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Fecha: 02/11/2025 11:53
Casi 42 millones de personas en EE. UU. dependen del programa SNAP para alimentarse. Pero, los recursos que lo financian quedaron congelados este 1 de noviembre por el cierre del Gobierno federal, que alcanzó su día 32. La Administración Trump decidió no usar los fondos de emergencia a la espera de “dirección legal adecuada”. Este es el impacto humano del choque por el plan de gastos de 2026. Destiny, una madre soltera de Ohio, sabe que la ayuda alimentaria de la que depende para cuidar a su pequeña Ava, de un año, no será cargada este mes en su tarjeta de transferencia electrónica. Por eso ha comenzado a llamar a sus amigos, en busca de solidaridad para equilibrar un presupuesto ya de por sí al límite. Es la situación de casi 42 millones de personas de bajos recursos en Estados Unidos, que dependen del Programa de Asistencia Nacional Suplementaria, conocido como SNAP, las víctimas más directas del cierre del Gobierno federal. Los SNAP son una transferencia de más de 8.000 millones de dólares mensuales que el Gobierno federal hace a los estados, a través del Departamento de Agricultura, para que estos a su vez los distribuyan entre los beneficiarios mediante contratistas externos. Los destinatarios de esos fondos son hogares con ingresos por debajo del 130% de la línea federal de pobreza. Roma Hammonds, una abuela de 60 años de Chattanooga, Tennessee, asumió la custodia de sus nietos hace cinco años, pero no puede trabajar como consecuencia de una discapacidad física. Ahora Roma le clama ante la agencia Reuters: “No sé qué haré”. Al menos cinco estados (Delaware, Nuevo México, Luisiana, Virginia y Vermont, además del Distrito de Columbia) han anunciado que usarán sus propios recursos locales para cargar los fondos correspondientes a la ayuda alimentaria de SNAP, en algunos casos de forma parcial. La secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, habla junto al presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, en una conferencia de prensa para hablar sobre los beneficios de ayuda alimentaria de SNAP. Washington, 31 de octubre de 2025. AP - J. Scott Applewhite Pero el Departamento de Agricultura ya les ha advertido que no les reembolsará los fondos que usen para cubrir el beneficio. Otros estados, como Ohio y Tennessee, donde viven Destiny y Roma, no pueden asumir las ayudas, ya sea porque no disponen de los recursos, o bien porque no tienen las vías técnicas para hacerlo. "Tennessee no puede utilizar dólares estatales para proporcionar el beneficio, ya que los estados no tienen un mecanismo para cargar beneficios en las tarjetas de los clientes", explicó el gobernador de ese estado, Bill Lee, en un comunicado publicado el 24 de octubre. Congress has a responsibility to fund the federal government, & while Democrats continue to hold federal dollars hostage, my administration is working with members of the faith community & nonprofit partners to ensure TN families do not go hungry. pic.twitter.com/7s9OZly65o — Gov. Bill Lee (@GovBillLee) October 24, 2025 "SNAP aporta más de 210 millones mensuales en fondos federales. El presupuesto estatal no puede absorber ni siquiera un mes de fracaso federal", explicó en su portal oficial el Departamento de Asistencia Transitoria de Massachusetts. Otros estados, como Virginia, tienen la opción de usar su superávit presupuestario para cargar semanalmente los beneficios de SNAP, pero el gobernador Glenn Youngkin advierte que el plan es una provisión solo por el mes de noviembre. Los recursos de SNAP van de los 4,9 millones de dólares que recibe Wyoming hasta los más de 1.000 millones que se asignan a California. Opciones solidarias para paliar la crisis El distrito escolar de Charlotte-Mecklenburg, en Carolina del Norte, así como miles de otros en Estados Unidos, ha puesto a disposición de la comunidad escolar una lista de opciones solidarias, como bancos de comida gratuita, distribuida