Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El caso Gusmán y un juicio emocional a dos policías: de “lo mataron por la espalda” a “volver a vivir en paz”

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 11/11/2025 19:33

    En los alegatos de apertura del juicio contra dos policías por el homicidio de Gabriel Gusmán, quedó planteada una la línea bastante delgada que separa el asesinato por la espalda que sostiene la acusación, del disparo letal pero legítimo que esgrimen las defensas. Las 12 personas que integran el jurado popular deberán decidir si, aquel 25 de septiembre de 2018 en el barrio Capibá de Paraná, los policías de la División 911 Rodrigo Molina y Diego Íbalo cometieron un homicidio que los puede llevar a prisión perpetua, o si actuaron de acuerdo a lo que les ordena la Ley, y continúan libres. Aunque “la verdad es una sola”, como dijo el defensor Daniel Rosatelli, y le “sobren los motivos” para acusar según sostuvo el querellante Rubén Pagliotto, pareciera que este caso se definirá no solo por informes forenses, trayectorias de disparos, múltiples testimonios y normativas policiales. Las emociones por el contexto y las consecuencias del hecho tendrán su peso propio. Esto se nota cuando las partes sostienen cosas que no dirían ante un tribunal técnico en un juicio a la vieja usanza, donde se solía ir más a los bifes que a las tripas. Algunas de estas cuestiones fueron puestas sobre la mesa en el arranque de un debate que culminará el lunes 18 de noviembre. Es el primero donde no está la Fiscalía, que resolvió archivar la causa por coincidir con la defensa, y solo acusa la querella, en representación de la familia de Gabriel Gusmán. El reclamo de la familia tardó ocho años para llegar al juicio. Los abogados querellantes son José Iparraguirre, quien estuvo en la causa desde el inicio, y Rubén Pagliotto, quien se incorporó para el juicio, así como también se encuentra fuera del cuadrilátero del debate, pero a pocos metros, la abogada Lucía Tejera. A Rodrigo Molina, acusado de ser el autor del disparo mortal, lo defienden Rosatelli y Miguel Cullen; quien lo acompañaba en el procedimiento policial a cargo del móvil 1012, Diego Íbalo, es defendido también por Rosatelli, junto a Patricio Cozzi. Asimismo, estos letrados cuentan con un asesor técnico licenciado en Criminalística. Alejandro Grippo es el juez técnico del debate. “Actuaron sobre seguro” “No estamos juzgando a la institución de la Policía de Entre Ríos, sino a dos funcionarios policiales, sino la actitud de los dos funcionarios policiales aquella trágica jornada, que no fueron legales ni transparentes”, sostuvo Pagliotto en el arranque de su alegato de apertura frente al jurado. Sobe el disparo que le quitó la vida a Gabriel Gusmán, aseguró: “Ese tiro no fue tirado ni al piso ni al cielo, cuando es disuasivo. Fue a la zona segura, que se resignifica ante dos funcionarios policiales que cuentan con conocimientos sobre cómo actuar, qué hacer y qué no hacer”, al tiempo que se refirió a la “Doctrina Chocobar” en el mismo sentido. Rubén Pagliotto (izq.) y José Iparraguirre, querellantes. “Ha quedado absolutamente acreditado por el jefe del Cuerpo Médico Forense, Luis Moyano, sobre cómo fue la mecánica del disparo a la cabeza de Gabriel Gusmán: ingresó de atrás hacia adelante, entra en la nuca y sale arriba de la ceja derecha, levemente inclinado de arriba hacia abajo. Explota la masa craneana”, describió el querellante, y agregó: “Gusmán estaba perpendicular al piso y luego viene el desplome, no hubo el efecto ‘caer de geta’. Las dos rodillas tenían improntas. El punto crítico es que Gusmán ya había parado su huida. Íbalo y Molina actuaron sobre seguro, no corrieron en ningún momento peligro sus vidas. Estaba parado, de espaldas”. Por otro lado, Pagliotto cuestionó las pericias y habló de “falta de transparencia”: “Nos quieren hacer creer que la Policía no tiene medios para tomar una muestra de dermostest. Qué casualidad que el arma que dispara el tiro letal es el de Molina, y la pericia dio que ese cañón no tenía deflagración de pólvora. La pericia sobre la ropa policial demostró que no había pólvora. Pero la de Gusmán sí tenía, que no lo negamos”. Además, se refirió al contexto en el cual intervino la Policía en el barrio Capibá: “El enfrentamiento no era de Gusmán con la Policía sino problemas intrabarriales, entre jóvenes del barrio (…) Vamos a jugar un juego limpio: no vamos ni a juzgar a la Policía de Entre Ríos ni a defender un santo. Gabriel no era un chorro: era un pibe que quizás la inmadurez, en una zona caliente, lo hacía ser una persona violenta, rebelde”, admitió el querellante, pero luego aclaró: “La Policía no tiene ningún derecho de quitarle la vida a nadie”. Entonces, planteó que “hay dos posibilidades” en este caso: “O Íbalo y Molina repelieron un ataque de Gusmán, o la muerte fue innecesariamente desproporcionada y por la espalda”. Por esto, consideró que “Gabriel tenía un revólver con un tambor para seis