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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/10/2025 05:07
Random - Tigre Gareca Ricardo Gareca, a veces referido como Turco o Tigre, es un exfutbolista y director técnico argentino. Como jugador se desempeñó principalmente como delantero: se formó en Boca Juniors y tuvo pasos por América de Cali, Vélez Sarsfield e Independiente, obteniendo varios títulos nacionales e internacionales a lo largo de su carrera. Como entrenador, comenzó en San Martín de Tucumán y luego dirigió clubes argentinos como Talleres de Córdoba, Colón de Santa Fe, Quilmes, Argentinos Juniors y Vélez Sarsfield, donde logró destacadas conquistas nacionales e internacionales. Alcanzó su mayor visibilidad internacional al asumir la dirección de la selección de Perú entre 2015 y 2022. Bajo su conducción, el combinado regresó a una Copa Mundial Rusia 2018 después de 36 años de ausencia, obtuvo el tercer puesto en la Copa América 2015, el subcampeonato en la edición de 2019 y vivió uno de sus mejores momentos en el ranking FIFA durante ese ciclo. Esa expereincia lo consolidó como una figura respetada en Sudamérica por haber reconstruido un equipo competitivo y por la conexión que generó con la afición. En enero de 2024 asumió como director técnico de la selección de Chile con el objetivo de clasificar al Mundial 2026; sin embargo, tras una mala campaña en las eliminatorias y la derrota definitiva frente a Bolivia, anunció su renuncia en junio de 2025. Ricardo Gareca: "Uno nunca se conforma, siempre quiere nuevos desafío". (Jaime Olivos) Leo: —¿Qué es más difícil: ser entrenador o jugador? Gareca: —Entrenador. La mejor etapa que me pudo haber tocado en la vida es ser jugador de fútbol. Aquel que logra llegar a jugar profesionalmente y que lo haga porque le gusta, es una etapa hermosa esa. La de entrenador también es linda, forma parte también del fútbol, pero es otra cosa. Tenés que tomar decisiones importantes, tenés un plantel de 28 o 30 jugadores, que son 30 situaciones diferentes. Cuando sos jugador te tenés que ocupar de vos mismo, tratar de rendir, de dar lo máximo posible y listo. Ser entrenador es otra cosa. Estás un poco en la mira de todo. Leo: —Cuando sos entrenador, capaz que está desencajado porque en tu cabeza, sin contarle nada a nadie, estás pensando: “¡Uh! Mañana juego contra Rosario Central, que resulta que tal cosa o la tengo que ganar eliminatoria”, ¿no? Es una procesión diferente Gareca: —Nosotros no nos damos cuenta o yo no me doy cuenta. Pero muchas veces me dicen amigos o familiares: “Estás medio desencajado”. Pero no te das cuenta. Se ve que te empezás a transformar. Y es que la cabeza te va dando vueltas porque si hay lesiones, analizás a quién pongo, si hay suspensiones, si el equipo está bien, si tenés que hacer cambios en cuanto al sistema de juego... te va trabajando la cabeza. Los dirigentes que quieren hablar con vos, está el periodismo que también quiere saber. Hay un montón de cosas que vas procesando y por ahí lleva a que uno inconscientemente se vaya transformando, ¿viste? En general, cuando dejamos de trabajar nos normalizamos (risas). Todos te dicen: “Volviste a tener las facciones de siempre”. Pareciera ser que cuando dirigimos, nos deformamos. Temperamento, calma y vida familiar Leo: —¿Sos de calentarte o ponerte nervioso? Porque lo que percibimos nosotros es a un Gareca calmo y sabio. ¿O llevás una procesión por dentro? Gareca: —Hay una procesión por dentro, por supuesto Tengo muy metido eso que es importante transmitir, una determinada calma y más en un ambiente que está todo muy observado, que hay muchos detalles. Pero no significa que no me hago problema, no es que interiormente no me pasa nada. Más de una vez estoy abatido y no salgo de mi casa. Yo creo que todos aquellos que tenemos la posibilidad de ganar y estamos en