por iglesias y organizaciones de caridad. Otros estados, como Arkansas, han desplegado campañas alentando a la comunidad a donar, en gran medida porque las despensas solidarias ya están al límite, en un contexto de aumento del hambre en Estados Unidos. La iglesia Palabra de Vida de la Comunidad Cristiana Internacional en el Bronx, Nueva York, ya cuenta por centenares los nuevos solicitantes que se suman a sus habituales largas filas para retirar bolsas de comida gratuita. "Esto es más que una crisis", le dijo a la agencia AP el reverendo John Udo-Okon, que dirige la despensa de alimentos de ese templo. "En este momento, puedes ver la desesperación, puedes sentir la frustración por la que está pasando la gente". "La gente está nerviosa, asustada", advierte Jill Corbin, directora del comedor de beneficencia y despensa de alimentos de San Vicente de Paúl en Norwich, Connecticut. "Es como si todo se estuviera desmoronando al mismo tiempo". Voluntarios preparan comidas en Philabundance Community Kitchen en Filadelfia, el 30 de octubre de 2025. AP - Matt Rourke Efectivamente, no solo el programa de alimentación ha sufrido las consecuencias del cierre. El otro gran perjudicado es el llamado Obamacare o Ley de Cuidados de Salud Accesibles, que perdió los subsidios federales de los que gozaba desde los tiempos de la pandemia. Los nuevos costos comenzaron a aparecer publicados en Mercado de Salud, la agencia que administra las pólizas, y los incrementos promedian el 25%, pero en algunos casos hacen que las primas se dupliquen. Adicionalmente, el segundo cierre del gobierno más largo en la historia de Estados Unidos ya está trayendo como consecuencia demoras y cancelación de centenares de vuelos, ante la falta de controladores aéreos, que están entre los 730.000 empleados federales considerados esenciales que están trabajando sin paga desde el comienzo del cierre. Soluciones difíciles e insuficientes Ante la perspectiva de la suspensión de la ayuda alimentaria, la primera reacción de Donald Trump, a bordo del Air Force One de regreso de su gira asiática, fue recordar que “mayormente, cuando hablamos de SNAP hablamos sobre todo de demócratas”, aunque luego matizó: “pero soy presidente, quiero ayudar a todos, demócratas y republicanos”. A pesar del congelamiento del presupuesto federal, Trump siempre tuvo a mano la opción de usar fondos de contingencia por unos 3.000 millones de dólares para cubrir parte del costo mensual del SNAP. Sin embargo, el líder conservador esperaba fallos judiciales sobre cómo usarlos, porque el Departamento de Agricultura sostenía que no tenía autoridad para apelar a ellos hasta que el Congreso aprobara la ley de gastos de 2026. La decisión de no usar esa alternativa fue condenada por voces de la oposición, como el gobernador demócrata de Carolina del Norte, Josh Stein. La orientación legal que esperaba Trump llegó el 31 de octubre, cuando dos cortes federales dictaminaron que su Administración no podía suspender la ayuda alimentaria durante el cierre del Gobierno. John McConnell, un juez de Providence en Rhode Island, determinó que si los fondos de contingencia resultaban insuficientes para cubrir la asistencia alimentaria, el Gobierno podía usar recursos de un fondo separado de 23.000 millones de dólares. Indira Talwani, otra jueza federal de Boston, dictaminó que la Administración se había equivocado al interpretar que no estaba facultada para usar los recursos de emergencia cubriendo el SNAP. Pero en una publicación en Truth Social el 31 de octubre el presidente consideró que eran “opiniones contradictorias”, y pidió aclaraciones a los tribunales. Mientras esas dudas se aclaran, y al tiempo que demócratas y republicanos siguen acusándose mutualmente por la falta de un acuerdo parlamentario que ponga fin al cierre del Gobierno, personas como Roma y Destiny se preguntan cómo pondrán comida en sus mesas. Por Eumar Esaá-France24
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