblorosas, relató: “Trataré de escribir sin llorar. Dios nos bendice hoy con nuestro bebé arcoiris”. Ese término, bebé arcoiris, dice más de lo que cualquiera pueda explicar: habla de la vida tras la tormenta, el hijo que viene después del duelo y le devuelve a la familia el derecho a soñar. ¿Puede una llegada así borrar lo vivido? La actriz, de 37 años, es madre de Valentín, Sol y Bautista, tres nombres que también cargan historias de espera, de ausencias, acaso de más silencios. Ella misma lo escribió: “Para otra publicación quedará contarles el recorrido de estos dos años con tres pérdidas y el pedacito de corazón que cada una se lleva”. La transparencia y el dolor se entrelazan ahí, generando un puente con sus seguidores, muchos de los cuales transitaron el mismo sendero de silencios y esperanza. La gestación de Clarita ocurrió bajo el peso de la memoria, la precaución y los consejos médicos tras el diagnóstico de trombofilia. Cada control, cada síntoma, cada sensación de vulnerabilidad fue compartida de a poco, como si cada palabra diera permiso para creer que, esta vez, el desenlace sería distinto. “Esperamos un tiempo prudencial para contarlo y sentirnos un poquito más seguros. Soñamos este momento desde lo más profundo de nuestro corazón y lo estamos viviendo”, reveló la actriz al abrirse al público con una franqueza poco habitual en figuras del espectáculo. Daniella Mastricchio en momentos en que interpretaba a Sol en Chiquititas Entre los comentarios de la publicación del nacimiento, los seguidores no dudaron en tejer una red de cercanía en la virtualidad, haciendo del momento de felicidad un hecho compartido: “Mis felicitaciones y bendiciones para vos, tu marido y hermanos”, relató una de sus seguidoras, además de “felicitaciones, ¡que emoción que salió todo bien! Dios los bendiga". ¿No es este el verdadero sentido de las historias públicas? Daniella se muestra agradecida, con la energía positiva, los deseos puestos en palabras. La llegada de Clarita, después de tanto, se vuelve testimonio de una mujer que, después de las pérdidas, se animó a celebrar su embarazo. Que, a pesar del miedo, eligió gritar la vida. Nadie podrá borrar las cicatrices. Pero, como ella escribió, hay pedacitos de corazón que se llevan los hijos no nacidos, y otros que vuelven cada vez que un abrazo une por primera vez a madre e hija bajo las luces frías de una sala de parto.

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