balas, había seis proyectiles: tres usadas y tres sin uso”. Finalmente, el abogado que integra la querella afirmó: “Hay un abatimiento material de Gabriel Gusmán, y hay cantidad de abatidos del alma: la mamá, el papá, los hermanos, los amigos”. “No existió una ejecución” El abogado que defiende a los dos policías comenzó el alegato planteando de entrada que este el resultado de este juicio tiene una significancia que trasciende la suerte de Íbalo y molina: “No solamente velamos por la necesidad de los imputados, también reivindicamos la noble y loable tarea que hacen diariamente los policías”, dijo Rosatelli. “No fue un crimen, fue una tragedia”, tituló y repitió varias veces sobre lo que afirma que sucedió aquel mediodía: “Esos dos policías no cometieron ningún crimen”. Diego Íbalo (izq.) y Rodrigo Molina, los policías acusados. En este sentido, le narró al jurado: “Esa tarde no llegaron al barrio Capibá porque quisieron. Hubo al menos tres llamados de teléfono de vecinas por el conflicto entre dos bandas del barrio. Van a poder oír esos llamados. Comisionan al móvil 1012 con Mólina e Íbalo, que ese día estaban a cargo de esa zona de la ciudad. Van de manera urgente. Los policías van por avenida Zanni, ingresan al barrio y en la plaza Néstor Kirchner son recibidos a balazos. En esa circunstancia se produce el desenlace fatal”. “Había una agresión ilegal sobre estos policías y también sobre vecinos y niños del barrio, porque fue a las 12.45 del mediodía. Le dieron la voz de alto a Gusmán, para que desista de su actitud y siguió disparando”, describió el defensor. “Están los audios de la radio policial pidiendo apoyo porque estaba recibiendo disparos de arma de fuego. No existió una ejecución ni desprecio por la vida de Gusmán. Fueron a cumplir con su deber. Podrían no haber ido o llegar más tarde”, planteó Rosatelli. Con énfasis y ademanes desde el atril, el defensor aseguró: “La verdad no se puede disfrazar. Es una sola”. Y fundamentó: “Gabriel Gusmán estaba con un revólver calibre 38, un arma de guerra con más poder de fuego que las de los mismos policías. Es cierto que había tres balas disparadas, pero tenía en su bolsillo seis balas más sin percutir”. En cuanto al dolor de la familia de la víctima, Rosatelli dijo: “Me veo en la obligación de decir que el dolor por sí solo no convierte una tragedia en un crimen. No convierte a estos dos hombres en asesinos”. Replicó lo manifestado por Pagliotto sobre las pericias de pólvora explicando que la Policía utiliza un método diferente al de Gendarmería. Por otro lado, preguntó: “¿Por qué no está la Fiscalía acá? El doctor (Gonzalo) Badano (fiscal que tuvo al inicio la causa) llevó adelante una investigación con otros fiscales de más de 18 meses, más de 75 entrevistas, más de 20 intervenciones de personal de Gendarmería. Pero concluyeron que esos dos policías actuaron no solo en cumplimiento del deber, sino en legítima defensa. Fue un archivo con fundamentos”. Por último, Rosatelli, concluyó: “La única forma de hacer justicia es con un veredicto de no culpabilidad. Esto nos va a permitir dos cosas: por un lado, dignificar la tarea de todos aquellos funcionarios que a diario entregan la vida para cuidar la de nosotros. Y por otro lado, y esto es lo más importante, vamos a permitir a esos barrios que son rehenes de balaceras, de conflictos, de disparos de armas de fuego, de tensiones, poder volver a vivir en paz. Tenemos que reafirmar qué tipo de sociedad y de policía queremos”. Luego, Cullen habló brevemente para agregar a lo dicho por su colega y cuestionar a la querella: “No nos dejemos engañar. No escuchemos los cantos de sirena. (Los policías cumplieron con su deber que se lo enseñan en una institución que es un ejemplo en el país. No tenemos una maldita policía, tenemos funcionarios que actúan a riesgo de su propia vida”. “Hizo nada y le piden perpetua” Finalmente, Cozzi apuntó directamente contra la acusación que pesa sobre Íbalo: “Se olvidaron de acusar a Íbalo. Se lo acusa de no haber hecho nada. Entones se le pide una acusación que implica la prisión perpetua”, sostuvo con relativa ironía. Aclaró que sabe que se trata de un “un hecho trágico: la muerte de un pibe de 22 años”. Y volvió sobre el punto: “En esos segundos ¿qué tendría que haber hecho Íbalo? No lo pueden decir (los querellantes). Pero si hubieran hecho algo probablemente hubiese hecho lo mismo que su compañero”. “Ni yo sé de qué tengo que defenderlo. Diego hizo nada y se le pide prisión perpetua”, insistió el defensor. Por este planteo de Cozzi, se realizó un cuarto intermedio y luego el querellante Iparraguirre le aclaró al jurado que a Íbalo le imputan el mismo delito que a Molina, pero en carácter de “comisión por omisión”. Testigos En la primera jornada del juicio, declararon ocho testigos: La madre y hermana de la víctima, Alejandra López y Maira Gusmán, Andrea Romero, Rocío Barzola, Javier Leyes, Melania Mamanni, Yésica René y Daniel Zuazo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por