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  • ¿Sabías que la superficie de un pulmón equivale al área de una cancha de tenis? Descubre más curiosidades sobre este órgano esencial

    » Diario Cordoba

    Fecha: 24/10/2025 10:38

    ¿Sabías que la superficie de un pulmón equivale al área de una cancha de tenis? Descubre más curiosidades sobre este órgano esencial Por Cecilia Vega ¿Y que respiramos unas 20.000 veces al día sin apenas darnos cuenta? ¿O que nuestros pulmones regulan y protegen nuestro organismo? ¿Qué no son iguales y carecen de musculatura? Cuatro neumólogos de Quirónsalud nos explican cómo funcionan estos órganos vitales y qué hábitos debemos seguir para cuidarlos. “¿Sabías que la superficie de un pulmón equivale al área de una cancha de tenis?” Con esta sorprendente cuestión, el Dr. Luis Manuel Entrenas Costa, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba, pone de inmediato en perspectiva la magnitud de este órgano tan extraordinario. Resulta casi increíble pensar que algo que cabe dentro de nuestro tórax pueda desplegarse hasta alcanzar el tamaño de un campo de tenis. Sin embargo, como detalla el Dr. Antonio Torres Martí, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitari General de Catalunya, la clave está en los alvéolos, esas diminutas estructuras donde se produce el intercambio gaseoso. “El pulmón humano contiene aproximadamente 300 millones de alvéolos que, si se desplegaran, sumarían entre 70 y 100 metros cuadrados de superficie total en adultos”, señala “y a través de ellos, el oxígeno llega a la sangre para ser distribuido al resto de nuestros órganos y se elimina el dióxido de carbono, gas de desecho que se produce como consecuencia de reacciones metabólicas de nuestro organismo y que resulta tóxico si se acumula”. Cada minuto los pulmones reciben hasta cinco litros de sangre, cifra que puede multiplicarse por cuatro durante un ejercicio intenso. Es como albergar un inmenso centro de operaciones funcionando sin descanso dentro de un espacio mínimo. De distinto tamaño y sin músculos Un detalle anatómico que suele sorprender a quienes se acercan por primera vez a estos órganos es que el pulmón derecho y el izquierdo no son simétricos. “El pulmón derecho tiene tres lóbulos y ocupa aproximadamente el 55% del espacio torácico, mientras que el izquierdo, con solo dos lóbulos, se ve reducido al 45% por la posición del corazón, que está situado entre los dos pulmones, pero con la punta hacia la izquierda”, aclara el Dr. Entrenas Costa. Otra característica chocante de los pulmones es que no tienen músculos propios. Su expansión y contracción dependen del diafragma y de los músculos intercostales, que actúan como un motor externo. Como explica el Dr. Líder Augusto Espinoza, del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Torrevieja “los pulmones son como ‘esponjas pasivas’. El diafragma, músculo situado bajo los pulmones, se contrae y expande la cavidad torácica, mientras los músculos intercostales elevan las costillas. La combinación de ambos crea un vacío que permite que el aire entre; eso es la inspiración. Al relajarse estos músculos, el aire sale de forma pasiva, es la espiración”. En situaciones de alta demanda, como el ejercicio intenso o una tos profunda, otros músculos auxiliares del cuello y los hombros se activan para aumentar la ventilación. De izquierda a derecha: Dra. Alicia Ferreira Moreno, Dr. Antonio Torres Martí, Dr. Luis Manuel Entrenas Costa y Dr. Líder Augusto Espinoza. Respiramos 20.000 veces de media al día Gracias a ese trabajo continuo, respiramos entre 17.000 y 30.000 veces al día, 20.000 veces de media, sin apenas darnos cuenta y adaptándose a cada cambio de actividad o emoción. Por ejemplo, “durante el ejercicio, en enfermedades respiratorias agudas o en procesos de ansiedad, respiramos más deprisa”, precisa el Dr. Torres Martí. La capacidad pulmonar varía en función de la edad, el peso, la altura o la etnia. No obstante, “para un adulto sano de unos 170 cm, la capacidad pulmonar total normal oscila entre los 6 - 7 litros en caso de los varones, y entre 4.2- 5.4 litros para una mujer de 160 cm”, detalla la Dra. Alicia Ferreira Moreno, neumóloga del