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  • “Comíamos arroz con gusanos”: el relato de cautiverio de Segev Kalfon, rehen liberado y sobreviviente del ataque al festival Nova

    » Nova Entre Rios

    Fecha: 01/11/2025 06:10

    El israelí Segev Kalfon ofreció su primer testimonio extenso tras ser liberado del cautiverio de Hamás, en una entrevista con el suplemento 7 Días de Yedioth Ahronoth. Durante casi dos años, Kalfon fue prisionero en Gaza, sometido a golpizas, hambre extrema y condiciones infrahumanas. Su historia refleja con crudeza lo que muchos de los secuestrados durante la masacre del 7 de octubre de 2023 vivieron bajo el poder de sus captores. Kalfon recuerda “cada golpe con la culata del fusil, cada latigazo, cada vez que las esposas se apretaban sobre sus manos azules por los golpes”. Según contó, en los primeros meses fue retenido junto a otros dos rehenes, Yosef Chaim Ohana y Maxim Herkin, en una vivienda abandonada en el centro de Gaza, vigilados constantemente por ocho terroristas armados. Cualquier intento de comunicación entre ellos era castigado con brutalidad. “Una vez intenté mirar a Yosef para hacerle una seña, y el guardia Abdullah me golpeó durante horas. Me cubrió la cara con una máscara que no me dejaba ver ni respirar, y me la dejó puesta tres días seguidos”, relató. Durante su cautiverio, los tres fueron trasladados entre varias casas que servían como escondites de Hamás, depósitos de armas o viviendas de comandantes. “En una de las casas cubrieron el techo con corazones, por eso la llamamos ‘la casa de los corazones’. Estuvimos tres días allí, atados todo el tiempo, sin circulación en las manos ni posibilidad de dormir. El dolor era insoportable”, explicó. Con el tiempo, sus captores los usaron incluso como escudos humanos, rodeando las viviendas con explosivos para impedir ataques aéreos israelíes. El relato de Kalfon detalla una rutina de hambre constante. “Nos daban una lata pequeña de comida al día, del tamaño de una de atún, que dividíamos entre los tres. A veces, para burlarse, los terroristas comían frente a nosotros dulces y frutos secos, y nos daban una sola almendra o una semilla de zapallo. En otras ocasiones, el arroz estaba lleno de gusanos, pero lo comíamos igual: decíamos ‘proteína’”, recordó. Las condiciones sanitarias eran igualmente extremas. Durante meses solo pudieron “ducharse” una vez al mes con un pequeño jarro de agua que servía también para lavar la ropa y limpiar el baño. “Teníamos hongos, infecciones intestinales, heridas sin curar. No había medicamentos, ni siquiera papel higiénico, que nos daban una vez por mes”, señaló. Uno de los episodios más duros fue el descenso a un túnel subterráneo, donde Hamás ocultaba a varios rehenes. Allí, según contó, conoció a otros cautivos, entre ellos Ohad Ben Ami, Bar Kupershtein y Elkana Buchbut. “Éramos seis personas en un espacio de dos metros por dos. No había oxígeno. Dormíamos sobre la arena, y con cada explosión se desprendía tierra del techo. Temíamos quedar sepultados vivos”, dijo. Kalfon relató que en ese túnel la violencia era diaria. “Venían seis hombres con máscaras, uno filmaba mientras los otros golpeaban. Nos decían que Netanyahu no nos quería, que seríamos como Ron Arad, desaparecidos para siempre”. Las palizas se combinaban con el hambre: “A veces el agua tenía pequeños peces vivos, la filtrábamos con una gasa, pero quedaba con arena. Era eso o nada”. El cautiverio se prolongó por 16 meses, hasta que fue finalmente liberado durante una operación israelí. “Cuando crucé la frontera, me dije: ‘¿Quién puede detenerme ahora?’”, recordó. Hoy, Kalfon intenta reconstruir su vida junto a su familia en Dimona. “El cuerpo sana, pero la mente tarda más. Todavía sueño con Abdullah y Majed, los hombres que me golpeaban. Pero ahora estoy en casa, y eso es todo lo que importa”, concluyó.

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