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  • Descubren en Chubut una tortuga marina gigante de unos 20 millones de años

    CABA » Plazademayo

    Fecha: 24/10/2025 18:51

    Un equipo del CONICET y del Museo Egidio Feruglio halló en la Patagonia argentina esta nueva especie, bautizada Helianthochelys redondita. La líder del grupo de investigación explica el porqué del nombre, las principales características del animal…y por qué tuvieron que apelar a un “tortumóvil” para trasladar el material hasta el museo. Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)– La Patagonia argentina sigue develando tesoros paleontológicos de sus entrañas prehistóricas. Esta vez fue el turno de una nueva especie de tortuga marina gigante de unos 20 millones de años. Según los expertos, es uno de los registros más completos de este linaje en el mundo y el más austral conocido hasta ahora para el período Mioceno. El estudio, publicado en la revista científica Ameghiniana, fue liderado por la investigadora del CONICET y del Museo Paleontológico Egidio Feruglio, Juliana Sterli. “La especie hallada en Chubut, a unos 40 kilómetros de Trelew, está descrita sobre un único ejemplar, representado por un caparazón casi completo. También hay fragmentos de cráneo, vértebras, pelvis, costillas y la cintura escapular”, explica la científica, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. La especie en cuestión, que pertenece a una familia llamada dermoquélidas, fue bautizada Helianthochelys redondita. El nombre proviene de los términos griegos helios (sol) y anthos (flor), en referencia a la disposición de los osículos -huesos muy pequeños- del caparazón, que recuerdan a la forma de un girasol. Y “redondita” hace alusión a la localidad de Estancia La Redonda Chica, donde se hallaron los restos. Identikit de una tortuga marina prehistórica…y anciana El ejemplar es un individuo muy viejo y que habría alcanzado dimensiones similares a las tortugas laúd actuales, con un caparazón de más de 2 metros de longitud. El registro fósil de este grupo, cuentan los expertos, es fragmentario y desigual, con apariciones que se remontan al Cretácico Tardío en Asia y Europa. En Sudamérica, hasta ahora sólo se habían encontrado restos aislados en Perú y Argentina. Es por esto que el hallazgo de Helianthochelys redondita constituye el registro más austral y uno de los más completos conocidos de este linaje. “Justo hace algunas semanas se publicó otro trabajo sobre un dermoquélido bastante completo, hallado en la costa atlántica de Estados Unidos. Y es realmente interesante porque son hallazgos complementarios, al llevar a cabo los análisis filogenéticos”, puntualiza a la Agencia CTyS-UNLaM Evangelos Vlachos, investigador del CONICET y del MEF. Parientes en el árbol genealógico En la actualidad, el grupo de los dermoquélidos está representado por una sola especie, la llamada “tortuga laúd” (Dermochelys coriacea). “Es un grupo muy peculiar. Si se agarra el caparazón de cualquier otra tortuga, de 210 millones de años hasta acá, se va a ver que está conformado por un numero constante de placas óseas, que rondan las 50. En cambio, en esta especie, el caparazón no se osifica, sino que es reemplazado por una suerte de caparazón secundario, conformado por miles de estos pequeños huesos llamados osículos”, describe la investigadora del CONICET. Otra peculiaridad de la especie actual es que son buceadoras marinas, lo que no ocurre en ninguna otra tortuga. “Bucean a más de dos mil metros de profundidad, lo que implica toda una adaptación del organismo -plantea la doctora en paleontología-. Por ejemplo, desarrollaron algo llamado gigantotermia, la capacidad de mantener una temperatura corporal más estable que el agua circundante. Y se alimentan únicamente de medusas”. La conclusión de los expertos es que la especie prehistórica descubierta probablemente compartía hábitos similares con su pariente moderna. “En estas latitudes, entre los 23 y los 13 millones de años atrás, el clima era más cálido que el actual. Incluso tenemos registros de más de 40 millones de años que muestran a dermoquélidos llegando hasta la Antártida”, señala Sterli. Un viaje de 20 millones de años El camino que va desde el hallazgo de un fósil hasta el museo suele ser muy extenso. Más de lo que puede suponer alguien ajeno a la paleontología. En este caso, por ejemplo, los primeros fósiles de esta tortuga gigante habían sido descubiertos en 2016, por parte de un técnico del CONICET-IPGP (Puerto Madryn), integrante de una campaña paleontológica para buscar cetáceos fósiles. “El período de la historia geológica en el que estamos con esta especie, para ubicarnos, se denomina Mioceno. Durante ese período de tiempo, hace unos 20 millones de años, hubo una ingresión marina que cubrió la zona oriental de Chubut. La tortuga Helianthochelys redondita fue hallada en sedimentos marinos acumulados durante esa ingresión”, explica José Cuitiño, geólogo del CONICET-IPGP, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM. ¿Cómo hicieron los expertos para llevar los fósiles hasta el museo? Primero, los especialistas del MEF protegieron los restos con un bochón de yeso, ya que se encontraban en riesgo por la erosión y la exposición a la intemperie. La extracción, además, se pospuso varios años debido a la dificultad logística y a la pandemia. El viernes realizamos la presentación formal de la nueva especie de #tortugamarina gigante descubierta en Chubut (Patagonia, Argentina) Gracias a todo el público que compartió esta noticia con nosotros! #Helianthochelys @yatachelys pic.twitter.com/TsZ37mqtgl — MuseoEgidioFeruglio (@mefpatagonia) October 6, 2025 En 2021 comenzó finalmente el traslado. En palabras de Pablo Puerta, técnico en Paleontología del MEF, “la logística que tuvimos que realizar para transportar los fósiles fue una de las más complejas que ha hecho el Museo”. Y ahí apareció el ingenio: para mover el bochón, pesado y en un terreno hostil, los técnicos del MEF diseñaron un vehículo especial que bautizaron el “tortumóvil”, adaptable como trineo o camilla con ruedas. “Tengamos en cuenta que no es como el hueso de fémur de dinosaurio, por ejemplo, que es mucho más compacto y robusto. Es un caparazón de dos metros de largo por dos de ancho, pero con no más de dos centímetros de espesor. La estructura para mantenerlo se complejiza”, aclara Sterli. Cada jornada, avanzaban apenas entre 100 y 300 metros, en equipos de seis personas. “En 2022, directamente hicimos un camino para poder arrastrar el tortumóvil con una máquina y finalmente levantarlo con trípode hasta una camioneta para traerlo al MEF”, comenta Puerta. Tras diez años de campañas, la tortuga y su caparazón es hoy parte de la colección del Museo. “Rescatar el trabajo ha llevado muchos años. El trabajo científico no se hace rápido, hay mucha gente detrás para que ese fósil esté exhibido: todo el equipo de investigación, la parte de limpieza de las muestras, los dueños de los campos- enumera la investigadora, a modo de conclusión-. Ni hablar de las fuentes de financiamiento, como el CONICET, el mismo MEF y lo que en su momento nos aportó la Agencia I+D+i». Un equipo inter-institucional El trabajo de investigación para el hallazgo de esta tortuga marina fue realizado por Juliana Sterli y Evangelos Vlachos (CONICET–Museo Paleontológico Egidio Feruglio), José Ignacio Cuitiño (Instituto Patagónico de Geología y Paleontología, CCT CONICET-CENPAT), Ignacio A. Cerda (CONICET–Universidad Nacional de Río Negro, Instituto de Investigaciones en Paleobiología y Geología, Museo Provincial Carlos Ameghino, Cipolletti, Río Negro) y Mónica Romina Buono (Instituto Patagónico de Geología y Paleontología, CCT CONICET-CENPAT).

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