28/10/2025 15:38
28/10/2025 15:37
28/10/2025 15:37
28/10/2025 15:37
28/10/2025 15:35
28/10/2025 15:35
28/10/2025 15:34
28/10/2025 15:34
28/10/2025 15:33
28/10/2025 15:31
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/10/2025 12:54
La animación meteorológica muestra la trayectoria del huracán Melissa hacia Jamaica El planeta atraviesa una etapa de desequilibrio climático visible en los océanos. Las aguas del Atlántico alcanzan temperaturas que superan récords históricos y ese exceso de calor se traduce en huracanes cada vez más potentes, húmedos y destructivos, según precisa la ciencia. Lo que antes parecía un evento excepcional se volvió una constante: las tormentas se fortalecen con una rapidez inédita y dejan menos margen de acción para proteger vidas e infraestructuras. El huracán Melissa, que escaló de tormenta tropical a categoría 5 en menos de dos días, se convirtió en símbolo de esa nueva era de riesgos amplificados por el cambio climático. El calentamiento del mar potencia los huracanes Un avión meteorológico vuela en el ojo del huracán Melissa (NOAA) Los científicos lo ven como una confirmación de lo que anticipaban desde hace décadas. El calentamiento del mar no solo aumenta la frecuencia de las tormentas, sino también su violencia. Los registros muestran que este tipo de intensificación súbita era poco común hace treinta años, pero hoy ocurre varias veces en una misma temporada. Esa transformación se explica por una causa central: el océano absorbe más del 90 % del exceso de calor generado por las actividades humanas, y ese calor alimenta el corazón de los ciclones tropicales. El huracán Melissa pasó de vientos de 112 kilómetros por hora a 225 en un solo día, y el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos lo elevó a categoría 5 al alcanzar ráfagas de 260 kilómetros por hora. Los meteorólogos afirman que es la cuarta tormenta del Atlántico en el año que experimenta una intensificación rápida, una cifra inusual que coincide con el aumento sostenido de la temperatura marina. “La parte centroamericana del océano Atlántico está extremadamente caliente ahora mismo, alrededor de 30 °C, lo que supone entre 2 y 3 °C por encima de lo normal”, explicó Akshay Deoras, meteorólogo de la Universidad de Reading, en el Reino Unido. “Y no se trata solo de la superficie. Las capas más profundas del océano también están inusualmente cálidas, lo que proporciona una vasta reserva de energía para la tormenta”, agregó. La voz de los expertos Melissa pasó de tormenta tropical a categoría 5 en menos de dos días, reflejando una tendencia que alarma a los científicos. (Photo by RAMMB/CIRA / AFP) Esa reserva energética actúa como combustible directo. Cuanto más caliente está el océano, más vapor de agua se libera a la atmósfera y mayor es la cantidad de energía disponible para que un huracán se fortalezca. En ese contexto, la rápida intensificación de Melissa no sorprende, aunque sí preocupa por su velocidad y magnitud. Matilde Rusticucci, profesora emérita de la Universidad de Buenos Aires, investigadora del Conicet y coautora de informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, coincidió con el experto de británico. “Los huracanes se forman en las zonas tropicales por las condiciones meteorológicas, pero necesitan de base una temperatura del mar cálida. Y en este caso, al estar extremadamente caliente, es una energía disponible que tiene el huracán muy grande. Por lo tanto, permite que se formen huracanes más intensos”, precisó Rusticucci. Las aguas del Atlántico alcanzan temperaturas récord y multiplican la energía disponible para los ciclones tropicales (NOAA) Eduardo Piacentini, Licenciado en Ciencias de la Atmósfera y Matemático de la UBA, ex director del Departamento de Cambio Global del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también relacionó el incremento de las temperaturas oceánicas con el mayor grado de intensidad de los huracanes o ciclones. “Coincido con el análisis del experto de la Universidad de Reading, en Gran Bretaña, lugar de excelencia que pude conocer en la década de los 80 como meteorólogo”, explicó Piacentini. Y agregó: “El calentamiento de las aguas, sobre todo en las zonas del Caribe, se nota cada vez más. Y cuando hay más evaporación, hay más energía en la atmósfera y los ciclones van a ser cada vez más intensos. Estos ciclones tropicales como el Melisa u otros huracanes, son de una tremenda violencia”. Los expertos advierten que los huracanes son ahora más rápidos más húmedos y más destructivos por el cambio climático (REUTERS/Octavio Jones) El vínculo entre el cambio climático y la intensificación extrema Durante mucho tiempo, los científicos del clima advirtieron que la quema de combustibles fósiles y la deforestación estaban alterando los equilibrios térmicos del planeta. Ahora, esa advertencia se confirma con fuerza. El año pasado, los océanos del mundo alcanzaron su temperatura media más alta desde que existen registros, y el Atlántico tropical superó los 30 °C en amplias zonas. De acuerdo con la organización Climate Central, la probabilidad de que se produzca un aumento de calor oceánico similar es hoy setecientas veces mayor debido a la acción humana. “El cambio climático está modificando fundamentalmente nuestro clima”, afirmó Bernadette Woods Placky, meteoróloga jefe de Climate Central. Los estudios recientes muestran que los huracanes del Atlántico tienen ahora el doble de probabilidades que antes de intensificarse rápidamente y transformarse en eventos catastróficos. El aumento del calor oceánico incrementa la velocidad del viento hasta un 5 % por cada grado Celsius adicional (REUTERS/Octavio Jones) Esa tendencia se agrava porque muchas de esas tormentas