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  • El boom de los adaptógenos: qué son y cómo ayudan al organismo a responder mejor al estrés

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 18/10/2025 18:43

    Los adaptógenos son compuestos de origen vegetal y fúngico que se emplean para promover la adaptación del organismo frente al estrés (Imagen Ilustrativa Infobae) La popularidad de los adaptógenos crece en todo el mundo y cada vez tienen mayor presencia tanto en la consulta médica como en la oferta de suplementos alimentarios. Estos compuestos de origen vegetal y fúngico prometen ayudar al cuerpo a responder mejor al estrés físico, mental y emocional, y la ciencia comienza a enfocarse en sus supuestos beneficios. ¿Qué son los adaptógenos y para qué sirven? El término “adaptógeno” abarca tanto plantas medicinales como hongos con capacidad moduladora de la respuesta física y mental (Freepik) Según explicó consultado por Infobae el médico gastroenterólogo y autor del best seller Resetea tus intestinos Facundo Pereyra (MN 94.615), los adaptógenos “son plantas y hongos que ayudan al cuerpo a adaptarse mejor al estrés” y se diferencian de los estimulantes clásicos porque “no es estimulan como un café o un energizante, sino que tienen la capacidad de modular cómo reacciona el organismo ante situaciones de tensión, ayudando a que volvamos a un estado más equilibrado”. Subrayó que “hablando ‘en criollo’, te hacen más resistente al desgaste diario”. La médica pediatra especialista en medicina funcional en niños y adultos Mariel Dobenau (MN 127.450) resaltó que “lo que hacen los adaptógenos y, como su nombre lo dice, es intentar que el organismo responda y se adapte un poco mejor al estrés físico, mental y emocional”. Indicó que su uso histórico se remonta a soldados que buscaban “más foco mental”, aunque ya estaban presentes en varias culturas antes del siglo XX. El médico clínico Ramiro Heredia (MN 117.882) del departamento de Medicina Interna del Hospital de Clínicas José de San Martín en Buenos Aires, precisó que el término refiere a “sustancias usadas en la medicina tradicional o alternativa con el objetivo de mejorar las respuestas, o aumentar la resistencia, al estrés físico, psíquico o mental”. ¿Cómo actúan los adaptógenos en el organismo? El consumo de hongos adaptógenos, como melena de león y reishi, se asocia al apoyo en la concentración y al sistema inmune (Freepik) La acción de los adaptógenos se sitúa en el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, uno de los sistemas claves involucrados en la respuesta al estrés. Según precisó Pereyra, “actúan sobre el eje del estrés (el eje HPA), sobre neurotransmisores como el GABA y la serotonina, y también tienen efectos antiinflamatorios y antioxidantes que ayudan a bajar la ‘ruidosidad’ de fondo que muchas veces sentimos sin darnos cuenta”. Los usuarios suelen reportar que “se sienten más tranquilos, duermen más profundo, no se prenden tan rápido ante los problemas, o pueden sostener mejor el ritmo de trabajo sin terminar agotados a las tres de la tarde”. Dobenau aclaró que no inducen “el extremo” y “no tienen un efecto de activación o deprivación”, sino que tienden a modular la respuesta frente a la demanda ambiental. Para Heredia, en términos científicos “se cree que tienen efectos sobre el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, donde ayuda a disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés por excelencia”. Motivos detrás del auge de su consumo El interés por los adaptógenos creció notablemente a raíz de la pandemia y del aumento de los casos de estrés crónico (Freepik) El aumento del consumo responde tanto a transformaciones culturales como a factores sanitarios recientes. Pereyra consideró que “el auge de su uso no es casualidad”. ”Después de la pandemia quedamos todos en un estado de estrés crónico, aunque sea de baja intensidad -analizó-. Vivimos acelerados, con poca recuperación real, y en ese contexto muchos empezaron a buscar alternativas naturales”. A esta tendencia se suma la aparición de “extractos estandarizados más potentes y seguros que antes no existían, y también hay más estudios científicos, así que el tema empezó a ganar terreno en los medios, redes sociales y en la práctica clínica también”, añadió Pereyra. Heredia aportó un dato de contexto: la Encuesta Nacional sobre Salud y Nutrición (NHANES) en Estados Unidos reportó que “el 52% de la población encuestada consumió al menos un suplemento dietario en los últimos 30 días, y el 31% suplementos multivitamínicos-minerales”. Aunque en su visión médica alerta que “la principal razón citada para su consumo es complementar vitaminas y minerales faltantes, muchas veces sin la suficiente evidencia”. Cuáles son los principales adaptógenos y sus usos Muchos adaptógenos actúan sobre el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, modulando hormonas como el cortisol (Imagen Ilustrativa Infobae) Entre los adaptógenos más estudiados, Pereyra mencionó a la