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» Diario Cordoba
Fecha: 26/10/2025 10:29
A principios de otoño muchos pinares comienzan a adornarse con unos bolsones de color blanco en los extremos de sus ramas, especialmente los de pino negral o resinero, muy extendido en Sierra Morena. En los años sesenta la administración forestal optó por utilizar en muchos casos a esta especie para proteger los suelos desprovistos de vegetación y a la vez obtener un rendimiento maderero con su explotación. Se realizaron ensayos previos con las especies a utilizar para su plantación. En el caso del pino negral los crecimientos fueron espectaculares y se recomendó para utilizar esta especie de manera casi principal. Los que analizaron los resultados quizás no se dieron cuenta que esos años habían sido excepcionales en cuanto a la pluviometría, factor que hizo posible estos crecimientos muy favorables. Fueron plantados en altas densidades, para obtener rápidamente una cobertura del 100% del suelo para así protegerlo de las inclemencias meteorológicas. Fue pasando el tiempo y crecieron verdaderas almácigas de plántulas de esta especie que cubrieron el suelo y se elevaban verticalmente buscando la luz. Estas plantaciones requieren una serie de tratamientos selvícolas para ir disminuyendo la competencia por los nutrientes y el agua, y esos tratamientos requieren presupuesto. Las inversiones en estos pinares fueron disminuyendo y en los años ochenta miles de hectáreas estaban cubiertas casi exclusivamente de esta especie con una cobertura del 100% a las que no se le había realizado ninguna labor, y casi sin ninguna otra especie en este sistema. El suelo estaba protegido además por una extensa capa de acículas caídas año tras año. En ocasiones se le ha venido a denominar «desierto verde» por la gran ausencia de biodiversidad. En la actualidad no se invierte todo lo que se requiere. Un sistema muy frágil Este sistema es muy frágil y la alta competencia debilita los ejemplares, es una oportunidad para una polilla especialista en comer las hojas de los pinos, conocida como la procesionaria del pino, que debe su nombre a la costumbre de sus orugas de desplazarse una detrás de otra a manera de procesión y conocida también por su alta capacidad de producir urticaria. La plantación de pino negral dio lugar a lo que se ha denominado «desierto verde» En estos ecosistemas tan simplificados, la procesionaria puede alcanzar grandes densidades y amplias superficies de extensión. Tradicionalmente, la técnica más usada era realizar pulverizaciones aéreas con insecticidas a primeros de otoño coincidiendo con la eclosión de los huevos y nacimiento de las larvas que son mucho más sensibles a estos productos. Si no se pulverizan se produce una defoliación intensa lo que disminuye los recursos alimenticios para el año siguiente, tanto en cantidad como en calidad dado que los nuevos brotes tienen peores propiedades alimenticias, se producen muertes masivas y disminuye la población. Además, con altas densidades se favorece la presencia de depredadores, fundamentalmente parasitoides y aves insectívoras como el críalo, el cuco, la abubilla, los páridos (carboneros común y garrapinos y herrerillo capuchino) y chotacabras gris, que se alimentan de los distintos estadíos de su ciclo biológico. Se espera que el cambio global modifique la frecuencia y magnitud de los brotes de insectos defoliadores en los ecosistemas forestales, entre ellos la polilla de la procesionaria del pino, que está expandiendo su rango en respuesta al calentamiento global. El control de la procesionaria por los murciélagos es más importante de lo que se creía Investigaciones científicas de Cayuela, Hódar y Zamora ya demostraron en 2011 que las pulverizaciones aéreas tienen los mismos efectos de disminución de las poblaciones, por debajo de los niveles de riesgo, similares a los que ejercen el control natural de la superpoblación de la procesionaria, por agotamiento de recursos alimenticios y aumento de los depredadores. Solo serían recomendables en situaciones que amenacen la salud en áreas recreativas y en los tajos donde se prevea trabajar en invierno y la densidad sea alta. Recomiendan la adopción de medidas preventivas que favorezcan el incremento de sus depredadores. Una de las primeras medidas es la instalación de nidales artificiales que ofrezcan oquedades de nidificación a las especies de páridos, ya que estos sistemas, al ser árboles jóvenes, carecen de huecos donde sitúan estas aves sus nidos. Sobre este aspecto existen ya numerosos estudios que aconsejan como deben colocarse estas cajas nidos para aumentar su porcentaje de ocupación. Este sistema es muy frágil y es una oportunidad para la polilla especialista en comer las hojas de los pinos En la última década se está poniendo de manifiesto que el control de la procesionaria por los murciélagos es más importante de lo que se creía. Pueden ingerir la mitad de su peso en insectos por día y los máximos de actividad de los murciélagos se corresponden con el periodo de máxima actividad de apareamiento de las polillas de la procesionaria del pino, que se producen durante las 4 horas después de la puesta del sol. Por la misma razón anterior, la instalación de refugios para murciélagos forestales, que suelen utilizar las grietas y oquedades, se considera otra acción imprescindible para ayudar al control biológico, sin olvidar las trampas con feromonas que también impiden la reproducción al caer los ejemplares en las trampas previstas para ello.
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