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» Diario Cordoba
Fecha: 24/10/2025 10:21
Pocos como él han mirado a la actual sociedad como generadora de cansancio e incluso depresión, cuando a diario muchos se tumban exhaustos sobre el sofá al llegar a casa tras cada jornada. Verán, si la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo, nos invita cada año a llenar nuestras mochilas de trayectorias referentes que alumbran caminos, y de mensajes profundos que orientan nuestros pasos; este año especialmente me llama la atención el pensamiento y la obra del filósofo y ensayista alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han, premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, quien ha ofrecido en nuestro país la primera entrevista de su carrera profesional. El autor de La sociedad del cansancio argumenta que hemos pasado, en un cambio de paradigma, de sociedades disciplinadas basadas en imperativos y prohibiciones, a una sociedad del rendimiento, donde el individuo está sometido a una gran presión para obtener el mejor rendimiento posible en todo. Ante una hiper competitividad y desarrollo tecnológico, el trabajador se autoexplota él mismo para mejorar su eficiencia, lo que le lleva a una situación de cansancio permanente e infinito. La exigencia continua de ser feliz nos lleva a que para conseguir la plenitud personal, basemos el sentido de nuestra vida en una incesante autoexigencia de rendir más, de estar en plena forma física, tener relaciones personales placenteras «a demanda», tener más amigos virtuales que nadie en unas redes sociales que no crean comunidad ni modelos, sino influencers. Creemos que lo podemos todo: «Yes, we can». Autoexigencia de perfección que, como señala el autor de Pedagogía del mirar, acarrea entre sus consecuencias psicológicas, cansancio, frustración, aburrimiento e indiferencia y como secuelas psiquiátricas ocasiona diversos síndromes: de hiperactividad, impaciencia, desatención y agotamiento. Y así les va a muchos, depresivos o ansiosos o, simplemente, no pueden más. Lo que tiene mucho que ver con los signos de las sociedades contemporáneas, que niegan el dolor como algo propio y natural; adictas al consumo, a la información, al juego y a las redes sociales. «Pensamos que somos libres, pero caemos de una adicción a otra, de una dependencia a otra», afirma el filósofo. Vivimos «estabulados», en sociedades liberales en crisis por falta de valores, que son el caldo de cultivo perfecto para que autócratas y populistas alcancen el poder, ante un capitalismo salvaje que aumenta las brechas sociales y camina hacia el colapso. En la era de la «tardomodernidad», el premiado alemán nos invita a recuperar el ánimo festivo, la celebración de la vida, el reposo frente a tanto apremio y el silencio interior y la contemplación como antídotos de prisas y ruidos. No es mal consejo para este otoño. *Abogado y mediador
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