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  • La historia secreta de Santilli: claves y revelaciones en el anticipo exclusivo de la tapa de NOTICIAS

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 09/11/2025 15:52

    El 22 de octubre de 2023 fue un día negro para el PRO, quizá el peor desde su origen dos décadas antes: ese día el partido amarillo terminó tercero en las elecciones generales, muy lejos del primer puesto que muchos de sus dirigentes daban por descontado poco tiempo atrás. La catástrofe quedó estampada en los rostros de Patricia Bullrich, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal en el búnker de Parque Norte. En ese mismo escenario se advertía también el gesto serio del economista José Luis Espert, a quien Diego Santilli había acercado al espacio. “El Colo”, sin embargo, no permitió que la dura derrota le bajara el ánimo. Al día siguiente del fiasco electoral pasó conectado al teléfono y llamó a cuantos contactos pudo para intentar conseguir el número de algún integrante de la cúpula de La Libertad Avanza. Santilli se encontraba con un problema: a diferencia de lo que le ocurre a este viejo lobo de mar con el 99 por ciento de la política, nunca había cruzado palabra con ninguno de los libertarios. Desde River, el club que su padre presidió en los ’80, le dieron un número que supuestamente era de Guillermo Francos. “Guillermo, soy Diego Santilli. Quiero decirte que estoy a disposición de ustedes para lo que necesiten”. La respuesta lo sorprendió. “¿Qué haces, viejo? Me parece que tenés mal el número. No soy Guillermo Francos”, le dijo un ciudadano anónimo. En ese instante comenzó a tejerse una historia que se estiró hasta que Santilli, tras un narcoescándalo y una serie de imprevistos, terminó siendo el candidato libertario por Buenos Aires y luego ministro del Interior. Hasta que Karina Milei —su actual patrocinadora dentro del Gobierno— lo impulsó para reemplazar a Espert y después a Francos, “el Colo” acumulaba, puertas adentro del PRO, anécdotas de todo tipo con el mismo hilo conductor: intentos de acercamiento a La Libertad Avanza que repetidamente quedaban en falso. Algunos observadores, con sorna, lo describen casi en términos de ridículo: decenas de mensajes privados a Javier Milei sin respuesta y una negociación agria con “la hermanísima” a principios de año. En ese episodio Santilli habría empezado pidiendo la cabeza de lista bonaerense —“yo me paso del PRO, pero tengo que ser cabeza de lista”— y, ante las reiteradas negativas de la secretaria general —“vos pasate y después vemos”— habría culminado cediendo —“yo me paso, después decime donde puedo ir”. Quizá sean habladurías de quienes quedaron dolidos dentro del partido amarillo —una lista que incluye al propio Macri—, pero lo real es que escenas como esa circularon como pólvora por los pasillos del poder. Santilli, en cambio, convirtió esa súbita y temprana inclinación hacia lo libertario en una fortaleza. Tejiendo en silencio, con paciencia y fuera del radar, consolidó un vínculo con la persona que hoy tiene más poder dentro del Gobierno. Y terminó demostrando a quienes difundían esas historias que, al final, él sería quien se reiría último. Ministro. Santilli ahora deberá acostumbrarse a la dinámica de un Gobierno muy particular. Al día siguiente de que Milei le propusiera, sin aviso previo, sumarse al gabinete recibió la primera señal de en qué terreno había entrado: el lunes 2 el libertario le pidió algo que no es habitual entre presidentes y ministros: que lo acompañara a rezar. Esa tarde en la Casa Rosada se sucedieron hechos inéditos para la historia argentina. Por primera vez, un grupo de pastores evangélicos fue invitado a orar en la sede del Poder Ejecutivo, un capítulo más del avance de ese espacio religioso durante el gobierno de Milei, tema sobre el que esta revista ya ha escrito. Lo otro llamativo fue lo que contó el mandatario tras la plegaria: según reveló el diario La Nación, el economista aseguró que había tenido un aviso del “Uno”, como llama a Dios, de que triunfaría en las elecciones legislativas; interpretó ese resultado como una “intervención divina” y una “sorpresa sobrenatural”. Milei dijo que, antes de los comicios, había compartido un encuentro espiritual con un pastor y con Santilli. “El religioso nos bendijo, oró y se fue”, contó. ¿Qué habrá pensado “el Colo” al escuchar eso, o al ser partícipe de aquella bendición privada? Santilli siempre fue un devoto cristiano y, en varias entrevistas, llegó a referir al triunfo como una “decisión del de arriba”. Por ese camino, estrechará aún más la relación. No obstante, el otrora vicejefe de Rodríguez Larreta enfrentará desafíos mayores en su nuevo cargo. El primero será evitar el destino que sufrió quien en su momento comandó ese ministerio, Guillermo Francos. El ex jefe de Gabinete padeció, durante su gestión, una interna feroz y constantes operaciones, y además su palabra no siempre tuvo el peso que exigía su cargo. Más de una vez se comprometió con un gobernador a tal o cual medida que luego no era validada por el Presidente o por su hermana. ¿Tendrá “el Colo” mayor capacidad de acción al frente de la cartera o sufrirá la misma prolongada agonía de poder que padeció Francos? Galería de imágenes En esta Nota

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