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Parana » El Once Digital
Fecha: 04/11/2025 23:32
El padre Mario Taborda reflexiona sobre el sistema carcelario, el arrepentimiento de los presos y la dificultad de la reinserción social. Una mirada profunda y humana. En una cálida charla con El Ventilador, el padre Mario Taborda, capellán de las Unidades Penales Nº 1 y Nº 6 de Paraná, compartió su profunda visión sobre el sistema carcelario, la delincuencia y las oportunidades de reinserción social. Con más de 30 años de trabajo pastoral en las cárceles, Taborda tiene una perspectiva única sobre la vida dentro de los muros penitenciarios. A través de su testimonio, revela que, más allá de los castigos, el sistema carcelario es también un lugar de fe, arrepentimiento, pero sobre todo, de oportunidades de transformación. "Lo que me ha enseñado la cárcel es a comprender que el valor de una persona es absoluto, más allá de los errores que haya cometido", señala el padre Taborda, quien destaca el valor que tiene cada individuo, incluso aquellos privados de libertad. En una conversación sincera y cargada de reflexiones profundas, el capellán muestra una visión humanista, donde el arrepentimiento y el deseo de redención juegan un papel fundamental en la vida de los internos. Foto: Elonce. La cárcel: un reflejo de la sociedad y un lugar de purificación Según el padre Mario Taborda, la cárcel no debe ser vista simplemente como un espacio de castigo. "La cárcel es parte de la realidad que vivimos, un reflejo comprimido de nuestra sociedad", afirmó. Para Taborda, más que un lugar de penalización, la prisión es también un espacio donde se expresa, de manera condensada, la situación de muchos sectores marginados de la sociedad. Sin embargo, resalta que muchos de los internos experimentan un verdadero proceso de arrepentimiento y transformación personal. "A pesar de las limitaciones que implica el entorno carcelario, la cárcel es un lugar de fe, de proyectos de vida, de aprendizaje y de arrepentimiento", dijo. El capellán reconoce que muchos internos logran salir de la cárcel con una visión renovada de la vida, aunque este proceso no siempre es sencillo. Según su experiencia, mientras algunos encuentran en la prisión la oportunidad de reconstruirse, otros se ven atrapados por la violencia y el odio, lo que dificulta su transformación. "La cárcel no es el lugar ideal para la rehabilitación, pero sí puede ser el comienzo de una nueva oportunidad", aseguró Taborda. El arrepentimiento y las oportunidades de cambio en el penal Foto: Elonce. Uno de los aspectos que más resalta el padre Taborda en su relato es la capacidad de arrepentimiento y el deseo de cambiar de muchos de los internos que conoce. Para él, la cárcel es un espacio donde, a pesar de las dificultades, los presos pueden encontrar una nueva forma de ver la vida. "Muchos internos asumen sus culpas y se arrepienten profundamente, y es impresionante ver cómo la cárcel puede ser el lugar donde se da un giro significativo en sus vidas", destacó. El padre explica que, aunque la cárcel tiene sus limitaciones como institución rehabilitadora, algunos internos logran salir adelante gracias a proyectos de reinserción social, programas laborales y la intervención de organizaciones sociales y religiosas. "La cárcel no está diseñada para rehabilitar, pero algunos logran encontrar el camino hacia la reinserción y se convierten en ciudadanos comprometidos", aseguró Taborda. Sin embargo, el proceso de reinserción no es fácil, ya que muchas veces la sociedad es reacia a aceptar a aquellos que han cumplido su condena. La lucha por la reinserción social de los presos: una mirada crítica Foto: Elonce. El padre Taborda también se refiere a la dificultad que enfrentan los presos cuando salen de la cárcel y deben reintegrarse a la sociedad. "Lamentablemente, cuando un preso sale, la sociedad no le da una segunda oportunidad. Hay un rechazo generalizado hacia ellos", afirmó el capellán. Esta realidad se convierte en un obstáculo adicional para aquellos que buscan recomponer sus vidas después de la prisión. Según el padre, las personas que salen de la cárcel, especialmente aquellas provenientes de sectores vulnerables, enfrentan grandes dificultades para encontrar trabajo y reintegrarse socialmente. "La sociedad juzga con dureza a aquellos que han estado presos, y eso hace que sea aún más difícil para ellos encontrar un lugar en el mundo laboral", explicó. Sin embargo, a pesar de las dificultades, el padre Mario destaca que muchos internos, a través de los programas de reinserción y con el apoyo de iniciativas como la pastoral carcelaria, logran encontrar un camino hacia la estabilidad. La mirada de género en las cárceles: la situación de las mujeres privadas de libertad Foto: Elonce. Aunque su trabajo principal es con los hombres, el padre Mario también ha tenido contacto con el Instituto Penal de Mujeres de Paraná, y comparte su perspectiva sobre la situación de las mujeres privadas de libertad. "El Instituto Penal de Mujeres está muy bien conducido y las chicas tienen bastante actividad, aunque su sufrimiento es profundo", explicó. Para el capellán, la situación de las mujeres en las cárceles es especialmente compleja, ya que muchas de ellas enfrentan grandes dificultades emocionales y familiares, como la separación de sus hijos, lo que genera un dolor aún mayor. "Hay mujeres que ven cómo sus hijos son separados de ellas y llevados por el Estado, lo que agrava aún más su sufrimiento", dice. Sin embargo, el padre Mario resalta que, a pesar de las dificultades, la solidaridad entre las internas es muy fuerte y muchas veces la cárcel se convierte en un espacio de contención mutua. "En la cárcel se generan valores muy profundos. La solidaridad entre los presos, incluso en un contexto tan adverso, es impresionante", señaló. El impacto emocional del encierro y la importancia de las visitas familiares Una de las reflexiones más profundas que comparte el padre Mario tiene que ver con el impacto emocional del encierro. Para él, el peor castigo para un preso es la privación de libertad y la soledad que conlleva. "El encierro es una de las peores experiencias que puede vivir una persona. Estar encerrado 18 o 23 horas al día es un peso emocional muy grande", dijo. Sin embargo, destaca que las visitas familiares juegan un rol fundamental en el bienestar de los internos. Foto: Elonce. "El hecho de recibir visitas, de ver a los hijos, a la esposa o a los padres, es un gran estímulo para los presos. Les da un respiro emocional y les permite mantener un vínculo con el mundo exterior", afirmó el capellán. Para Taborda, la visita de los familiares representa una forma de conexión con el mundo exterior que les permite a los internos recuperar un sentido de pertenencia y humanidad. En su opinión, el contacto con la familia y los afectos puede ser crucial para que los presos logren superar las dificultades emocionales y psicológicas que conlleva el encarcelamiento. El papel de la pastoral carcelaria en la rehabilitación de los internos El padre Mario Taborda tiene una profunda dedicación por su trabajo con los internos, y resalta que la pastoral carcelaria juega un papel importante en su labor. "La pastoral carcelaria no solo ofrece apoyo espiritual, sino también emocional y humano. Acompañamos a los internos en su proceso de redención y les damos herramientas para su reintegración", explicó. A través de su trabajo, el padre Mario y su equipo de laicos y civiles intentan brindar a los internos la oportunidad de reencontrarse consigo mismos y con un propósito de vida. El padre también reconoce que el trabajo de la pastoral es un desafío constante, pero que, a pesar de las dificultades, muchos de los internos logran salir de la cárcel con una visión renovada de la vida. "La cárcel puede ser un lugar de transformación. Si uno quiere, puede aprovechar esta oportunidad para cambiar", concluyó el padre Mario. El encierro y sus efectos: la vida de las familias de personas privadas de la libertad
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