ese proceso cuando perdemos, no queremos ver a nadie y nos aislamos. Es bastante torturante en ese aspecto. Leo: —Cuando llegás a tu casa, después de tanto tiempo en el fútbol, ¿tu familia lo maneja con naturalidad? ¿Te cuidás de no hablar de fútbol, tratás de desconectarte y enfocarte en otros temas? Gareca: —Mi familia ya me conoce. Pero si viene alguien que no conozco y se acerca a hablar de fútbol, le contesto. Lo que pasa que soy medido en contestarle, ¿no? Sería incapaz de contestarle mal. Pero sí soy cuidadoso. Bilardo, muchas veces, cuando estábamos en las eliminatorias o en el proceso, decía: “Hay que tener mucho cuidado cuando se van en taxi porque, como lo toma todo el mundo, lo que uno habla ahí se entera todo el mundo”. Él decía los taxis, pero bueno ahora pueden ser los Uber o todo lo que tenga que ver con ese servicio. Hay que tener cuidado lo que uno dice porque ellos recogen información de todo y después van y cuentan decía (risas). Leo: —Estaba adelantado… Gareca: —Fue un adelantado en todo él. Leo: —¿Qué cosas que viste de Bilardo como jugador, hoy siendo entrenador decís: “¡Qué bien Carlos!”? Gareca: — Él adelantaba, retrasaba…Todo lo táctico. Porque todo se practica. No es por casualidad. Si bien el fútbol tiene muchas cosas imprevistas, de talento, de que el propio jugador resuelve dentro del campo de juego, también hay cosas que se trabajan y después terminan saliendo, ¿no? Leo: — ¿El mejor con el que jugaste fue Maradona? Gareca: — Sí. El que tuve de compañero, sí. Leo: —¿Te pasaba eso que hoy cuentan los chicos de la Selección, cuando dicen: “Entreno con Messi y lo vi hacer algo que todavía no entiendo cómo lo hizo”? Gareca: —Sí, yo le vi hacer cada cosa en el entrenamiento… Lo que vio la gente fue espectacular, pero yo le he visto en el entrenamiento… Él siempre fue muy suelto, pero en el entrenamiento aún más todavía. Se desinhibía de todo, se transformaba y hacía cada cosa que nosotros quedamos con la boca abierta. Corría con botines desabrochados. Los cordones largos, que cualquiera se puede tropezar, pero él no. Dominaba la pelota, la levantaba y no se le salían los botines del pie (risas). Después para colocar la pelota, cuando practicaba fuera del área, peloteaba a los arqueros y él te decía dónde iba la pelota y vos veías que iba ahí. Le pegaba a la pelota y no importaba a que distancia la tirara, siempre le volvía al pie. Lo vi hacer cosas espectaculares y en todo era habilidoso. En la concentración jugaba al ping pong, al tenis y en todo era increíble. Innovaciones como técnico: el caso Vélez Leo: —Rompiste un poco las reglas al proponer la no concentración. ¿Cómo surgió? ¿Qué beneficios creés que te dio? Gareca: —Se hablaba mucho en ese momento cuando llegué de que estaban dispersos los jugadores. Yo quería ver el rendimiento, cómo estaban y muchos estaban casados, con familia... Entonces, quería ver cómo se comportaban, si lo que había en lo previo, este distanciamiento con la realidad, tenía algo que ver. En general, en el fútbol es muy común que cuando no ganás, alguien está desubicado o alguien está en otra cosa, o algunos están en otra cosa, ¿viste? Es muy común escucharlo. Me quise dejar llevar por lo que veía y una de las cosas que primero tomé como medida es no concentrar tanto. Cuando jugábamos a la noche, el día de partido, cuando jugábamos a la tardecita, por ahí a la noche, después de cenar. Y ellos iban respondiendo en el campo de juego. Se sintieron cómodos, nos sentimos cómodos. Leo: —O sea, liberaste una situación que creías que estaba un poco tensa. Gareca: —Yo creo que iba por ahí. Entendiendo que el jugador tiene familia y hay bebés y, en un momento por ahí hasta la concentración es buena para eso. Pero debería ir por ahí la cuestión porque resultó. A mí me gustaría que hoy o mañana el profesional pueda estar el menor tiempo posible