se desarrollan cerca de las costas, donde el agua cálida del mar y la humedad atmosférica impulsan una aceleración explosiva. “Vivimos en un mundo más cálido, lo que significa que los huracanes tienen mayor probabilidad de intensificarse rápidamente, especialmente cerca de las costas”, señaló Deoras. El informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres coincide en el diagnóstico. “Los huracanes han sido un peligro para las comunidades desde hace mucho tiempo, pero son cada vez más destructivos a medida que el planeta se calienta. Los huracanes son gigantescas ‘máquinas térmicas’ que extraen energía del agua cálida del océano. A medida que aumentan las temperaturas globales, también lo hacen las temperaturas de la superficie del mar, lo que proporciona más combustible para que las tormentas se vuelvan más fuertes, húmedas y peligrosas que hace tan solo unas décadas”, indica el documento. Los huracanes más dañinos ocurren ahora tres veces más que hace un siglo impulsados por mares más cálidos y húmedos (REUTERS/Norlys Perez) Los datos muestran que el aumento de la temperatura del océano incrementa la velocidad del viento de los huracanes hasta un 5 % por cada grado Celsius adicional, y los daños totales pueden crecer hasta un 50 %. El resultado no solo son vientos más feroces, sino también tormentas más húmedas. “El aumento de las temperaturas globales calienta las superficies oceánicas e intensifica la evaporación, lo que permite que las tormentas tropicales absorban más calor y humedad. Los huracanes más dañinos en Estados Unidos ocurren ahora tres veces más a menudo que hace un siglo, y desde 1980, la proporción de huracanes importantes en el océano Atlántico se ha duplicado”, advierte el informe. La ecuación es sencilla y alarmante: más calor, más vapor de agua, más lluvias. Una atmósfera más cálida retiene un 7 % adicional de humedad por cada grado de calentamiento, lo que genera precipitaciones torrenciales y mayores riesgos de inundación. Los modelos climáticos anticipan que, hacia el final de la década, los huracanes producirán entre un 10 % y un 15 % más de lluvia que en el pasado. Casos como Harvey, Florence o Imelda demostraron las consecuencias de ese proceso: millones de personas desplazadas y daños multimillonarios en infraestructuras urbanas. Las tormentas duran más descargan más lluvia y provocan inundaciones prolongadas en regiones costeras vulnerables (REUTERS/Octavio Jones) Huracanes más lentos, húmedos y destructivos La nueva amenaza no se limita a la intensidad del viento. Los investigadores detectaron otro fenómeno inquietante: los huracanes se mueven más despacio. Esa desaceleración amplifica el daño, porque las tormentas permanecen más tiempo sobre una región, descargan más lluvia y generan inundaciones prolongadas. Aunque la causa exacta del estancamiento no está completamente definida, algunos estudios señalan que el calentamiento del Ártico y los cambios en los patrones de circulación atmosférica pueden estar alterando la dinámica global del viento. Sea cual sea la explicación, las consecuencias son evidentes. Las comunidades costeras enfrentan tormentas que duran más, descargan más agua y destruyen infraestructuras esenciales. En islas y zonas bajas, donde la elevación del nivel del mar ya pone en peligro la vida cotidiana, un huracán intenso puede borrar en horas los avances de años. “Con el 90 % del calor adicional llegando a nuestros océanos, estamos observando su calentamiento y aumento de temperatura. Y esto se refleja en el aumento del nivel del mar. Así que, incluso sin tormentas, los niveles de agua están subiendo. Se están alejando de nuestras costas y se están adentrando más en el interior”, advirtió Placky. Luego añadió: “Estas tormentas están destruyendo la infraestructura costera de estas islas”. El cambio climático duplica la probabilidad de que un huracán se intensifique rápidamente cerca de las costas ( REUTERS/Octavio Jones) Los investigadores también analizan la tendencia a la intensificación rápida, que describe el salto de una tormenta moderada a un huracán mayor en pocas horas. En el Atlántico, este fenómeno se multiplicó durante las últimas décadas. Helene, Harvey y Katrina son ejemplos emblemáticos: los estudios de atribución concluyeron que el cambio climático antropogénico incrementó sus precipitaciones en hasta un 10 %. Ese aumento, sumado a la elevación del nivel del mar, amplifica el riesgo de desastres incluso antes de que una tormenta toque tierra. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) predijo para este año una temporada de huracanes más intensa de lo habitual, con entre 13 y 18 tormentas con nombre, de las cuales hasta cinco podrían alcanzar categoría de gran magnitud. Tras un inicio tranquilo, la realidad confirmó el pronóstico. Melissa y otras tormentas similares reflejan que los modelos climáticos ya no son proyecciones hipotéticas, sino descripciones de un presente cada vez más extremo. Los océanos absorben más del 90 % del exceso de calor del planeta, creando el combustible ideal para huracanes extremos (REUTERS/Gilbert Bellamy) El rápido fortalecimiento del huracán Melissa expone una tendencia alarmante: el calentamiento global está multiplicando la potencia y la velocidad de las tormentas tropicales, mientras los científicos alertan que los océanos se transforman en un gigantesco reservorio de energía. El calentamiento de los océanos es un proceso acumulativo, y su impacto se extenderá durante décadas incluso si las emisiones globales disminuyen de inmediato. Sin embargo, los científicos destacan que la velocidad del deterioro aún depende de las decisiones humanas, que todavía estamos a tiempo de realizar.
Ver noticia original