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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/10/2025 02:49
Nacidos en redes - Jorgito Barrionuevo El impacto de la popularidad digital ha transformado la vida de Jorgito Barrionuevo, un creador argentino que ya superó los 10 millones de seguidores en TikTok. Su ascenso en la plataforma, caracterizado por videos grabados de manera espontánea junto a amigos en espacios públicos, ha redefinido sus expectativas personales y familiares. El inicio de la trayectoria de Jorgito Barrionuevo en TikTok se remonta a mayo de 2021, cuando publicó su primer video. Desde entonces, su contenido ha captado la atención de una audiencia masiva, consolidando su presencia en la red social. Uno de los momentos destacados de su carrera ocurrió en agosto de 2022, cuando compartió un video en el que relataba sus planes para remodelar la cocina de su tía. Esta publicación superó las 8 millones de visualizaciones, evidenciando el alcance de su influencia. Invitado a Nacidos en Redes, Barrionuevo reflexionó sobre el efecto de la fama y los cambios que ha experimentado: “A mí siempre me gustó llamar la atención de la gente, pero soñar así, a este nivel, nunca me lo imaginé. Que digan que la plata no da la felicidad... A mí me mejoró todo.” Y a la hora de dejar un mensaje para sus seguidores, dice: “Me encanta que me tengan de ejemplo porque les juro que nunca voy a dejar de darles ese mensaje: ‘Trabajen para adelante. Y la familia es lo más importante que hay’”. Ante último de nueve hermanos nacidos en Tucumán -cinco mujeres, cuatro varones-, del humilde barrio de Villa Muñecas, en cuanto empieza a desarrollar su conmovedora historia de superación quedan claros varios por qué... "En pandemia, si un video llegaba a las mil reproducciones, me brillaban los ojitos. Yo re emocionado, porque lo soñaba, me moría por ser viral" (Foto: Maximiliano Luna) Acá, los momentos más destacados de la charla: —Bienvenido, Jorgito. Tenés una historia hermosa, super inspiradora. Así que arranquemos de cero. ¿A qué edad dijiste “Voy a subir algún video mostrando cómo es mi vida?” —Empecé a subir en pandemia, a los 17, 18 años. Los primeros meses era contenido más de humor... y después, cuando ya no se podía salir, empecé a mostrar mi vida cotidiana en casa; eso pegó muy fuerte y me llevó a tener un público muy fiel al día de hoy. —¿Cuántas personas te siguen hoy en día? —Creo que si junto todas mis redes sociales -desde Facebook a Instagram, TikTok, YouTube-, unos diez millones. —¿Lo esperabas? —Para nada. En pandemia, si un video llegaba a las mil reproducciones, me brillaban los ojitos. Yo re emocionado, porque lo soñaba, me moría por ser viral. —¿Y vos qué soñabas? —A mí siempre me gustó llamar la atención de la gente. Pero soñar a este nivel nunca me lo imaginé. Pero llegó un punto en que sentí que podía dar mucho más y que esto podía dar frutos para mi vida. Ahí le metí con todo y no paré más. —¿Esas ganas de llamar la atención viene por lo de ser el menor en una familia tan numerosa...? —Yo creo que sí (ríe). De mis nueve hermanos, yo soy el más chico. Ahora somos un equipo, pero en su momento, cuando yo era más chico, cada uno estaba en una, luchando por lo suyo. —Escuché en una entrevista que vos pasaste de ser como el más chiquito a un poco el rol paterno de la familia, ¿no? ¿Lo sentís como una presión, como una mochila? —Para nada, se siente muy bien. O sea, ver que mis hermanos son todos más grandes que yo y que respeten mi voz. Si digo algo lo respetan al cien porque abrí una puerta que nos cambió la vida a todos. Lo respetan y me lo agradecen constantemente. —¿Cómo pasaste de tener una familia un poco fragmentada o con sus problemas a tener una familia tan unida? ¿Creés que fue tu éxito profesional o hubo algo ahí también atrás? —Ese fue mi primer objetivo. Si no estábamos siempre en casa o todos juntos, era porque todos estaban laburando, buscando el pan de cada día para su familia, porque todos mis hermanos ya están grandes, tienen hijos. Y yo sabía que el primer paso para que algún día podamos compartir domingos familiares y juntarnos más seguido era solucionar el estado económico... —¿Y qué es lo primero que hiciste cuando te ganaste tu primer trabajo en redes sociales? —Lo primero que me ingresó fue un canje de comida; y después tuve una entradita de unos