ashwagandha como “muy útil para bajar la ansiedad, mejorar la calidad del sueño y equilibrar el eje del estrés, sobre todo en personas con mucho desgaste físico o mental”. La rhodiola se emplea en cuadros de fatiga mental y energía baja. El ginseng aporta energía de forma pareja, mientras que el reishi, un hongo, favorece el descanso y el sistema inmune. La melena de león resulta útil para el foco y el ánimo a largo plazo. Y añadió otros como la schisandra, el eleutero y el tulsi para resistencia física y rendimiento. En este punto, Dobenau subrayó su experiencia clínica: “Nosotros usamos muchísimo el ashwagandha para mejorar el descanso a la noche, gestión del estrés, también para el control tiroideo. Otros adaptógenos estimulan el foco mental, como la melena de león y el cordyceps. Usamos reishi, rhodiola, para ciertas enfermedades inmunes, porque también tienen implicancia en fortalecer el sistema inmune”. Además, indicó que en su práctica llegan a emplearlos en pediatría con ajustes individuales. Evidencia científica y recomendaciones Los expertos destacan que los adaptógenos son una herramienta de apoyo y no una solución mágica frente al estrés y al desequilibrio emocional (Imagen Ilustrativa Infobae) El mundo académico se encuentra aún en una fase de investigación incipiente. Heredia puntualizó que “la evidencia científica acerca de estos efectos es escasa, y en general es provista por estudios de ciencia básica, o con pocos participantes, o por estudios observacionales”. Advirtió que “este tipo de sustancias no forman parte de las guías de tratamiento de las patologías en las que se promociona su uso, como la ansiedad, la depresión, la gestión del estrés o la inflamación sistémica”. Al respecto, Pereyra reconoció que, a pesar de que existen “estudios clínicos serios que respaldan su uso, sobre todo con ashwagandha y rhodiola”, la evidencia general no reemplaza tratamientos médicos convencionales cuando estos resultan necesarios. Citó que “en varios ensayos clínicos controlados se vio que la ashwagandha puede bajar niveles de cortisol y reducir síntomas de ansiedad, mejorar el sueño y el bienestar general. La rhodiola mostró beneficios en fatiga relacionada al estrés, concentración y estado de ánimo leve. El ginseng también tiene respaldo en temas de energía, cognición y glucemia. Reishi y melena de león tienen menos estudios grandes, pero la evidencia inicial es prometedora”. Una revisión publicada por la revista médica JAMA y mencionada por Heredia analizó 84 estudios con más de un millón de participantes y concluyó que no hay suficiente evidencia para recomendar el consumo de suplementos en adultos sanos sin déficit documentado. Uso responsable y advertencias El formato más frecuente de los adaptógenos es en polvo o en extractos estandarizados de plantas o hongos (Freepik) Los especialistas insistieron en la necesidad de acompañar el empleo de adaptógenos con cambios de hábitos. Pereyra aconsejó que “funcionan mejor cuando se suman a una base sólida: una alimentación variada y antiinflamatoria, buen descanso, movimiento diario y herramientas para manejar el estrés”. Recomendó “empezar de a poco, con uno o dos como máximo, no mezclar demasiados de entrada, e ir observando cómo reacciona el cuerpo”. Respecto a los riesgos, sostuvo: “Se pueden usar en combinación con tratamientos médicos, pero hay que tener en cuenta algunas interacciones. Personas que toman medicación para la tiroides deberían tener control, porque la ashwagandha puede aumentar T3 y T4. En quienes toman anticoagulantes o antiagregantes, ginseng y reishi pueden aumentar el riesgo de sangrado. También hay que prestar atención en personas inmunosuprimidas, porque algunos adaptógenos como los hongos o el eleutero pueden modular la respuesta inmune. No se recomiendan en embarazo ni lactancia salvo indicación precisa, y si hay enfermedades hepáticas conviene controlar”. Dobenau coincidió en que “en general, son bastante seguros. Obviamente que en embarazo, lactancia y pacientes que tomen múltiples medicaciones hay que evaluar que no haya interacciones o que no afecte metabólicamente algún otro fármaco, pero en líneas generales, son bastante seguros”. La demanda creciente de adaptógenos se vincula, para los expertos, con una búsqueda social de herramientas frente a un entorno marcado por el “estrés crónico”. Para cerrar, Dobenau analizó: “En un mundo que empuja a correr sin pausa, recuperar el equilibrio de nuestra salud tiene que ser un acto de amor propio”. Para ella, es central entender que “no estamos rotos, sino que estamos totalmente desadaptados biológicamente y es neecsario volver a nuestra biología y nuestro centro”. “La clave está en unir ciencia, nutrición, ejercicio y conexión emocional para justamente empezar a cambiar estas cosas con un programa que no se base solo en un suplemento ‘mágico’. No se trata de tapar el síntoma, sino de reconocer qué nos está diciendo y transformarlo”, finalizó.

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