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» Elterritorio
Fecha: 01/11/2025 11:58
Con 16 años egresará del secundario gracias a una aceleración flexible cursando tres años en uno. Sufrió bullying y acoso por parte compañeros y docentes. sábado 01 de noviembre de 2025 | 5:30hs. Belisario estudia y toca el piano, hace deportes y habla fluido inglés. Evalúa iniciar ya la universidad. Foto: Agustina Vera Belisario Gutiérrez cumplió 16 años (a mediados de 2025) y este año egresa de la secundaria en el Pedro Goyena, donde está haciendo tres años en uno: tercero, cuarto y quinto. Belisario tiene altas capacidades y este presente que hoy lo encuentra con un cuerpo docente que atiende a sus capacidades y compañeros que lo apoyan es un aliciente tras muchos años de acoso, maltrato y exclusión sufrido en otras nueve escuelas por las que pasó. El adolescente es el primero en realizar una aceleración flexible, un proceso educativo contemplado y avalado por la resolución del Servicio Provincial de Enseñanza Privada de Misiones (Spepm), que le permitió acelerar tres años de la escuela secundaria en uno solo. “No fue una decisión improvisada, sino el resultado de un recorrido extenso, con evaluaciones, acompañamiento institucional y la elaboración de un Plan Pedagógico de Enriquecimiento (PPE) para cada año”, señaló su mamá Mariana Gutiérrez. "La aceleración flexible no significa 'saltearse' etapas, sino reorganizar el trayecto escolar para adecuarlo a las verdaderas necesidades del estudiante. En el caso de los chicos con altas capacidades intelectuales, permanecer en un sistema que no se adapta a su ritmo o profundidad de aprendizaje puede generar frustración, desmotivación e incluso sufrimiento emocional", explicó. Después de tantos años de transitar la incertidumbre y enfrentar el dolor de que Belisario le diga a diario que no quería ir a la escuela, Mariana y él encontraron finalmente reparación y liberación. "Belisario pudo reencontrarse con el entusiasmo por aprender, con desafíos a su altura y con un entorno que finalmente reconoció su singularidad. No se trata de un privilegio, sino de una medida de justicia educativa, que respeta el derecho de cada alumno a aprender según su propio ritmo y potencial", destacó su mamá. En ese marco, reflexionó sobre la inclusión que contempla toda la diversidad, no solo a quienes necesitan apoyo por el déficit en el aprendizaje sino también a aquellas asociadas “a un desarrollo más rápido o profundo”. Encontrar el lugar La diferencia de Beli comenzó a verse apenas ingresó al sistema educativo. Pero las maestras no lo notaban, sí lo excluían. En salita de 3, por ejemplo, lo sentaron en la “silla de los aburridos” porque intervino diciéndole a la mujer que los dedos de la mano se llaman: pulgar, índice, medio, anular y meñique y no “dedo gordo y dedo chiquito”. En tercer grado una maestra llamó a Mariana para pedirle que el niño no corrija sus errores en clase. Fue sometido a un examen en Buenos Aires y diagnosticado hace tres años con altas capacidades. Fue una profesora de matemáticas la que sugirió la evaluación porque veía su capacidad y facilidad en muchas asignaturas. Beli la pasó mal, muy mal antes de llegar a este colegio en el que tiene actividades diferenciadas de sus compañeros y se sometió a proyectos integradores para certificar sus conocimientos de los años que adelantó. Se trata de una educación que se ajusta a su curiosidad e inquietud por aprender y saber más. Ama el deporte y el piano Belisario es un chico multifacético: toca y estudia piano, practica tenis, pádel y tiene relación con sus amistades. Toma con entusiasmo el nuevo mecanismo de aprendizaje y los trabajos que emprende, asimismo, la aceptación de sus profes y compañeros. Ya no le dice a su mamá que no quiere ir a la escuela. Sobre aquellos años de exclusión en otros colegios, Beli comentó: “Sufría bullying por parte de mis compañeros y no era algo tan agradable. No solo por parte de mis compañeros sino también de mis profesores, bastante grave porque uno espera que de una figura adulta venga el respeto y que se impongan, pero eso no pasaba”. Y agregó: “Los directivos no podían cambiar la situación ni mejorarlo. Hasta ahora me pregunto por qué pasaba eso, no me gusta presumir, pero quizás por las notas que me sacaba, me molestaban por eso”. Mariana, Belisario y la psicopedagoga Silvana Nagel que acompaña el proceso. Foto: Agustina Vera Compartió que las reiteradas preguntas que hacía en clase se debía a que verdaderamente sentía curiosidad sobre el tema que estaban explicando sus profesores, quería saber más, que se pueda profundizar, sin embargo, esta inquietud era interpretada por los adultos educadores como un desafío a la autoridad o que él estaba probando sus conocimientos. Ahora, se lleva bien con sus compañeros y consideró que socializa bastante. Los docentes adaptan sus contenidos a sus necesidades. “Por ahí el año que viene empiece la universidad, quizás termine mis estudios de inglés, que lo sé hablar fluidamente pero no tengo nada que lo compruebe. También haría los cursos de UBA XXI, son materias del CBC que se pueden hacer online a partir de los 16 años”, contó Belisario. Hay varias aristas que le atraen como la programación, el diseño gráfico, la ornitología y la geología. Algunos de los trabajos diferenciados que hace el adolescente sirven como material de estudio para sus compañeros, como los resúmenes de libros que los hace en formato audiovisual. Elige cuidadosamente la temática y la música, pero lo cierto es que sus producciones son atractivas para el resto de los estudiantes. Beli consideró que es importante hablar de este tema, que se conozca y más chicos puedan llegar a su diagnóstico “porque así otros chicos tienen la misma posibilidad que yo estoy teniendo y no pasen por todo lo que pasé”. En tanto Mariana, consideró: "Durante años luchamos para que se entendiera que tener altas capacidades no es 'ser más', sino 'ser distinto'. Que estos chicos necesitan acompañamiento, no exigencias desmedidas ni indiferencia. Que detrás de la brillantez hay sensibilidad, ansiedad, incomodidad, preguntas sin respuesta y, muchas veces, soledad". Acompañamiento Silvana Nagel, es psicopedagoga especialista en altas capacidades y tiene como paciente a Belisario a quien acompaña en todo este proceso, del que también forman parte, desde el hogar, Mariana y sus abuelos. “El acompañamiento a Beli, a su familia es también mucho con la escuela porque hay mucho desconocimiento sobre las altas capacidades y las que no atendidas traen estas consecuencias”, comentó. El seguimiento arrancó a principios de este año y la profesional trabaja en todo lo que tiene que ver con su potencial y su curiosidad. “Hicimos mucho camino con la escuela y estamos muy contentos porque la escuela se mostró muy abierta y, de hecho, hicimos instancias de capacitación. Nos queda un montón por trabajar con todos los docentes en general”, resaltó. Asimismo, indicó: “Por eso son importantes estas capacitaciones y trabajar con estos docentes para que puedan celebrar la diversidad y, sobre todo, darle las herramientas”. El deseo de Belisario es simple: que otros chicos no pasen lo mismo que él y tengan su misma posibilidad de atención adecuada.
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