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  • Entrevista a la militante de izquierda y exministra de Salud del gobierno de Evo Morales - Real Noticias

    Concordia » Realnoticias

    Fecha: 03/11/2025 10:22

    Nila Heredia nació con la primavera en Uyuni, Potosí, un 21 de septiembre de 1943, pero su vida no ha sido un jardín florido. Modelo de resiliencia, es militante política, integró el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) en los años ‘60-‘70, fue detenida y torturada durante la dictadura de Hugo Banzer, perdió a su compañero argentino, el dirigente guerrillero desaparecido Luis Stamponi, se graduó como médica cirujana, condujo el Ministerio de Salud de Evo Morales en dos de sus gobiernos y además, tiene una reconocida trayectoria como defensora de los derechos humanos. Sus años de estudio y activismo en la universidad coincidieron con la presencia del Che Guevara en Bolivia, meses antes de su asesinato en La Higuera. -Cuál es su mirada sobre la segunda vuelta en las elecciones y el final de una larga hegemonía del MAS? -Considero que la destrucción del MAS y del proyecto de su líder, Evo Morales, es producto de acciones definidas desde el norte, puesto que estaba demostrado que electoralmente el MAS y en particular él, eran imposibles o al menos difíciles de vencer. Había que hacerlo a través de la división de la base popular y el enfrentamiento. Esto no significa que la población haya virado hacia la derecha pero sí habrá que esperar, y entretanto, observar y medir lo que proponga y haga el nuevo presidente. La terrible sensación de derrota después de un proceso inéditamente popular, colmado de hechos en favor del país, y de la dignidad de sus habitantes, cambió por la decisión de apoyar a la fórmula Paz-Lara en la segunda vuelta y votar así para atenuar la destrucción de lo avanzado. Significa asumirlo con mucho dolor. -¿El balotaje fue un dilema para la izquierda porque compitieron dos candidatos de derecha? – La militancia de izquierda revolucionaria tuvo que decidir si asistir a votar, hacerlo en blanco o nulo, con la sensación de traición al apoyar el mal menor, la fórmula Rodrigo Paz-Lara, frente a la posibilidad de una victoria electoral de Tuto Quiroga, de la extrema derecha. Creo que esos fueron los pensamientos y reflexiones de la militancia de izquierda. Al mismo tiempo, la población en general decidió su voto hacia Paz por encontrar su propuesta menos peligrosa y con rasgos populares gracias a la procedencia y actitudes del candidato a vicepresidente Edman Lara. -¿Qué opina del mandatario electo Paz Pereira? -Trae sobre su espalda la historia de su padre Jaime Paz, un político calculador y un partido, el MIR de Bolivia, alineado originalmente en la izquierda, aunque su padre tuvo pocos escrúpulos, tranzó con el dictador Banzer de quien se sentía perseguido durante su dictadura. Rodrigo Paz intentó realizar una política independiente o al menos alejada del MIR y su práctica. Ha sido alcalde y varios años parte del órgano legislativo. Tiene experiencia ejecutiva municipal y legislativa. Su campaña más bien silenciosa y permanente a nivel población y su decisión de competir bajo su propio esfuerzo, alejado de los partidos y dirigentes tradicionales, incluyendo empresariales, le da un margen de credibilidad en su intención de gobernar para los bolivianos, como él indica. -En definitiva es un fin de ciclo para el MAS tal como se lo conoció? -La segunda vuelta es una clara declaración de la derrota del MAS y del denominado progresismo, tanto porque perdió la posibilidad de tener un candidato propio como que debió votar por uno de derecha, Paz, el mal menor. Aunque el fin de ciclo es muy relativo porque el MAS significa la emergencia viva de los movimientos sociales que, a pesar de no estar organizados alrededor de un partido como sería lo habitual, dadas las particularidades de Bolivia es un gran movimiento. Porque congrega al sector campesino que es el sujeto histórico en Bolivia, además de sindicatos, de tal manera que este momento no es el fin del ciclo, puede ser del MAS como sigla, pero no de ese movimiento. – ¿Cómo llegó usted a vincularse con el gobierno del MAS, porque no era integrante del Movimiento? – Yo tengo una trayectoria larga y he sido más política que médica, definitivamente, y por esa actividad política y académica, universitaria, ocupé varios, digamos, cargos importantes. Sin dejar de actuar políticamente en la base. Entonces en mi grupo, el Ejército de Liberación Nacional, nos fuimos