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  • Batalla de Suipacha: primeros laureles de victoria de las armas patriotas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/11/2025 08:43

    Batalla de Suipacha Se cumplen 215 años de la primera batalla de las armas revolucionarias de Mayo. Un 7 de noviembre de 1810 se libró este importante encuentro que bautizó con la victoria al movimiento que a partir del 25 de mayo, estaba dando sus primeros pasos. Esta “Expedición de Auxilio a las Provincias Interiores” estaba cargada de instrucciones, objetivos políticos y militares, intenciones y acuerdos que buscaban consolidar las fronteras del ex Virreinato del Río de la Plata; sofocar el movimiento contrarrevolucionario iniciado en Córdoba; hacer reconocer la autoridad de la Junta de Buenos Aires; incrementar efectivos y voluntarios a la causa independentista, además de expandir esta llama por otros pueblos de Sudamérica… Pero… ¿Dónde queda el campo de batalla de Suipacha actualmente...? Suipacha es un pequeño poblado del sur de la República de Bolivia, perteneciente al municipio de Tupiza, provincia de Sud Chichas, en el Departamento de Potosí. Se encuentra a 25 km de la ciudad de Tupiza, la capital provincial. Suipacha también está a casi 380 km al norte de San Salvador de Jujuy, que nos interesa para entender el relato. O sea, los soldados que venían marchando (a caballo, en carretas o a pie) desde Buenos Aires hasta Suipacha habían recorrido unos 1780 km. Cabe aclarar que no todos eran porteños, sino que casi la mitad de las tropas patriotas eran jujeñas, salteñas (que antiguamente pertenecían todas, a la Provincia de Salta de Tucumán) y tarijeñas (Tarija se encuentra a unos 210 km al este de Tupiza). Todos estos lugares integraban el Alto Perú y al actual Perú, -se lo conocía en los mapas como Bajo Perú-. Iniciado el levantamiento revolucionario, los españoles se apuraron a fijar tropas en el Alto Perú para retardar el avance patriota hacia Lima. Este despliegue estratégico surtió efecto. Nunca los independentistas lograron avanzar más allá del centro del Alto Perú y en 1814 el general José de San Martín empezó a pergeñar su Plan Continental, eludiendo los caminos terrestres de la actual Bolivia y maniobrar hacia Lima, por el océano Pacífico, desde Chile. Fusilamiento de los jefes españoles luego de la victoria de Suipacha También es justo reconocer que, de todas las incursiones españolas desde el Alto Perú, ninguna llegó más al sur de Tucumán. Y esto se debió al invalorable accionar militar de hombres y mujeres de las provincias del norte, que entregaron todo a la causa emancipadora. Ambos bandos sufrieron una sobreextensión de sus líneas de comunicaciones, incapaces de mantenerlas en un terreno montañoso, árido y de calor agobiante, con puna, con poblaciones muy distantes en las primeras décadas del siglo XIX. Estas primeras organizaciones militares de la 1ra Junta de Gobierno, tenían un ensamble de revolución francesa y de corte jacobino. Incorporaron una especie de comisario político y un general que mandaba las tropas y planificaba la batalla. Habían partido de Buenos Aires el 9 de julio de 1810 con 1150 soldados voluntarios y para fines de agosto ya daban cuenta del levantamiento realista en Cabeza de Tigre (Marcos Juárez, Córdoba). Lamentablemente, el ex virrey Liniers, el gobernador cordobés Gutiérrez de la Concha y otros militares, fueron fusilados por orden de la Junta de Mayo. Se continuó hacia el Alto Perú. La expedición auxiliar cambió de comando; haciéndose cargo el coronel González Balcarce en el mando militar y el doctor Castelli en el plano político. La deserción había mermado considerablemente los efectivos patriotas a unos 800 hombres. Arribados a San Salvador de Jujuy, se resolvió adelantar una fuerza de vanguardia hasta Yaví