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  • La eutanasia no debe ser una opción

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/10/2025 06:46

    Imagen ilustrativa A Magdalena, una paciente con un cáncer recientemente diagnosticado, su médico le sugirió iniciar cuidados paliativos. Magda y su familia tenían una idea equivocada sobre estos servicios, creyendo que significaban el final de la vida. Sin embargo, su doctor les explicó que los cuidados paliativos podían ofrecerle alivio de los síntomas y apoyo emocional, al mismo tiempo que continuaba con su tratamiento habitual. Los cuidados paliativos son un enfoque integral que busca aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de las personas que enfrentan una enfermedad grave o potencialmente terminal, en cualquier etapa de la vida. A diferencia de otros enfoques médicos, no se centran únicamente en curar la enfermedad, sino en acompañar a la persona en su totalidad, atendiendo sus necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales. Cuando alguien atraviesa una enfermedad grave, lo más importante no siempre es encontrar una cura. A veces, lo esencial es acompañar, aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida. De eso se tratan los cuidados paliativos: de poner en el centro a la persona, y no solo a la enfermedad. Este tipo de atención aborda mucho más que los síntomas físicos: también se ocupa del bienestar emocional, social y espiritual de la persona y de su entorno. No importa si se trata de un adulto mayor, un niño o alguien con una enfermedad crónica; todos merecen vivir con dignidad, incluso en los momentos más difíciles. Quienes acompañan a un ser querido durante una enfermedad también necesitan apoyo. La familia suele ser el principal sostén emocional y físico, pero muchas veces lo hace sin la preparación ni los recursos necesarios. Por eso, es fundamental brindar orientación, herramientas y contención a los cuidadores, para que no enfrenten este proceso en soledad. Es común que se confundan los cuidados paliativos con la eutanasia, pero son cosas muy distintas. Los cuidados paliativos no buscan acelerar ni retrasar la muerte: su propósito es aliviar el sufrimiento y acompañar con humanidad hasta el final natural de la vida, respetando los tiempos y deseos de cada persona. La eutanasia, en cambio, implica una acción médica intencional destinada a causar la muerte de una persona que lo solicita, generalmente para evitarle un sufrimiento extremo. Mientras que la eutanasia se basa en la decisión de poner fin a la vida ante un dolor intolerable, los cuidados paliativos parten de la idea de que siempre hay algo que se puede hacer: aliviar el dolor, acompañar y dar sentido hasta el último momento. Es importante comprender que los cuidados paliativos no son una forma de eutanasia, sino una manera de vivir con dignidad hasta el final de la vida. En Argentina, la Ley Nacional de Cuidados Paliativos (N.º 27.678), aprobada en 2022, reconoce el derecho a recibir este tipo de atención. Fue un paso fundamental, aunque aún existen muchos desafíos: en las zonas rurales o alejadas, el acceso sigue siendo limitado, y no todos los profesionales están capacitados para brindar este tipo de cuidado. La falta de información también hace que muchas personas no sepan que cuentan con este derecho. Uno de los pilares de los cuidados paliativos es el respeto por la autonomía de cada persona. Esto implica brindar información clara, escuchar sus deseos y permitirle participar en las decisiones sobre su tratamiento. Herramientas como las directivas anticipadas son valiosas para garantizar que esas decisiones sean respetadas, incluso cuando la persona ya no puede expresarse. Cuidar bien en los momentos difíciles no es solo responsabilidad del sistema de salud, sino también de la sociedad en su conjunto. Reconocer el valor de los cuidados paliativos es apostar por una forma más humana, digna y solidaria de acompañar a quienes atraviesan enfermedades graves. Incorporar los cuidados paliativos no es solo una tarea médica, sino un acto profundamente humano. Es reconocer que cada vida tiene valor, incluso en la fragilidad. Cuidar también es sanar, y acompañar con respeto, presencia y compasión es una forma de dignificar la vida hasta el final.

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