a la base todos, sin decir nada, y muchos se plegaron y fueron apoyando, estimulando el trabajo obrero e indígena, de tal manera que algunos compañeros formaron parte activa del nacimiento del MAS. Fuimos parte, apoyamos totalmente al movimiento campesino de bases, por ejemplo, donde los principales eran compañeros míos. – Nila, ¿por qué su mandato como ministra de Salud duró dos años? ¿Qué fue lo que provocó su salida? -Yo estuve en el ministerio dos veces. En 2006-2007 y después en 2010 y 2011, o sea, los dos años iniciales de la primera gestión y los dos primeros del segundo gobierno. Creo que en el primero hubo bastante celo, trabajábamos muy rápido, teníamos la experiencia como para hacer un quiebre en la política sanitaria. -¿Me puede dar un ejemplo? -Fuimos el único ministerio que hizo una preconstituyente. Aquí en Bolivia tenemos nueve departamentos, lo que para ustedes son provincias. Hicimos una preconstituyente en cada departamento y la conclusión de la nacional fue lo que hoy está en la Constitución Política del Estado. Es decir, nosotros lo hicimos con los movimientos sociales. Las preconstituyentes eran un 70% de movimientos sociales y el 30% del sector técnico e institucional, lo cual generó una ruptura en la forma de actuar en Salud, que siempre había sido ver qué dicen los médicos, qué dicen las instituciones. -¿Cómo se llevó con Evo? – Me decía Álvaro García Linera, por ejemplo, por qué yo siempre le respondía a Evo. Yo lo hacía más de una vez, y no de mala manera, sino indicándole lo que a mí me parecía que no estaba bien o qué estaba bien. No me callaba sin ser autosuficiente ni responder siempre, claro que no. A Evo se le ocurrió que había que construir hospitales y nosotros no estábamos de acuerdo con hospitales de tercer nivel, cuando nuestro primer y segundo nivel no era suficientemente bueno. El primer y segundo nivel serían los de atención primaria y el nivel tres, el más complejo. – Usted que compartió gabinete con Luis Arce, ministro de Economía y lo vio trabajar junto a Evo, a la par. ¿Qué piensa ahora del enfrentamiento entre los dos? – A mí me parece absurdo. Porque han trabajado muy de la mano. Es más, la vez que había alguna discusión, sobre todo en el ámbito financiero, Evo siempre lo consultaba a Arce. Le preguntaba con la mirada o directamente, qué sé yo, se veían. Siempre muy suave y muy de la mano. Creo que Arce fue un muy buen ministro, pero era tacaño, ¿cómo se dice? Sí, así. Pero no dudo de la capacidad técnica de Arce. Políticamente no lo vi discutiendo. Diría que era condescendiente. Una persona que fue viceministra en otra área del gobierno de Evo, me dijo que iba muy adelante en el plano de las reformas, quería acelerar. Y Arce no estaba de acuerdo. Evo ha sido muy importante en la historia de Bolivia, pero ahorita se está perdiendo con una actitud muy pobre, muy ególatra. -¿Qué marcas le dejó haber sido detenida durante la dictadura de Banzer? – Estábamos en la resistencia nosotros, en ese momento organizando. Por lo menos pasamos cinco años trabajando en la clandestinidad, muy perseguidos, Salí a Chile y cuando me arrestaron era una de las que buscaban. La actitud fue terriblemente agresiva, muy dura, porque además pensaban que a través mío podían encontrar a mi compañero, que tenía un nivel de dirección importante, pero además a otros compañeros que eran de la conducción del ELN. El mismo día que a mí me agarraron, la detuvieron a Graciela Rutilo, en Oruro, con su niña, Carlita. Ella de origen argentino y sin embargo, siempre vivió en Bolivia. Cuando me llevaron a interrogatorio, me cuenta que había argentinos. Se los escuchaba. Ya estaba vigente el Plan Cóndor ahí. – Cuando lo mataron al Che en Bolivia, en el 67, usted tenía 24 años. ¿cómo forjó su trayectoria política el hecho de que Guevara había estado en Bolivia y terminó como terminó? – Resultó marcante, de tal manera que cuando nos enteramos que lo habían matado al Che, fue realmente abrumador. Fue una marca muy, muy importante, porque lo mataron. Ahorita no tenemos un Che Guevara, ¿no? No estamos en esa época. Por lo menos no encuentro una figura que pudiera ser alternativa. El Che también generó una suerte de posicionamiento muy importante para la izquierda, como para la lógica del país. La imagen del Che no ha variado, tanto que los mineros la llevan en los cascos o los campesinos tampoco dejan de llevarla. Tal vez deformada, tal vez romántica en algunos casos, pero es la imagen del Che.

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