Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La lucidez de decidir con la cabeza fría

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 20/10/2025 17:01

    Mucho se podría decir sobre estos comicios que se avecinan. Si bien se trata de una elección de medio término con implicaciones legislativas directas, no menos cierto es que sus consecuencias son difíciles de mensurar y los escenarios posibles también parecen tan diversos como insondables. Quizás valga la pena meditar sobre la aparente sobrevaloración que merodea en el imaginario colectivo. Demasiada gente viene opinando sobre lo que traería consigo una derrota o un triunfo del gobierno y por ende del mayor espacio opositor. "Alcanzar la serenidad adecuada ayuda a asentar una visión, a convertir lo transitorio en permanente, a dejar de lado lo líquido para solidificar un concepto aplomado que sea capaz de soportar las pruebas ácidas que proponga el porvenir más adelante y resistir luego el archivo." Tal vez las lecturas al respecto parecen “a priori” muy exageradas y además alineadas con el exitismo clásico de quienes nacieron en esta tierra que viven los fenómenos políticos como un ejercicio casi deportivo repleto de actitudes desproporcionadas e inexplicables. Una victoria debería ser considerada como una confirmación del rumbo y un traspié como un llamado de atención. Ambos resultados son una fotografía de un instante singular, una visión cívica en una circunstancia específica, un examen para los que tienen responsabilidades y también para los que tienen asignado el rol de otorgar balance republicano. Atribuirle una importancia superlativa puede ser un recurso propagandístico para convocar a los propios, pero de ninguna forma es el fin del mundo, un cierre de ciclo ni nada que se le parezca. Aceptar ese diagnóstico es temerario y puede invitar a acciones tan catastróficas como improcedentes. Al afirmar esto no se está diciendo que todo sea absolutamente irrelevante, ni que da lo mismo cualquier cosa ni que los números finales no tengan que ser analizados como corresponde y con detenimiento en su contexto particular tomando nota de cada una de las aristas involucradas. "Proyectarse hacia el día después puede ser un recurso de mucha utilidad. Intentar pensar acerca de la postura que se podría visualizar una vez consumada la convicción es un ejercicio de gran provecho ya que aporta una perspectiva atinada y culmina confirmando el sendero por el que se ha optado." Dicho esto, y establecida la exacta magnitud de los acontecimientos que se aproximan, es tiempo de poner el foco en la imprescindible actitud madura que los votantes deberían tener en cuenta a la hora de emitir su sufragio. Ese devenir tiene diferentes etapas de deliberación que desembocan finalmente en la selección de la mejor opción a la mano. Las campañas se ocupan de levantar la temperatura, exacerbar los sentimientos y crear un ambiente de antinomias irreconciliables, con el objetivo de empujar a los protagonistas a la búsqueda de la mejor alternativa disponible. Es evidente que el juego psicológico, casi manipulador, consiste en exponer las distancias entre las variantes que se proponen y es por eso que los discursos se encienden, se plantean con vehemencia y de tanto en tanto, toman una tonalidad grandilocuente y hasta ofensiva para que el contraste sea más elocuente. Los seres humanos tienen, entre sus características esenciales, una tendencia a compensar parcialmente sus criterios. El corazón y la mente tensionan con potencia para prevalecer en esa pulseada. Eventualmente alguno consigue mayor peso relativo e inclina la balanza. No existe la combinación perfecta, ni tampoco una receta completamente infalible, pero sí hay suficiente consenso de que las decisiones de enorme impacto necesitan ser cabalmente calibradas y para eso es clave que prime lo intelectual por sobre lo sensitivo. "Es la hora de la reflexión profunda, de aislar al máximo las emociones más viscerales y darle paso al razonamiento crítico, ese que permite sopesar sagazmente oportunidades, a veces inclusive descartando las peores y quedándose con aquellas que sin ser las óptimas, terminan siendo las menos malas." Definir en caliente cooptado por el enojo o las percepciones subjetivas no parece ser un camino razonable. Ese mecanismo reactivo no suele ser conducente y lleva a destinos tan espasmódicos como ineficaces. Esa dinámica satisface instintos, pero puede no tener la consistencia deseable. Cuando se acude a ese tipo de modalidades cabe el riesgo de arrepentirse en el futuro. Una determinación que se plantea como producto de un conjunto de emociones encriptadas en una coyuntura puede estar contaminada por microclimas tan difusos como etéreos. Alcanzar la serenidad adecuada ayuda a asentar una visión, a convertir lo transitorio en permanente, a dejar de lado lo líquido para solidificar un concepto aplomado que sea capaz de soportar las pruebas ácidas que proponga el porvenir más adelante y resistir luego el archivo. Proyectarse hacia el día después puede ser un recurso de mucha utilidad. Intentar pensar acerca de la postura que se podría visualizar una vez consumada la convicción es un ejercicio de gran provecho ya que aporta una perspectiva atinada y culmina confirmando el sendero por el que se ha optado. Es la hora de la reflexión profunda, de aislar al máximo las emociones más viscerales y darle paso al razonamiento crítico, ese que permite sopesar sagazmente oportunidades, a veces inclusive descartando las peores y quedándose con aquellas que sin ser las óptimas, terminan siendo las menos malas. "Para no lamentarse luego es crucial hacer ahora el mayor de los esfuerzos para que quede en el centro de la escena lo racional tomando la decisión en frío, con calma, con equilibrio y sin dejarse impregnar por el perverso efecto de la politiquería que invita que el ruido oculte el fondo de la cuestión. El país, la sociedad, la familia dependen en buena medida, de que los ciudadanos hagan lo que deben hacer." Para no lamentarse luego es crucial hacer ahora el mayor de los esfuerzos para que quede en el centro de la escena lo racional tomando la decisión en frío, con calma, con equilibrio y sin dejarse impregnar por el perverso efecto de la politiquería que invita que el ruido oculte el fondo de la cuestión. El país, la sociedad, la familia dependen en buena medida, de que los ciudadanos hagan lo que deben hacer.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por