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» Diario Cordoba
Fecha: 08/11/2025 21:42
Es uno de los animales más inteligentes del planeta (algunos estudios lo sitúan solo por detrás del ser humano) y el cetáceo más abundante en el Atlántico Nordeste, pero se está viendo afectado por una crisis silenciosa. La longevidad de las hembras de delfín común (Delphinus delphis) ha disminuido drásticamente en el Golfo de Vizcaya en poco más de dos décadas, pasando de 24 a 17 años. Un hecho que, a su vez, ha provocado una reducción del 2,4% en la tasa de crecimiento poblacional en esa zona. Un estudio publicado en la revista ‘Conservation Letters’ y dirigido por Etienne Rouby de la Universidad de Colorado en Boulder, ha constatado el alarmante deterioro demográfico de los delfines, hasta ahora desconocido por las carencias de los métodos tradicionales de monitorización. Delfines saltando en el mar / Pxhere Tradicionalmente, la salud de las poblaciones de cetáceos se evaluaba mediante estimaciones de abundancia, realizando conteos de individuos desde barcos o aviones. No obstante, para especies altamente móviles como el delfín común, estos métodos presentan limitaciones estadísticas y a menudo detectan los declives cuando ya es demasiado tarde para una intervención eficaz. Menos eventos reproductivos Frente a esta problemática, el equipo de investigación adoptó un enfoque innovador. "Queríamos captar los cambios en las tasas de supervivencia y fertilidad de la población. Estos son indicadores más sensibles de la salud de la población y nos permiten identificar los problemas antes de que se vuelvan irreversibles", explica Rouby. La estrategia consistió en analizar los datos de edad al morir de 759 delfines comunes varados entre 1997 y 2019 en las costas del Golfo de Vizcaya, situado entre España y Francia, aplicando por primera vez en este tipo de estudios demográficos un marco de muestreo aleatorio estratificado para minimizar sesgos de selección. Ejemplar de delfín común / Pinterest Mediante el análisis de los dientes de los ejemplares varados, los científicos determinaron la edad de muerte de cada individuo. Los resultados son contundentes: la esperanza de vida de las hembras se ha reducido un 29% en siete años. Esta pérdida de longevidad se traduce, en promedio, en dos o tres eventos reproductivos menos por hembra, un golpe severo a su éxito reproductivo. 6.900 muertes en un invierno La principal amenaza identificada para estos delfines es la captura accidental en artes de pesca. El Golfo de Vizcaya es una de las zonas de pesca más importantes de Europa, y aunque los delfines no son el objetivo, miles mueren anualmente al quedar atrapados en las redes. Solo en el invierno de 2021, se estima que 6.900 delfines comunes murieron por esta causa, una cifra abrumadora para una población invernal estimada en alrededor de 182.600 individuos. A pesar de esta presión mortal constante, los censos de abundancia no habían logrado detectar una disminución poblacional, lo que subraya la insensibilidad de estos métodos para captar señales demográficas tempranas. Solo en el invierno de 2021, se estima que 6.900 delfines comunes murieron por la pesca accidental Los investigadores estimaron que la tasa de crecimiento de la especie ha disminuido un 2,4% entre 1997 y 2019. "En condiciones ideales, una población sana de delfines comunes crece aproximadamente a un 4 % anual. Esto significa que si la población prosperaba en 1997, en 2019 solo crecía a un 1,6 % anual", explica Rouby. Un problema enmascarado El investigador añade una advertencia aún más sombría: "Es probable que las cifras sean inferiores en realidad. Si la tendencia continúa, la tasa de crecimiento podría caer por debajo de cero, un umbral que indicaría un declive poblacional". La discrepancia entre el declive demográfico documentado y la estabilidad en los conteos de abundancia sugiere un fenómeno preocupante: el Golfo de Vizcaya probablemente actúa como un sumidero demográfico que es repoblado constantemente por inmigración de delfines de aguas adyacentes. Los delfines cumplen una importante función ecológica / Pixabay Esto significa que, aunque localmente la población ya se está resintiendo, la llegada de nuevos individuos enmascara el problema en las evaluaciones de abundancia a gran escala. No obstante, las estimaciones demográficas del estudio reflejan la dinámica local en la bahía, donde la presión por captura accidental es especialmente intensa. Riesgo de declive y extinción La Unión Europea, bajo su Directiva Marco sobre la Estrategia Marina, exige a los estados miembros mantener un buen estado ambiental de sus ecosistemas marinos, pero carece de indicadores operativos de viabilidad poblacional para cetáceos. Este estudio viene a llenar ese vacío metodológico y de gestión. "Existe una necesidad urgente de gestionar mejor la población. De lo contrario, existe el riesgo de declive y, en última instancia, de extinción", señala Rouby. Como medida de emergencia, el gobierno francés ha acordado el cierre del Golfo de Vizcaya a la pesca durante un mes cada invierno entre 2024 y 2026. Si bien esta acción es "un paso en la dirección correcta", Rouby sugiere que se podría optimizar. "Dependiendo de las condiciones del océano, los delfines pueden llegar a la bahía antes o después del período establecido en enero, por lo que programar las restricciones de pesca para que coincidan con las visitas de los delfines protegería mejor a los animales", expone. Peligro de colapso del sistema Los hallazgos demográficos del estudio indican que, si bien las medidas a corto plazo son necesarias, se requieren también estrategias a largo plazo para revertir la situación y conseguir que el Golfo de Vizcaya pase de ser un sumidero demográfico a un ecosistema saludable. Las implicaciones de este declive trascienden a la propia especie. Los delfines comunes son ‘depredadores tope’ en su ecosistema, desempeñando un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio de las redes tróficas marinas. Su desaparición podría desencadenar efectos en cascada, como un crecimiento descontrolado de las poblaciones de los peces que consumen, lo que a su vez colapsar el sistema por una sobrexplotación del plancton y la vegetación marina. La lentitud con la que se recuperan los mamíferos marinos de larga vida, como los delfines, combinada con la demora en la detección de sus declives mediante métodos tradicionales, crea una tormenta perfecta para la conservación. Evaluar la viabilidad de una población basándose únicamente en las tendencias de abundancia, advierten estos expertos, conlleva el riesgo de ser simplemente "testigos de la extinción".
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