concentrado. Porque no hay mejor contención que la familia. Leo: —Sí, estar en tu casa. Gareca: —No hay mejor contención que eso, de estar presente. Lo veo por ese lado. A mí me gusta que ellos en el campo de juego, respondan. Porque esto cada vez es está mucho más profesionalizado. Ganamos, ganamos bien, nos atienden muy bien. Entonces uno debería tener la tranquilidad de poder resolver todo uno mismo, con órdenes, por supuesto, sabiendo la dieta que tenemos que hacer, el horario que nos tenemos que acostar y todo. Me parece que uno podría verlo de esa manera. O por lo menos que no sean tan largas las concentraciones, ¿no? Pero me ha tocado al revés también. En Vélez llegó un momento que concentraba muy poco y en Perú llegó un momento que al primer jugador que llegaba desde el extranjero, se lo hacía concentrar 10 días. Tuve que concentrar porque la cosa no funcionaba y bueno... Leo: —Pero una cosa es un torneo local, si querés con copas internacionales de partidos de miércoles y domingo, y otra cosa es una eliminatoria. Gareca: —Sí, son dos cosas diferentes. Desafíos pendientes y futuro profesional Leo: —A nivel personal, ¿qué te falta? Has dirigido a todos, incluso selecciones. ¿Pensás todo el tiempo en algo que te gustaría hacer o simplemente te dejás llevar por lo que la vida te va dando? Gareca: — No, a mí me falta tantas cosas... Uno se torna muy exigente con uno mismo, pero tengo capacidad de análisis y digo: “Bueno, toda la vida fui un jugador de primera división, me mantuve en un determinado nivel como técnico, arranqué en Nacional B y después me fui consolidando con el tiempo”. Pero uno nunca uno se conforma, siempre quiere nuevo desafío y equipos de la talla de Boca, de River, siempre uno anhela la Selección Argentina, siempre uno anhela todos esos desafíos, pero no siempre se presentan. Leo: —Y si te desafiara jugando con la pregunta periodística y te dijera: Boca, River u otra selección para el Mundial, ¿para qué estarías hoy? Gareca: —Para cualquiera. Lo primero que de pronto se me presente y sobre todo que me guste, no tendría problema, no tendría que elegir uno u otro. Salvo que me hablen los tres simultáneamente (risas). Leo: —¿Qué edad tenés? ¿Se puede saber? Gareca: —67 años. Leo: —¿Le peleás al paso del tiempo o le tenés miedo a la muerte? Gareca: —Un poco de todo. Más al paso del tiempo por eso trato de cuidarme. La muerte es algo que todos tenemos asegurado (risas). Pero trato, dentro de ese lapso, de cuidarme y de ser lo más prolijo posible. Leo: —¿Me hablás de tu alimentación, de tus hábitos? Gareca: —Sí, de todo. Todo lo que tenga que ver con cuidar el cuerpo y la cabeza también. Pero no la cabeza de necesitar alguna ayuda profesional, que por supuesto lo respeto y está bien, pero me refiero a estar equilibrado. Trato por sobre todas las cosas de no pasarme de rosca y tratar de estar calmo. Leo: —¿Y cómo lo manejás? Venís nervioso, no sé, de Chile, de la selección… ¿Cómo descargás? ¿Salís a caminar, jugás un fulbito, vas al gimnasio? ¿Cuál es tu manera de liberar tensiones? Gareca: —Es un ejercicio. Trato de frente a las cosas que me hacen mal, trato de serenarme, me aíslo un poco, trato de respirar, veo una película. No estoy obsesionado tampoco con el fútbol. Tengo el momento de trabajo, donde analizo bien seriamente todo. Pero por ahí una película me distrae, estar con mi familia. Cosas que no me lleven a seguir colgado de un tema. Me tomo una copita de vino por ahí. Cosa que tenga que ver con desenchufarme un poco y no colgar. Y si bien tengo una profesión que salgo de un partido y a los tres días por ahí tengo otro, al día siguiente el dirigente te tiene que ver bien, los jugadores te tienen que ver bien, el periodismo, todo el mundo y tus compañeros de trabajo te tienen que ver bien porque vos a la cabeza. Lo que se transmite es lo que percibe la gente y lo que ve. No