Hospital Ruber Internacional. Este volumen se relaciona directamente con nuestra capacidad de realizar esfuerzos. A menor capacidad, mayor dificultad para realizar las actividades diarias y menor tolerancia al ejercicio físico, apareciendo síntomas como la disnea (sensación de ahogo / falta de aire), debilidad muscular o taquicardia. Pero, ¿usamos toda nuestra capacidad pulmonar? ¿Qué hay de cierto en que solo empleamos el 10%? Los doctores lo aclaran: En condiciones de reposo, el volumen corriente que se mueve en cada respiración está en torno a los 500 mililitros. Esto lleva a muchas personas a pensar que solo utilizamos el 10% de nuestra capacidad pulmonar, pero tal afirmación no es exacta. No se trata de que el resto esté “sin usar”, sino que forma parte de una reserva respiratoria que se activa cuando el organismo lo requiere, por ejemplo, ante el esfuerzo o el estrés. ¿Respirar por la nariz o por la boca? A la pregunta común de si es mejor respirar por la nariz o por la boca, la respuesta de los especialistas es unánime. “Se debe de inspirar por la nariz porque filtra el aire, lo calienta hasta alcanzar los 37º C de temperatura corporal y lo satura de humedad. Todo eso en los pocos centímetros de trayecto que realiza el aire por este órgano”, explica el Dr. Entrenas Costa. Además, “al respirar por la nariz se consigue una respiración más lenta y profunda, que contribuye a regular el ritmo respiratorio, y si respiramos por la boca se puede resecar la mucosa y favorecer infecciones”, comenta el Dr. Espinoza. No fumar y otros hábitos saludables Para que los pulmones hagan su trabajo correctamente es necesario cuidarlos. En el día a día lo recomendable es “realizar actividad física de forma regular, mantener un peso saludable, cuidar la alimentación, protegerse a contaminantes naturales y laborales, mantener buena higiene del aire en casa (ventilada y sin exceso de humedad), prevenir las infecciones respiratorias, vacunarse cuando esté indicado y, por supuesto, no fumar”, enumera el Dr. Torres Martí. Y cuando se habla de fumar, los neumólogos no se refieren únicamente al consumo directo, sino también a la exposición pasiva. Y, por supuesto, no solo incluye el tabaco tradicional, sino a cualquier otra forma de inhalar tóxicos (vapeadores, cachimbas…). “Es crucial recalcar que estos dispositivos no son inocuos y que producen sustancias que pueden dar lugar a enfermedades respiratorias, incluido el cáncer de pulmón. Además, son una vía de inicio en el consumo cada vez más habitual en los jóvenes, por lo que debemos hacer hincapié en su potencial perjuicio”, enfatiza la Dra. Ferreira Moreno. Si se fuma, los beneficios de dejarlo comienzan casi de inmediato, aunque depende del daño previo. La Dra. Ferreira Moreno precisa que, a los veinte minutos de apagar el último cigarrillo, la tensión arterial y el pulso se normalizan; a las ocho horas, los niveles de monóxido de carbono y nicotina se reducen a la mitad; en las primeras 24 a 48 horas, los bronquios empiezan a limpiarse, desaparece la nicotina y mejora el olfato y el gusto. A las 72 horas, resulta más fácil respirar; a las dos semanas, mejora la circulación sanguínea; y pasados entre tres y nueve meses la tos y otros problemas respiratorios mejoran, pudiendo aumentar la función pulmonar hasta un 15%. Al cabo de un año sin fumar, el riesgo de sufrir un infarto de miocardio se reduce aproximadamente a la mitad. Y transcurrida una década, el riesgo de cáncer de pulmón también llega a disminuir en torno al 50%, acercándose, en el caso del infarto, al de una persona que nunca ha fumado. No obstante, los especialistas advierten: cuando ya existe daño irreversible, como enfisema o fibrosis, este no puede revertirse, y el riesgo de cáncer nunca desaparece por completo. La edad es otro factor no modificable a tener en cuenta en relación a nuestros pulmones. “Como todos los órganos, el pulmón envejece y, a partir de los 25 años, empieza a perder capacidad”, explica el Dr. Torres Martí. No obstante, ese declive natural puede atenuarse con los mencionados hábitos saludables, especialmente con la actividad física. “La práctica regular de deporte puede mejorar la eficiencia respiratoria: fortalece