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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 14/10/2025 13:41
En Argentina, los niveles de estrés y ansiedad se encuentran entre los más altos del mundo. Según un reciente informe de Voices! y WIN International, el 54% de los argentinos evalúa negativamente su nivel de estrés, ubicando al país entre los más afectados a nivel global. Las mujeres y los jóvenes de entre 18 y 24 años son los grupos más impactados, y el problema se intensifica en áreas urbanas como la Ciudad de Buenos Aires. Este panorama se ve reforzado por datos de la Universidad Católica Argentina (UCA), que revelan un aumento sostenido del malestar psicológico: la proporción de personas con síntomas de ansiedad y depresión pasó del 18,4% en 2010 al 26,7% en 2023. Las cifras son aún más preocupantes en sectores vulnerables y en mujeres, quienes reportan mayores niveles de sobrecarga emocional. Un estudio reciente amplía la magnitud del fenómeno: el 90,8% de los encuestados en el país afirma sufrir estrés, ansiedad, insomnio o depresión. A la par, la falta de recursos económicos y el acceso limitado a tratamientos psicológicos dificultan el abordaje adecuado de estos trastornos. La música como refugio terapéutico En este contexto de creciente tensión emocional, la musicoterapia se presenta como una herramienta eficaz para el cuidado de la salud mental. Lejos de ser una práctica alternativa, esta disciplina combina fundamentos clínicos, psicológicos y sonoros para promover el bienestar integral. Para comprender su funcionamiento, conversamos con Franco Vago, Licenciado en Musicoterapia por la Universidad del Salvador, con posgrado en psicoanálisis y autismo por la Universidad Nacional de Córdoba. Docente titular de Psicoacústica en la Universidad Maza, Vago posee una amplia trayectoria clínica e investigativa en salud mental desde una perspectiva psicoanalítica. El especialista explica que el primer paso en cualquier tratamiento es el establecimiento de un vínculo terapéutico. “Es importante crear un espacio que aloje los malestares del paciente, historizar los momentos en que el estrés o la ansiedad son más intensos y explorar la relación de la persona con la música”, señala. Más allá del síntoma El abordaje musicoterapéutico no se limita a aliviar los síntomas físicos y emocionales del estrés —como la aceleración del ritmo cardíaco o la sensación de agobio—, sino que busca profundizar en los conflictos subyacentes. “No se trata solo de disminuir los síntomas, aunque eso sea lo primero que solemos buscar”, aclara Vago. “El objetivo es trabajar las dificultades desde lo sonoro-musical para resignificar esas emociones, de modo que el paciente pueda generar herramientas expresivas que reemplacen las respuestas ansiosas o estresantes.” Técnicas personalizadas Cada tratamiento se adapta al perfil del paciente. Luego de una serie de entrevistas iniciales, el musicoterapeuta puede emplear diferentes técnicas, como la improvisación musical, la escucha y reflexión de canciones o la sonorización de situaciones cotidianas. “Todo depende de los intereses y necesidades de cada persona”, explica Vago. “Alguien que canaliza sus emociones a través de la creación puede beneficiarse de improvisar, mientras que otro puede hallar alivio al analizar letras que resuenan con su historia personal.” El especialista subraya que el terapeuta cumple un rol clave durante todo el proceso, ya sea como facilitador de la experiencia o como observador que analiza y dirige el tratamiento. Efectos y evolución Los beneficios de la musicoterapia no son inmediatos ni lineales. “Es difícil establecer un momento exacto en que una persona comienza a experimentar mejoras”, admite el licenciado. “Pero muchas veces es el propio paciente quien, a través de la música o de la palabra, da cuenta de una reducción del estrés o de las manifestaciones de la ansiedad. Esos cambios en la relación con lo sonoro y con el terapeuta suelen generar, a su vez, transformaciones vitales.” La selección musical, una clave del proceso Uno de los aspectos más interesantes de esta práctica es la elección de la música. “No es lo mismo disfrutar una canción que usarla con fines terapéuticos”, advierte Vago. La selección depende de la historia personal del paciente y de los efectos que se busquen alcanzar. Finalmente, el musicoterapeuta destaca que este enfoque puede complementarse con otros tratamientos médicos o psicológicos, pero que se distingue por su carácter no farmacológico y su capacidad para favorecer la creación de nuevos sentidos en la vida del paciente. “El objetivo es que la persona pueda encontrar formas de expresarse y relacionarse que no estén dominadas por el estrés o la ansiedad, sino que le permitan reinsertarse de manera saludable en sus vínculos sociales”, concluye.
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