pesos que usé para pagar la luz y lo esencial en casa... Porque estábamos mal en ese sentido. —Me parece que hace un tiempo, gracias a la plataforma TikTok, principalmente, se dio espacio a creadores de contenido que no necesariamente venían de lugares acomodados, ¿no? —Me hace sentir muy contento cuando me los cruzo chicos de mi edad que me dicen: “En mi casa vivimos igual que como vos vivías. Yo sueño cumplir lo mismo que cumpliste vos: terminar mi casa, darle todo a mis papás”, y así. No me quiero despegar de esa gente y les sigo diciendo que todo se puede, que sigan ladrillo por ladrillo tratando de que eso cambie algún día. A largo plazo, van a poder terminar esa casita. —¿Qué te generó empezar a ganar tu propia plata? ¿Felicidad, momentos de estrés? —(Piensa) Sinceramente no sé. Al principio sí sentía que era lo que más necesitaba; aunque digan que “la plata no da la felicidad”, a mí me mejoró todo. Porque en mi casa el día a día era un infierno, por así decirlo, y la plata cambió todo eso: la heladera y la alacena llena, poder hacer algún plan familiar los domingos, comprar carne, invitar a todos. —En definitiva, lo que te hace feliz es contentar a tu familia. —Exactamente, eso me dieron mis ingresos y mis ingresos vienen de la gente y una cosa lleva a la otra. —Ahora te voy a preguntar por un tema sensible -que vos ya has blanqueado-, el vínculo muy cercano que tenés con un hermano que entiendo que aún sigue preso, ¿no? —Sí, él sigue preso. —¿Cuántos años tiene? —Adolfito tiene veintitrés; estoy yo, sigue Adolfo y después, Norali. —¿Hablan seguido? —Sí, sí, todos los días. "Me quedó muy marcado cuando mi mamá empezó a llorar y a preguntarle a mi hermano Adolfito, drogadísimo, por qué le había robado la procesadora; era el único electrodoméstico que teníamos" (Foto: Maximiliano Luna) —Okey, o sea, tiene celular en la cárcel. ¿Y dónde está? —Ahora está en una comisaría allá, en San Miguel de Tucumán. Y hace unos años, cuando le tocó salir, yo estaba en un boom. Le muestro el mundo en el que yo estaba viviendo, lo llevé a Salta, Jujuy, todas las provincias donde hacía presencia. —¿Qué te decía? —Que estaba orgulloso de mí, y ahí lo mostré y conté su historia en mis redes sociales. Ponele, grababa tres videos por día con mi hermano y ninguno tenía menos de cinco millones de reproducciones. Fue un furor. —¿Y cuánto tiempo después volvió a caer preso? —Si no me equivoco, a los dos meses. Pasó todo muy rápido. Un poco sentía que era culpa mía y bueno... ahí él me hizo saber que no, que se equivocó él, que yo le di la mano que él más necesitó y no lo supo aprovechar. Y hasta el día de hoy me pide perdón. —Pero ¿culpa por qué? —No sé, siento que podría haber hecho un poco más. Capaz me lo tenía que haber llevado de la provincia... No sé, yo tengo un problema con eso, con que le quiero cambiar la vida a mi hermano también, lo quiero ayudar y siento que... —¿Por? —Porque la malayunta fue lo que hizo que él vuelva a lo mismo, un tema de drogas... —Para las adicciones no hay clase social. Es algo que le agarra al que le agarra y es muy difícil salir. ¿Y cómo hiciste vos, con tastas tentaciones, para decir “no, yo drogas no”. —Justamente por lo que estamos hablando, por mi hermano Adolfo. Y hace unos años, pasó también con mi hermano Carlitos, que ahora le va muy bien, por suerte. Y bueno, un día que me quedó muy marcado fue cuando mi mamá empezó a llorar y a preguntarle a mi hermano Adolfito por qué siempre venía así a casa, estaba drogadísimo. Y le empezó a preguntar llorando por qué le había robado la procesadora, que mi mamá la amaba; creo que era el único electrodoméstico que teníamos en mi casa y había desaparecido. Creo que mi hermano Adolfito lo había vendido (obviamente para drogarse) y mi mamá le empezó a preguntar llorando por qué nos sacaban lo poco que teníamos. Y yo con diez años me levantaba de la mesa para pegarle... —¿Qué hacías? —No, me, me le empecé a pegar piñas, así a lo loco. —¿A tu hermano Adolfo? —Sí, le empecé a pegar piñas. O sea, llegué a odiar a mis hermanos, a Carlitos y Adolfito, cuando era más chiquito les tenía bronca, sentía que no les afectaba ver a mi mamá llorar. Pero bueno, la droga era más fuerte, obviamente, estaban perdidos. Igual, mi mamá nunca se dio por vencida, siempre los llevó a la iglesia. Y mi hermano Carlitos sale gracias a eso, o sea que lo