los músculos respiratorios, mejora la capacidad aeróbica y facilita la ventilación eficiente”, añade. En esa misma línea, el Dr. Espinoza apunta que “el deporte no detiene completamente la pérdida funcional asociada a la edad, pero mejora la tolerancia al esfuerzo y ayuda a mantener la calidad de vida”. Nuestros pulmones se benefician de deportes aeróbicos como correr, caminar, montar en bici o nadar, aunque también “existen ejercicios específicos que podemos hacer para mejorar nuestra capacidad pulmonar de forma segura, como la respiración diafragmática, los ejercicios de expansión de caja torácica, la respiración con labios fruncidos y el entrenamiento con dispositivos de resistencia, sobre todo en casos de patología respiratoria o rehabilitación”, añade el Dr. Espinoza. Señales de alerta Para proteger nuestra salud pulmonar también es clave reconocer a tiempo las señales que pueden alertarnos de que hay una patología pulmonar subyacente. El problema es que no siempre resulta sencillo, ya que “hay algunas enfermedades respiratorias que progresan de forma silente o, si tienen síntomas – como tos, con o sin expectoración, ruidos torácicos al respirar o sensación de falta de aire (disnea)- son tan inespecíficos que pueden atribuirse a algo tan banal como un catarro, lo que lleva a muchas personas a restarles importancia”, alerta el Dr. Entrenas Costa. La dificultad se agrava en fumadores, quienes conviven a diario con estos signos y los dan por normales, adaptándose poco a poco a sus limitaciones sin advertir su progresión. Por ello, el especialista insiste: si una persona no fumadora presenta síntomas similares a un resfriado que se prolongan más de 10 o 15 días, debe consultar a su médico. Y en el caso del fumador, nunca deben justificarse “por el tabaco”; cualquier tos persistente, cambios en la respiración o fatiga inusual merecen una valoración médica. “Todo fumador debería someterse, al menos una vez al año, a una revisión con espirometría y una prueba de imagen para la detección precoz del cáncer de pulmón”, recalca. En el capítulo de falsas creencias, una de los más extendidos es beber agua para facilitar la expectoración. “Esto solo funciona en casos de deshidratación, pero, en circunstancias de hidratación normal, incrementar la ingesta de agua lo único que mejora es el volumen de la diuresis”, explica el Dr. Entrenas Costa. Otro mito común es “creer que los pulmones se pueden ‘limpiar’ con productos o dietas específicas. No tiene ningún fundamento científico”, añade el Dr. Espinoza. Un órgano multifuncional Los hábitos saludables, la vigilancia y el diagnóstico temprano son, por tanto, fundamentales para cuidar un órgano que no solo respira, también filtra, regula, almacena y sintetiza. Son pequeños gigantes cuya eficiencia, multifuncionalidad y capacidad de adaptación son realmente impresionantes. Además de transportar oxígeno hacia la sangre y eliminar el dióxido de carbono, los doctores recuerdan que los pulmones también regulan el pH sanguíneo, protegen frente a patógenos gracias al sistema mucociliar y a los macrófagos alveolares, regulan la presión intratorácica, actúan como reservorio de sangre en caso de necesidad, sintetizan mediadores biológicos que controlan la circulación y la respuesta inmune, e incluso metabolizan ciertos fármacos, especialmente los inhalados. Todas estas funciones son fundamentales, en especial la regulación del pH. Los pulmones son, junto al riñón, los guardianes del equilibrio químico de nuestro organismo dentro de un rango muy estrecho: si hipoventilan y retienen dióxido de carbono, el pH baja, provocando acidosis sanguínea; si hiperventilan y eliminan demasiado, el pH sube y se genera alcalosis. Respirar es vivir En la antigüedad, los griegos llamaban “pneuma” al aire, pero también al aliento y al espíritu. Hoy sabemos que los pulmones llevan oxígeno a cada célula y son esenciales para el equilibrio del organismo, pero la idea de “pneuma” -de ahí que la ciencia que estudia y trata los pulmones se llame neumología- nos recuerda que cada respiración es también un soplo vital. Protegerlos no es solo cuidar la salud, respirar es vivir.

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