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  • Tortura en el campo: el calvario de Agustín, el peón que se animó a denunciar a sus jefes

    » Elterritorio

    Fecha: 26/10/2025 08:49

    El hecho ocurrió en una estancia de Vedia, en el noroeste bonaerense. Agustín, un peón rural de 20 años, fue golpeado, atado, mordido y amenazado con desaparecer en un tanque de cal viva. Los acusados están siendo investigados por privación ilegítima de la libertad, lesiones y coacción, aunque sus abogados piden que se considere un intento de homicidio. sábado 25 de octubre de 2025 | 14:12hs. Para Agustín F., un peón rural de 20 años, la jornada del 30 de septiembre empezó como tantas otras en la estancia donde trabajaba, cerca de la localidad bonaerense de Vedia, sobre la Ruta Nacional 7. Al caer la tarde, se reunió en la casilla con sus dos empleadores para tomar unos mates. No imaginaba que, en cuestión de minutos, la rutina se transformaría en una pesadilla. Según la denuncia presentada ante la Justicia, sus dos patrones, identificados como S.A. y D.A., lo atacaron sin previo aviso: lo golpearon con los puños, lo patearon en el suelo, lo ataron con precintos y lo amenazaron de muerte. En medio de la agresión, uno de ellos le mordió violentamente la oreja derecha y le arrancó un trozo de tejido. Las imágenes periciales muestran una mutilación parcial y abundante sangrado. “Te hago desaparecer en una lata con cal viva” El calvario duró más de una hora. Mientras Agustín estaba reducido en el suelo, con las manos y los pies atados, uno de los hombres tomó un fierro macizo —el mismo que usaban para atar animales— y continuó golpeándolo. Después, le apuntaron con una carabina negra con cinta adhesiva en la culata. Según consta en la causa, D.A. le acercó el arma a la cabeza y le dijo: —“Si hablás, te mato y te hacemos desaparecer.” El otro empleador le mostró una jeringa con un líquido grisáceo y lo amenazó: —“Esto te para el corazón.” Acto seguido, le dio una patada en el cuello que le provocó lesiones en la tráquea. “Podrían haberlo matado con ese golpe”, explicó la abogada Anabella Sandoval, quien junto a Matías Almeyra representa a la víctima. Los agresores le advirtieron que lo iban a “meter en una lata de 200 litros con cal viva” para borrarlo del mapa. “Y si tu familia pregunta, diremos que te fuiste a Córdoba”, remató uno de ellos. La brutalidad y el cinismo Tras la tortura, los dos hombres lo subieron a la parte trasera de una camioneta azul. Colocaron toallas en el asiento para que la sangre no manchara el tapizado. Antes de dejarlo en su casa, le dieron dos pastillas de diclofenac y le aconsejaron que se duchara con agua caliente. Le repitieron una última amenaza: —“No se te ocurra hablar en el hospital ni en la comisaría, porque te matamos a vos y a tu familia.” Aun así, Agustín decidió denunciar el ataque. Lo hizo con miedo, pero con la convicción de que callar significaba resignarse. Un peón acorralado El trasfondo del conflicto habría sido una disputa por un pago en ganado. Uno de los acusados había entregado a Agustín un animal como parte de pago por horas extras, pero su hermano lo desconoció y lo acusó de robo. “Se roban entre ellos y culparon a él, el más débil”, sostuvo su abogada defensora. Desde ese momento, el joven empezó a recibir presiones y humillaciones, hasta que el 30 de septiembre la tensión explotó. Las huellas del horror El informe médico forense documenta las secuelas del ataque: fractura de las paredes del seno maxilar, tabique nasal roto y desplazado, compromiso de partes blandas de la cara, lesiones en la tráquea y las rodillas. El perito dispuso reposo absoluto por 40 días. Además del daño físico, los abogados aseguran que Agustín quedó “psicológicamente destruido” y teme por su vida. En los últimos días, denunció que cree ser vigilado y seguido por allegados de los agresores. La causa judicial y un reclamo de justicia La ayudantía fiscal de Vedia investiga el hecho bajo las figuras de privación ilegítima de la libertad, lesiones y coacción agravada. Los abogados de la víctima solicitan que la causa se recaratule como intento de homicidio, por la ferocidad y el riesgo vital de los golpes recibidos. Durante los allanamientos realizados en la estancia, se secuestraron teléfonos celulares, jeringas y precintos plásticos. La Justicia de Garantías, sin embargo, no ordenó la detención de los sospechosos, aunque impuso una restricción de acercamiento mientras avanza la investigación. “Hoy los dos siguen libres y Agustín vive con miedo. Pero tuvo el coraje de denunciar lo que muchos callan”, señaló la abogada Sandoval. Un mensaje que resuena En Vedia, donde todos se conocen, el caso generó conmoción. Los abogados de la víctima remarcan que no se trata de un conflicto laboral, sino de un intento de asesinato, y advierten sobre la violencia estructural que padecen los trabajadores rurales más jóvenes. Agustín intenta reconstruir su vida. Las cicatrices en su rostro son apenas una parte visible de lo que quedó de aquella noche. En silencio, repite lo que escuchó antes de que lo dejaran tirado en su casa: —“Si hablás, te matamos.” Y lo dice sin temblar: —“Por eso hablé. Porque si no hablaba, me mataban igual.”

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