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Colon » El Entre Rios
Fecha: 02/11/2025 09:33
"Con los pies bien puestos en la tierra" Atención Esta imágen puede herir su sensibilidad Ver foto Compartir imágen “Todos estamos llamados a la santidad. Estar llamados a la santidad significa que estamos llamados a una relación íntima con Jesús, a una relación cada vez más profunda con él que es quien nos santifica “La santidad no me saca del mundo como quien vive en una atmósfera espiritual alejada de la tierra. La santidad no me vuelve raro. La santidad no me vuelve gente de otro mundo, gente extraña gente separada porque no me puedo contagiar de los pecadores. No, eso no es santidad, eso es soberbia”. Ser santos es volvernos más humanos. Ser santos es volvernos más humanos. Cada día más humanos”, concluyó. La Iglesia Católica vivió este sábado el Día de Todos los Santos y hoy domingo 2 de noviembre conmemora a los “fieles difuntos”, dos fechas relevantes en el calendario que están pegas una con otra.Ese asunto de la “santidad”, tal vez porque es mirado sobre la base de preconceptos y prejuicios, aparece como un imposible, algo inalcanzable, especialmente si se trata de un objetivo a lograr con las propias fuerzas.El Presbítero Nicolás Frigo, párroco de Nuestra Señora de la Merced, en la zona este de Concordia, no le escapó al tema en su homilía del sábado a la noche. A modo de introducción, citó a Carlos Marx, cuando decía que “la religión es el opio de los pueblos”, en el sentido de que crea sumisión ante la opresión, para enseguida fundamentar por qué no es así.El “Padre Nico” buscó tirar abajo la idea de que la santidad pasa por vivir alejado de la realidad, en una especie de espiritualismo desencarnado, lejos de los “pecadores”… “Eso sería soberbia”, disparó, sin vueltas.Al analizar las bienaventuranzas anunciadas por Jesús –la lectura de este sábado-, el sacerdote remarcó que la gran novedad del mensaje cristiano es que “podemos ser felices en todas esas situaciones de carencias, porque el Evangelio nos invita a poner el corazón en otro lado, porque el Evangelio nos invita a una esperanza que está más allá”, “una esperanza que nos permite darnos cuenta que ni la aflicción, ni la persecución, ni los insultos, ni los cansancios, ni la pobreza tendrán la última palabra”.“La esperanza –agregó- me hace vivir aún en medio de los dolores cotidianos con el corazón puesto en la eternidad. Con el corazón puesto en Dios. Esa es nuestra esperanza. Nuestra esperanza es que la última palabra la tiene de Dios y la tiene en el cielo. La última palabra la tiene la eternidad. La vida eterna. Allí está la última palabra. Estamos hechos para Dios. Estamos hechos para él”, insistió.Enseguida, el párroco de Nuestra Señora de la Merced citó a San Alberto Hurtado, quien decía "‘ante mí la eternidad’. Mi vida es un disparo hacia la eternidad. Nuestra vida es un suspiro entre dos eternidades. Fíjense qué belleza, ¿no?”“O sea, mi vida es un disparo a la eternidad porque la vida humana está como lanzada, como dirigida hacia el cielo. Todo lo que somos está hecho para Dios. Somos para Dios. Somos para el cielo, somos para la eternidad. Cuando perdemos esto de vista, se hace difícil vivir el presente”, enfatizó.“En cambio, cuando tengo en el corazón la esperanza del cielo, me doy cuenta que el futuro no es un vacío incierto. No es una oscuridad infranqueable”.“La esperanza –remarcó- me permite vivir bien el presente y en medio del hambre, de la aflicción, de las esperas, en medio de los trabajos, de las persecuciones, de los insultos, en medio de todo esto, puedo ser feliz. Porque cuando vivo el evangelio, al corazón lo puse en Dios y Dios no pasa. Dios permanece. Dios queda. Dios está siempre. Eso es la santidad. Eso es de la santidad”.“Hoy celebramos esta fiesta de la santidad, la fiesta de todos los santos. Los santos son hombres y mujeres que vivieron con los pies bien puestos en la tierra en medio del viaje, des las idas y venidas, de los problemas de todos los días, pero con el corazón anclado en el cielo de Dios. Y allí han encontrado la firmeza, la seguridad. Han descubierto que vale la pena jugarse la vida por Jesús y por el Evangelio”, explicó Nicolás Frigo.. Estamos llamados a hacer su voluntad en cada gesto, en cada decisión, hacer la voluntad de Dios”, agregó.“Cuando nos decidimos por hacer la voluntad de Dios y por vivir su llamado, Él no nos quita nada. Es cierto, hacer la voluntad de Dios no es fácil. Implica renunciar a muchas cosas. Pero cuando renunciamos a algo para vivir la voluntad de Dios, no nos quita nada. Nos volvemos más humanos, disfrutamos más de la vida, nos volvemos más plenos”, se escuchó decir al sacerdote.Enseguida, aclaró que el santo no es alguien indiferente a lo que pasa en la realidad que lo circunda:Y remarcó que “la santidad hace vivir de una manera bien humana, comprometido hasta el fondo con la vida humana. Entregando el corazón en cada paso, ahí donde fuimos llamados, la familia, en el trabajo, en el ministerio, en el servicio, en el apostolado. La santidad de los pequeños sí de cada día”.Dicho de otro modo, “la santidad de los gestos simples escondidos que pasan inadvertidos, que no se publican, que no salen a las redes sociales, que muchas veces la gente se entera. La santidad se juega ahí donde no me ve nadie. Donde tengo que elegir por amar a Dios y amar a los demás. Ahí se juega la santidad”.“En cada instante donde me animo a decirle que sí a Dios, empieza el cielo acá en la tierra y puedo vivir más y mejor y puedo disfrutar más de las pequeñas cosas de cada día.“Hoy esta fiesta es para recordarnos y entusiasmarnos de vuelta, para anhelar y buscar la santidad, para comprometernos con ella, en la vida cotidiana, simple y escondida. Allí se juega la verdad. Siendo fieles a lo poco, siendo fieles a lo simple, disfrutando de las pequeñas cosas de cada día”, concluyó.
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