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» Elterritorio
Fecha: 21/10/2025 23:21
El uso del celular en horas de clases universitarias tiene sus pros y sus contras. La psicopedagoga Florencia Cabral se explayó sobre el tema martes 21 de octubre de 2025 | 19:05hs. Las pantallas acompañan cada momento del día —desde el desayuno hasta antes de dormir— y aprender se ha convertido en un desafío distinto al de hace apenas una década. La hiperconectividad redefine los hábitos, las formas de pensar y hasta los mecanismos más básicos del cerebro. En este escenario, la licenciada en Psicopedagogía Florencia Cabral reflexionó sobre los efectos del uso constante de dispositivos en los procesos cognitivos, y cómo estos influyen en la concentración, la memoria y la manera en que las nuevas generaciones se vinculan con el conocimiento. “Uno de los procesos cognitivos más visiblemente afectados es la atención, específicamente la atención sostenida o concentración”, explicó Cabral. Este proceso, que se desarrolla a lo largo de la vida, es el que permite mantener el foco en una tarea durante un tiempo determinado. Sin embargo, la profesional advierte que “el uso constante de dispositivos y la recepción de estímulos, como los de los celulares, interrumpe este proceso”. Las notificaciones, los sonidos, las imágenes y la inmediatez se vuelven enemigos invisibles de la concentración. Cabral señala que, más que una fatiga mental, lo que experimentamos hoy es una “sobrecarga atencional”: “En los entornos actuales de aprendizaje, no solo nos encontramos con lo nuevo por conocer sino con otros estímulos, como las notificaciones que emergen constantemente en nuestros dispositivos. Prestar atención a varios estímulos es parte de la función atencional, pero no es algo para hacerlo todo el tiempo o todo el día”. El sueño y la memoria La dificultad para mantener la atención no es el único efecto colateral del uso excesivo de pantallas. También la memoria se ve comprometida, especialmente cuando el descanso se altera. “Cuando se utiliza el celular hasta altas horas de la noche o sin descanso previo al sueño, la exposición a pantallas afecta la cantidad y calidad del descanso. Sin un buen sueño, la memoria no puede consolidar información adecuadamente, ya que el cerebro trabaja durante el sueño para procesar y retener datos”, señaló. De esta manera, los hábitos digitales no solo impactan en la capacidad de atención inmediata, sino también en la posibilidad de retener y recuperar información importante, una base fundamental del aprendizaje profundo. Multitarea o dispersión Otro fenómeno frecuente es la multitarea, una práctica que muchos asumen como sinónimo de productividad, pero que, según Cabral, puede ser engañosa. “Es importante diferenciar entre realizar una sola tarea con múltiples fuentes de información y hacer varias tareas al mismo tiempo. En el primer caso, podemos aprovechar diferentes tipos de datos para completar una tarea de manera efectiva. Pero cuando interactuamos con varias aplicaciones o conversaciones simultáneamente, el cerebro no tiene suficiente tiempo para procesar la información de manera óptima”, detalló. Este tipo de comportamiento afecta directamente las funciones cognitivas de orden superior, como el análisis y la comparación, que requieren concentración y reflexión sostenida. “Cuando realizamos múltiples tareas al mismo tiempo, estas funciones se ven limitadas”, afirmó. Aprender en hiperconexión Más allá de los riesgos, Cabral destaca que cada generación tiene herramientas distintas y que el desafío actual no está en rechazar la tecnología, sino en regular su uso y aprovecharla con sentido pedagógico. “Cada cerebro, sin importar la época, aprende de una forma única. Todos tenemos el órgano —nuestro cerebro— como una caja de herramientas, pero sus funciones se combinan de infinitas maneras, y eso es muy enriquecedor”, explicó. Desde su mirada, la era digital ofrece una enorme cantidad de recursos educativos que pueden potenciar el aprendizaje, siempre que exista una guía consciente. “Hoy tenemos muchísimas herramientas para aprender, diferentes formas de acceder al conocimiento, pero si no regulamos el consumo de dispositivos, no tendremos la capacidad de analizar y seleccionar la herramienta que más nos conviene para aprender”, reflexionó. Incluso, Cabral mencionó experiencias positivas donde las redes sociales se transformaron en espacios creativos de aprendizaje. “Conocí y acompañé varias propuestas donde proponíamos desafíos en redes como oportunidades para que los adolescentes compartan lo que aprendieron sobre un tema de manera creativa”, recordó. Vínculos y dopamina La especialista también advierte sobre los efectos de la exposición temprana a las pantallas, particularmente en la infancia. “Cuando existe una exposición temprana a las pantallas, los niños se pierden de algo fundamental: la conexión con un otro”, señaló. El contacto cara a cara, la interacción y el juego compartido son instancias que moldean las bases del desarrollo socioemocional, y que muchas veces son reemplazadas por estímulos digitales. Con el paso del tiempo, ese patrón puede replicarse en otras etapas de la vida. “En el caso de los universitarios, la hiperconexión incide negativamente. Cuando estamos frente a una pantalla liberamos dopamina, y a partir de esa sensación de placer buscamos eso todo el tiempo. Allí perdemos no solo tiempo, sino la posibilidad de conectar con el mundo y las personas reales”, advirtió. Educar en un nuevo contexto El escenario actual interpela tanto a docentes como a familias. No se trata de prohibir el uso de pantallas, sino de acompañar su incorporación de manera consciente. La educación —formal y no formal— enfrenta el desafío de promover la atención plena, el descanso adecuado y la interacción real como pilares para aprender y vivir en equilibrio. Las palabras de la Lic. Florencia Cabral nos invitan a pensar en un punto medio entre la conexión y la desconexión: un uso crítico de la tecnología que permita aprovechar su potencial sin perder lo esencial. Porque aprender en la era digital no es solo una cuestión de acceso a la información, sino también de saber pausar, concentrarse y volver a mirar el mundo sin pantallas de por medio.
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