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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/11/2025 10:34
El miedo a una inteligencia artificial descontrolada, al colapso social y al cambio climático impulsa a los magnates tecnológicos a construir búnkeres de lujo (Freepik) En los últimos años, la élite tecnológica mundial ha intensificado la adquisición y construcción de búnkeres de lujo y refugios fortificados en enclaves remotos, impulsada por el temor a amenazas como una posible inteligencia artificial descontrolada, el colapso social o el cambio climático. Este fenómeno, concentrado en millonarios tecnológicos y altos directivos de empresas del sector, ha convertido la supervivencia ante hipotéticos escenarios extremos en un privilegio cada vez más exclusivo, según informó Wired. La principal motivación detrás de la inversión en refugios fortificados radica en el temor a la llegada de la inteligencia artificial general (AGI). Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, ha admitido en declaraciones recogidas por The New Yorker que una AGI capaz de superar a la inteligencia humana podría desencadenar un desastre global. El propio Altman aseguró que mantiene reservas de armas, oro, equipos de comunicación y propiedades remotas para afrontar posibles escenarios de emergencia. Esta visión está ampliamente compartida por otros grandes protagonistas del área. Ilya Sutskever, exdirector científico de OpenAI, sugirió ante su equipo la necesidad de levantar un refugio subterráneo para los principales científicos de la organización antes de presentar una AGI al mundo, según narra la periodista Karen Hao en el libro Empire of AI. Las previsiones sobre la llegada de la AGI presentan una clara discrepancia entre desarrolladores tecnológicos y la comunidad científica. Mientras Altman y otros líderes del sector prevén avances sustanciales en los próximos cinco a diez años, la mayoría de los expertos académicos consultados por The Economic Times consideran que todavía existen obstáculos técnicos significativos y que la superinteligencia artificial no está cerca de materializarse. El debate y las expectativas en torno a la AGI han favorecido tanto la paranoia como las estrategias de marketing. Analistas citados por The New Yorker apuntan que la narrativa sobre escenarios catastróficos derivados del desarrollo de la inteligencia artificial se utiliza internamente para captar atención y financiamiento en el sector tecnológico. El temor a un colapso social —sea por guerras, migraciones masivas o disturbios civiles— y la aceleración del cambio climático se suman entre los principales motivos de esta nueva fiebre por los refugios para la élite, de acuerdo con reportes de Wired y The Economic Times. Atlas Survival Shelters vende este búnker reforzado con acero que mide unos 3 x 7,6 metros y está enterrado en el suelo. Este modelo cuesta unos 250.000 dólares, incluida la electricidad y la instalación (Atlas Survival Shelters) Los diseños privilegian la autosuficiencia energética y alimenticia y se asocian con enclaves políticamente estables y apartados de grandes urbes, como Nueva Zelanda o Hawái. Refugios de lujo y secretismo: los ejemplos de Zuckerberg, Thiel y Hoffman Uno de los proyectos más destacados corresponde a Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, quien, según expuso Wired, desde 2014 impulsa la construcción de un complejo de 565 hectáreas (1.400 acres) en la isla de Kauai, Hawái, conocido como Koolau Ranch. El predio incluye un refugio subterráneo de 465 metros cuadrados (5.000 pies cuadrados), abastecido mediante sistemas propios de energía y alimentos, y rodeado por un muro de casi dos metros. Mark Zuckerberg encabeza uno de los proyectos más ambiciosos del nuevo “refugio tech”: un complejo de 565 hectáreas en Hawái con búnker subterráneo, autosuficiente en energía y alimentos, protegido por muros y diseñado para resistir cualquier crisis global (REUTERS/Manuel Orbegozo) Para preservar la confidencialidad, todos los trabajadores han debido firmar acuerdos de confidencialidad estrictos. El propio Zuckerberg negó a la prensa que se trate de un búnker para el apocalipsis y lo calificó como “un sótano”, siempre según lo reportado por Wired: “Solo es un pequeño refugio, como un sótano”. El empresario ha diversificado su seguridad personal con la adquisición de once propiedades en Palo Alto, California, donde edificó otro refugio subterráneo de 650 metros cuadrados (7.000 pies cuadrados) apodado por los vecinos como la “cueva del multimillonario”. Según revela Wired, la infraestructura en Palo Alto estaría pensada para amenazas locales, como cortes de energía o disturbios urbanos, mientras que el complejo hawaiano operaría como refugio estratégico de largo plazo ante un eventual colapso sistémico. Nueva Zelanda se consolidó en la última década como el destino preferido para los refugios de la élite digital internacional. Peter Thiel, fundador de Palantir, ha adquirido la ciudadanía y grandes extensiones de tierra en aquel país con la intención explícita de refugiarse ante posibles escenarios de colapso social, informó The Economic Times. Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn y difusor del concepto de “seguro apocalíptico”, estima que más de la mitad de los ultrarricos de Silicon Valley cuentan ya con propiedades adaptadas a estos fines: “Decir que compras una casa en Nueva Zelanda es casi un guiño, una señal tácita”, cita The Economic Times. El peso de la tendencia obligó al gobierno neozelandés a restringir la adquisición de tierras por parte de extranjeros. El “seguro apocalíptico”, una nueva economía de la supervivencia En este contexto, la lógica financiera de los refugios obedece al principio del “seguro apocalíptico”. Según Hoffman, recogido por The Economic Times, la compra de búnkeres y tierras alejadas funciona como una cobertura ante riesgos sistémicos, comparable a diversificar una cartera de inversión. En escenarios de colapso económico se presume que estos activos conservarán un “valor de supervivencia”. El fenómeno ha impulsado un mercado especializado de refugios de lujo. Según la firma SAFE (Strategically Armored & Fortified Environments), citada por Wired, existen proyectos de búnkeres capaces de albergar a cientos de personas por hasta 20 millones de euros la unidad, equipados con sistemas gourmet de alimentación, centros de entretenimiento digital e, incluso, circuitos de Fórmula 1 privados. El auge de los búnkeres de lujo entre los magnates tecnológicos revela un nuevo miedo del siglo XXI: sobrevivir al colapso global se ha vuelto un privilegio reservado para unos pocos, entre temores a la IA, el cambio climático y el caos social (El grupo Vivos) La inversión en fortificaciones responde también a una visión tecnocrática y transhumanista orientada a superar las limitaciones humanas mediante el control absoluto del entorno físico. Empire of AI examina cómo para los grandes empresarios del sector, el refugio representa “la máxima expresión de autonomía y dominio sobre el destino propio”. Desigualdad, percepción pública y debate ético El auge de los refugios fortificados pone de relieve la desigualdad global creciente, al convertir la seguridad personal en un bien solo accesible para los más ricos, de acuerdo con lo publicado por The Economic Times. Durante 2024, la riqueza de la élite aumentó en dos billones de euros, según el reporte de SAFE. Estos refugios actúan como un foso protector para el capital, permitiendo que, en el peor escenario, las consecuencias del colapso se repartan en función de la fortuna de cada individuo. La visibilidad del fenómeno y las negaciones públicas, como la de Zuckerberg, alimentan la desconfianza social y la sospecha de que los ultrarricos disponen de información privilegiada. Ante consultas de Wired sobre el carácter reservado de su complejo, el CEO de Meta lo desestimó como una mera medida “doméstica”. “No se trata de un búnker; solo es un sótano”. Numerosos especialistas, citados tanto por The New Yorker como por Empire of AI, advierten de la “falacia del búnker”: tras un colapso, la supervivencia requiere comunidad y cooperación, no solo recursos materiales. Las negaciones de figuras como Zuckerberg no logran disipar las sospechas: mientras crece la idea de que los ultrarricos esconden refugios secretos, expertos alertan sobre la “falacia del búnker”, recordando que en un colapso global la verdadera supervivencia depende de la cooperación, no del aislamiento (Freepik) La proliferación de refugios exclusivos puede convertirlos en objetivos de grupos desesperados durante emergencias y restar atención a la necesidad de mitigar riesgos sistémicos desde la esfera colectiva, como el cambio climático o el control ético de la inteligencia artificial. El boom de los búnkeres entre los multimillonarios tecnológicos se presenta como un fenómeno impulsado por la combinación de gestión financiera del riesgo, ansiedad existencial y una manifestación de la riqueza extrema. Mientras los actores con mayor capacidad de acción sobre las amenazas globales optan por el refugio privado, el debate sobre la eficacia y el sentido de esta tendencia continúa abierto.
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