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  • Cuando el dólar barato es la nueva dádiva: el “plan platita” libertario para llegar a octubre

    La Paz » Politica con vos

    Fecha: 27/10/2025 10:54

    La estrategia del gobierno de Javier Milei de mantener un tipo de cambio artificialmente bajo para “ganar antes de gobernar” resulta ser una variante adaptada del clásico “plan platita”. Pero aparece el interrogante: ¿a costa de qué? Mientras la universidad pública –y el conjunto de la educación– paga el ajuste silencioso, el oficialismo apuesta electoralmente al dólar barato como promesa de estabilidad. Las consecuencias, sin embargo, podrían llegar más allá de las urnas. La promesa del dólar barato como dádiva política El artículo de La Política Online sostiene que el gobierno “quemó USD 25 000 millones para llegar a la elección con el dólar controlado”. El discurso oficial presenta esta política como parte de una “fase 3” del programa económico: tipo de cambio contenido, ingreso de inversiones especulativas, endeudamiento para cubrir faltante de reservas. Con ello, se reproduce un patrón bien argentino: el oficialismo que busca ganar antes que gobernar, entregando señales de alivio inmediato para apuntalar la campaña electoral, en lugar de construir gobernabilidad estructural. Ajuste real versus alivio visible Mientras se impone la imagen de “dólar barato” como signo de alivio para el bolsillo, en el trasfondo se profundizan tensiones: El déficit externo crece, señalando que no hay cobertura genuina del modelo. El gasto público se reduce en sectores clave como la universidad pública, mientras se libera crédito o se apela al endeudamiento. La universidad pública, piedra angular de la movilidad social, queda de nuevo en el margen cuando la lógica es «ganar primero, pagar después». Esta disociación entre discurso de alivio y realidad de ajuste deja claro que la solución está concebida más como caballito de campaña que como política económica sostenible. ¿La innovación es solo de relato? El gobierno de Milei pretende mostrarse distinto de anteriores: no subsidios directos, no reparto masivo de bienes, sino estabilización vía dólar barato. Sin embargo, la crítica de fondo es que el mecanismo sigue operando bajo la lógica del pago futuro. Como recuerda el artículo: “La energía del gobierno se subordina … a la necesidad de ganar ahora y pagar después.” La universidad pública no se salva de ese pago futuro: los recortes, la precariedad presupuestaria y los ajustes futuros amenazan la misión formadora del Estado. Riesgo de la trampa del triunfo electoral Una victoria electoral no es garantía de éxito posterior para gobernar. El artículo advierte que la apuesta del gobierno es: ganar primero, que baje el riesgo país, que regresen los mercados, y luego encarar la producción exportadora que sostenga el modelo. Pero ese camino está plagado de escollos. Los dólares necesarios para sostener el tipo de cambio bajo no aparecen mágicamente. La universidad pública y la ciencia, que requieren visibilidad y presupuesto, quedan relegadas en nombre del “orden” y la estabilización. El modelo parece depender de la “inversión extranjera” y de que los sectores exportadores resuelvan los problemas de fondo, sin que se vean reformas educativas o de Estado que apunten a dotar de ese motor al país de forma sólida. Una apuesta electoral que pone en riesgo la universidad pública Para la universidad pública argentina, esta lógica es doblemente peligrosa: por un lado, se agenda como “ajuste necesario” lo que en realidad es un sacrificio silencioso de la inversión formativa. Por otro, el relato de “dólar barato para todos” invisibiliza que la verdadera distribución de oportunidades se construye vía educación pública de calidad, no solo vía consumo inmediato. El mantenimiento del tipo de cambio bajo puede generar ilusión, pero no sustituye la infraestructura, el financiamiento, la investigación y la autonomía de las universidades. Y si después de las elecciones viene la devaluación, el recorte presupuestario o el ajuste estructural –como suele suceder– serán las universidades, la ciencia y los jóvenes quienes paguen la factura La táctica del “dólar barato” como instrumento electoral resulta sofisticada Se evita el reparto directo, pero se promete alivio vía tipo de cambio contenido. Pero detrás del envión de campaña está la caja vacía del mañana: deuda creciente, reservas que no aparecen, y un sector público formativo —la universidad— que queda nuevamente relegado. La moral de este “nuevo plan platita” es clara: antes que gobernar, se busca ganar; antes que fortalecer la educación pública, se refrenda la promesa electoral. Si el país no asume que una universidad pública fuerte es motor de desarrollo y no solo un coste que ajustar, estaremos condenados a seguir cambiando de relato sin cambiar de ciclo.

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