internamos en una iglesia y después, bueno, conoció una chica que se llama Carolina, que es mi cuñada a día de hoy y le cambió la vida, y nosotros le agradecemos de por vida. —¿Hace cuánto que está rehabilitado Carlitos? —Ya van a ser como seis, siete años. —Ahí te das cuenta que se puede. —No, sí, obvio. —¿Y en cuanto a Adolfito? —Le tengo toda la fe. ¡Nunca le voy a soltar mano, siempre voy a estar para mi hermano! Siento que esta próxima oportunidad es la definitiva y todo va a cambiar. —¿Cuándo sale en libertad? —Si Dios quiere, a fin de año o a mitad del año que viene. —Ya estás pensando en cómo recibirlo... —(Piensa) Yo soy un fiel creyente de que en mi familia y en mi vida todavía faltan los días felices. O sea, que se acaben los problemas, porque nunca se acabaron. Hasta el día de hoy mi hermano sigue preso y siempre salen cosas nuevas. Pero siento que falta solamente que él salga; este último tiempo tuvo la condicional, que él podía ir a casa cuatro horas dos veces al mes. Y cada vez que se va, mi hermana Jorgelina llora y lo sufro un montón. Cuando es Navidad, noches importantes, cumpleaños, ella siempre se quiebra y termina llorando mi mamá y ya terminamos todos tristes y se arruina el momento. Y solamente falta eso, que esté mi hermano en casa y que cambie su pensamiento. Yo sé que eso va a pasar, como pasó con mi hermano Carlos, que a día de hoy está rebién, es un re-ejemplo, un re-padre. Eso también va a pasar con mi hermano Adolfito. —Cambiemos de tema para. Contame cómo es esta cuestión de que van y vuelven muy seguido con tu novia... —Pasa que somos muy diferentes. La conocí en un viaje de influencer. —¿Ella de dónde es? —De Palermo, pero eso no impidió que tengamos conexión. A mí me gustaba mucho y ella también hizo notar que yo le gustaba mucho y pegamos muy buena onda al principio. Después, como que ya se fue volviendo más... —¿Tóxico? —Y... sí, nos pusimos de novios muy rápido, a los dos meses de conocernos. Y sí, todo se empezó a volver un poco muy tóxico, pero tampoco lo quiero hablar como un problema gigante porque obviamente somos chicos. Era tóxico, pero tranqui. Lo único que se me pasaba por la cabeza era “No podemos estar peleando tanto”. —Y ahora, ¿cómo está la situación? —Para mí, voy a estar toda mi vida con ella. —¿Cómo fue venirte a vivir en Buenos Aires, una ciudad tan imponente? De hecho, vi un video muy tierno cuando tu familia vino por primera vez y tu papá no había subido a un ascensor. —Ni a un ascensor ni a un avión, nada. —¿Y qué onda vivir solo y más que nada en Buenos Aires? —Yo sentía que era un paso que tenía que dar para madurar del todo, para sentir lo que es estar solo, lejos de casa en... ¿Cómo es que le dicen a Buenos Aires? En La ciudad de la furia. —¿Y algún hermano te dice: “Che, que me quiero ir con vos”? —Primero traje a mi mamá, conocimos todo Buenos Aires y le hice vivir unos días hermosos. Después traje a mi papá y con cada cosita se ponía muy feliz. En La Bombonera, por ejemplo; estábamos en la platea y me dice “Mirá, hijo, la bandera que está en aquella esquina, ¿ves?, la veo en la tele desde que tengo diez años”, me dice. Y a mi se me ponía la piel de gallina, porque él era bostero a full. —¿Contame con qué soñás de acá a cinco años? —Quiero tener una casa muy grande a mi nombre, ese es mi sueño. —¿Familia? —Sí, quiero ser padre joven. "Primero traje a mi mamá. Después traje a mi papá. En La Bombonera me dice 'Mirá, hijo, la bandera que está en aquella esquina, ¿ves?, la veo en la tele desde que tengo diez años”, y a mi se me ponía la piel de gallina, porque él era bostero a full" (Foto: Maximiliano Luna) —¿Un consejo para tus seguidores y para los que recién empiezan? —Primero, les agradezco siempre por bancarme tanto. Literalmente me cambiaron la vida. Y me encanta que me tengan de ejemplo porque les juro que nunca voy a dejar de darles ese mensaje: “Trabajen para adelante. Y la familia es lo más importante que hay”. Y si algún día no tienen fuerza o les cuesta seguir adelante, miren a su mamá, a su hermano o alguien al que quieran ayudar, porque, para mí, luchar por otro te hace mucho más fuerte. —Pefecto, me encantó, Jorge... —¿De verdad? Muchas gracias por la invitación, la pasé increíble. Y bueno, algún día repetimos. Tengo mucho más para contar. Fotos: Maximiliano Luna
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