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  • La madre, el primer sí a la vida

    » Corrienteshoy

    Fecha: 23/10/2025 09:50

    La madre, el primer sí a la vida Por María Antonia Galvaliz Antes de tener nombre o historia fuimos parte del cuerpo de una mujer que nos dio el primer impulso de vida; sin su sí, consciente o inconsciente, simplemente hoy no estaríamos aquí. A ella le debemos la vida. Todos venimos de una madre, realidad que nos iguala y nos recuerda nuestro origen común. Antes de tener nombre o historia, fuimos parte del cuerpo de una mujer que nos dio el primer impulso de vida; sin su sí (consciente o inconsciente), simplemente hoy no estaríamos aquí, a ella le debemos la vida. Bert Hellinger decía que la madre es el origen de todo movimiento hacia la vida; de ella recibimos el cuerpo, el alimento, el abrigo, el ritmo del corazón; a través suyo nos llega la fuerza que luego nos empuja a crear, amar y existir; pero ¿qué pasa cuando el vínculo con la madre no fue fácil? ¿Qué ocurre cuando quedaron heridas, ausencias o silencios que todavía duelen? Hellinger enseñaba que no podemos tomar plenamente la vida si no tomamos a la madre, tal como fue; no significa aprobar todo, sino reconocer el hecho esencial: que la vida nos llegó a través de ella; aceptarla es decirle internamente "sí, te tomo tal como eres, y con eso sigo mi camino"; un detalle, ese sí no es solo para ella, sino para nosotros mismos, es el gesto que nos libera del reclamo y nos reconcilia con la existencia. Mirar a la madre con respeto no siempre es sencillo; a veces hay distancias, resentimientos o historias de dolor; pero aun en esos casos, algo más grande actúa a través de ese lazo, un hilo invisible que nos une al misterio de la vida. Es ase que podemos preguntarnos: ¿Puedo mirar a mi madre más allá del personaje y verla como la mujer que, con sus límites y su historia, me dio lo más sagrado: la vida? ¿Puedo agradecer, incluso si no todo fue como hubiera deseado? Viktor Frankl decía que el sentido de la vida no se inventa, se descubre, y muchas veces ese sentido se revela cuando dejamos de pelear con el pasado; aceptar a la madre es abrirnos al sentido de haber nacido, al propósito que aún nos espera por desplegar. Y también, reconocer que no todas las mujeres son madres biológicas, pero muchas son madres del alma: las que dan vida de otras maneras, acompañando, sosteniendo, inspirando, curando, creando. Ser madre es un arquetipo de energía nutricia que se expresa en toda forma de cuidado; está en la docente que alienta, en la amiga que escucha, en quien abraza una causa, en quien protege la vida en cualquiera de sus formas. Entonces, tal vez el Día de la Madre no sea solo una fecha para comprar flores, sino una oportunidad para mirar hacia adentro y preguntarnos: ¿Honro mi origen o todavía me resisto a él? ¿A quién estoy juzgando en lugar de agradecer? ¿De qué manera puedo hoy expresar mi propia maternidad, física o espiritual, hacia otros o hacia mí misma? Honrar a la madre es honrar la existencia; es volver a las raíces, es agradecer el soplo que nos trajo hasta aquí, y reconocer que sin ese primer sí, ninguno de los demás sería posible. Y cuando ese agradecimiento nace, algo en el alma se ordena, la vida vuelve a fluir, y sentimos (como decía V. Frankl) que el sentido no se busca: nos encuentra, cuando abrimos el corazón al amor que nos dio origen. Cierro la nota con frases, reflexiones y preguntas: Una madre no siempre acaricia con las manos; a veces sostiene con su silencio. Amar como madre no es poseer, es permitir que el otro encuentre su propio vuelo. Hay madres que enseñan con palabras, y otras que enseñan con su ausencia, ambas dejan huella. A veces el mayor acto de amor de una madre es dejar ir. ¿Qué parte de mi madre vive en mí, y cómo la honro cada día? ¿Qué necesito perdonar para poder mirar a mi madre con el corazón abierto? ¿Estoy en paz con mi madre o todavía lucho con su sombra? ¿Puedo agradecerle por lo que me dio, sin quedarme atado a lo que no pudo darme? ¿Qué tipo de madre soy, o deseo ser, para los demás o para mí misma? ¿Qué parte de mí todavía espera ser abrazada por una madre interior? Toda madre ama a su modo, incluso cuando su amor se expresa torpemente. Cuando honramos a nuestra madre, la vida nos bendice con abundancia. ¿Qué le diría a mi madre si la tuviera frente a mí, no desde el reclamo sino desde el amor y gratitud? Te mando un beso inmenso. IG Tona Galvaliz. FB/LinkedIn. María Antonia Galvaliz.

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