que comandó González Balcarce, mientras Castelli permaneció en la ciudad jujeña, terminando de reunir efectivos, pertrechos y adaptando a los soldados a la puna. El primero, se dio cuenta que el adelantamiento de su fuerza (300 km), lo había dejado indefenso y sin ningún tipo de apoyo. A ciencia cierta se desconocía la magnitud de la fuerza española. Así que pasó a obrar con prudencia, tratando de mantener la comunicación con Jujuy. El general arequipeño (peruano) Goyeneche, venía avanzando hacia el sur, con una importante fuerza española. Su intención era alcanzar Tupiza, para luego esperar el refuerzo de las guarniciones de Chuquisaca (mariscal Nieto) y Potosí (Paula Sanz). Pero, en el ínterin se levantaron las poblaciones de Cochabamba y La Paz, accionando directamente sobre las mismas. Entonces, González Balcarce avanzó hacia el norte, aprovechando esta acción revolucionaria en la retaguardia española y se aproximó a Cotagaita (460 km de San Salvador de Jujuy). Previo a esto, aguardó la munición de artillería para sus cuatro cañones de a 4. Hasta allí se había dirigido el capitán de fragata Córdova y Roxas enviado por Nieto desde Chuquisaca. El 27 de octubre se libró el combate de Cotagaita, nuestro bautismo de fuego. Los patriotas no pudieron doblegar la resistencia realista y ya sin municiones y otros pertrechos, González Balcarce emprendió el repliegue hasta el poblado de Suipacha. Córdova y Roxas comunicó esta acción como “victoriosa” al general Nieto y se reorganizó. Ambos contendientes habían acabado con los pocos caballos que habían podido reunir y las marchas eran realmente penosas en aquel noviembre de 1810. El 31 de octubre emprendió la marcha con cerca de 1000 hombres, (dos batallones de infantería), 6 piezas de artillería y algunas fracciones de caballería. González Balcarce no perdió el tiempo y empezó a trabajar en algo muy fructífero: reconoció todo el terreno circundante y preparó a sus tropas para la batalla. Se posicionó al sur del río Suipacha, en un caserío al sur, llamado Nazareno y otros, a cubierto, sobre las alturas Choroya. Pergeñó en el terreno, una maniobra de retirada como engaño. Un seguro avance español hasta esa posición (Nazareno) y luego una defensa de los mismos soldados que simulaban la retirada. En ese sector, el flanco izquierdo real quedaba libre de ser atacado desde la serranía (Choroya), donde el militar posicionó los cañones y una reserva de caballería e infantería. Suipacha fue un éxito completo. La sorpresa realista fue total. Se capturaron las dos banderas de los batallones reales y toda la artillería. Los patriotas sufrieron un muerto y 12 heridos, en tanto los realistas (en su mayoría altoperuanos), más de 40 muertos y 150 prisioneros. Un capitán salteño, de nombre Martín Miguel de Güemes, empezaba a destacarse en los partes de batalla. Los patriotas lograron su objetivo: consolidar el límite del ex virreinato en el río Desaguadero. Los fusilamientos de Nieto y Paula Sanz, ordenados por la Junta de Buenos Aires, mancharon de sangre (una vez más) la expedición que finalizaría en junio de 1811, con el desastre de Huaqui. Buenos Aires recibió exultante la noticia, aunque a partir de Suipacha, empezaron a marcarse más, las diferencias entre Saavedra y Moreno. Como siempre, aprovechamos para destacar y saludar la presencia de la ciudad de Suipacha. Fundada en 1875, en conmemoración a la primera gloria de las armas argentinas el 7 de noviembre de 1810. A partir de la estación del Ferrocarril del Oeste “Freire” (1866), su nombre fue adoptado al año siguiente, en 1876. Está ubicada al norte de la provincia de Buenos Aires. Es la cabecera del partido de Suipacha. Fue declarada ciudad por la Ley provincial 8.105, sancionada en 1973. Cuenta con 11,786 suipachenses.

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