digo que no te conmueva y en algún momento no te sientas mal, pero después hay que salir a la pista rápidamente, hay que salir a la calle y uno tiene que estar bien. "La mejor etapa que me pudo haber tocado en la vida es ser jugador de fútbol", confesó el Tigre en diálogo con Leo Montero. (Jaime Olivos) Quién y por qué Leo desafió a Gareca a enfrentarse a distintas situaciones hipotéticas y decidir qué jugador de su Vélez campeón de 2009 escogería para cada rol. Leo: —Se juntan a jugar un fulbito, vos también jugás. ¿Quién de todos los que dirigiste y tuviste sería el más calentón del partido? Gareca: —Emiliano Papa. ¿Un día sabés la que me hizo? Hacíamos un reducido y jugaban a muerte porque cada equipo tenía sus jugadores. Si alguno estaba lesionado, tenían que jugar con los que estaban, no podían reemplazarlo. Y esa regla era para toda la temporada. Todos los años que estuve en Vélez pasaba eso. Uno o dos días antes del partido, ya sabían ellos que tenían ese campeonato y los que perdían pagaban asados, etc. El único que no pagaba era el que ganaba. En varios reducidos yo era árbitro y el Bocha Santín era árbitro para otro equipo. Jugaban cuatro equipos de seis u ocho jugadores. Él siempre se calentaba conmigo porque yo me mantenía inmutable. Yo con el silbato, por más que me dijeran lo que me dijeran, no me calentaba. Yo cobraba lo que tenía que cobrar. Pero él se enojaba conmigo y en un reducido se fue. Estábamos en el partido y veo que se va, abandona al equipo. Se va por allá y me grita a mí y me dice: “Vos no cobrás nada, así no se puede jugar”, que esto, que el otro y se fue. Yo lo dejé, seguí dirigiendo y lo veía de reojo. Por ahí se quedaba atrás, parado como un nene… Leo: —Como un nene enojado (risas). Gareca: —Sí, claro. Y se quedaba allá y miraba, caminaba y de golpe veo que se mete otra vez en el picado. Y así terminó, ¿viste? Se fue, abandonó al equipo y después volvió. Leo: —Solo. De calentón. Gareca: —Sí. Y varios partidos hizo lo mismo. Leo: —Segunda situación del quién y por qué. ¿A quién le robarías el guardarropa por un día? O sea, de todos esos jugadores que tuviste, el más lookeado, que iba al shopping a comprar, que le gustaba la pilcha... Gareca: —Poroto Cubero. Te volvía loco con la ropa. Te miraba siempre a ver cómo venías vestido. Y si no le gustaba cómo venías vestido, te mataba directamente (risas). Él era de las bromas pesadas también. Muy pesada. Pero se la bancaba, porque también le hacían bromas pesadas a él (risas). Se la bancaba bien. Pero lo primero que hace es mirarte de arriba a abajo. Leo: —Te ficha y si estás mal, te lo dice. Gareca: — Sí, siempre. Leo: — Tercera y última situación. Organizan una juntada de grupo con todo estos mis mismos planteles tuyos de Vélez. ¿Quién es el que pondría una mala excusa para no ir? Gareca: —No, ahí, me jodiste. Pero voy a poner a Zapata. El Chapa era especial, de un carácter especial. Con esto no quiero decir que no iría, pero era bastante especial el Chapa en ese aspecto. Leo: —¿Por qué? Gareca: —De mucha personalidad, de mucho carácter. Y él era tranquilo. Yo tenía esos Vélez imagínate… Sebastián Domínguez, como nombre pesado, Cubero. Somoza, el Tanque Silva, el Roro López, Maxi Morales, el Burro Martínez. Leo: —Jugadores de carácter. Gareca: —Claro, de carácter y también figuras importantes. Dentro de los que estaban, estaba el Chapa también. Y era muy personal en ese aspecto. No se metía con nadie y por ahí no le gustaba que se metan con él ni con nadie. Pero es una percepción de lo que vos me dijiste. Apenas me lo dijiste, lo primero que se me vino a la cabeza fue él. Leo: — Claro. Podría tener una excusa mala para no ir porque era tranquilo. Gareca: —Estaba tranquilo, por ahí, en ese aspecto. Pero, por ahí, a lo mejor me puedo equivocar y vendría. No sé.
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