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  • El anuncio económico del Gobierno que sorprendió a todos

    » Misioneslider

    Fecha: 13/10/2025 17:41

    La eliminación temporal de retenciones industriales reacomoda el tablero político y económico a semanas de las legislativas. Fue un anuncio que nadie esperaba. En plena tensión preelectoral, el Gobierno decidió eliminar hasta fin de año los derechos de exportación para el aluminio, el acero y sus derivados. La medida, comunicada de manera sorpresiva, busca reactivar las exportaciones y enviar una señal de alivio al sector industrial, aunque también deja entrever un movimiento político de alto riesgo. Un giro con doble lectura: economía y campaña La decisión llega en un contexto complejo. Con la inflación aún elevada y los salarios corriendo por detrás, el Ejecutivo intenta mostrar gestión y dinamismo justo cuando los números del empleo y la actividad empiezan a desacelerarse. Fuentes cercanas al Ministerio de Economía aseguran que el objetivo principal es recuperar competitividad externa frente a países que aplican aranceles altos a esos productos. Sin embargo, el trasfondo es político: el Gobierno busca mostrar músculo económico antes de unas legislativas que podrían definir el rumbo de 2026. “Era necesario mover el tablero. Si no hay señales, el mercado se duerme”, confió un funcionario off the record. Reacciones cruzadas: entre el alivio y la desconfianza En el sector industrial, las reacciones fueron inmediatas. Desde las cámaras metalúrgicas celebraron el anuncio y lo calificaron como “un paso en la dirección correcta”, aunque pidieron que el beneficio se mantenga al menos seis meses más. Del otro lado, economistas y dirigentes opositores advirtieron que la medida tendrá poco impacto real si no se acompaña con estabilidad cambiaria y un plan productivo más amplio. “Sin previsibilidad fiscal, esto es solo aire por un par de meses”, resumió un analista financiero porteño. El mercado, por ahora, reaccionó con cautela. Los bonos soberanos mantuvieron leves subas, mientras el dólar paralelo se mantuvo estable. En los pasillos del Congreso, algunos legisladores ya interpretan la movida como una señal electoral más que económica. Los números detrás de la apuesta Según estimaciones privadas, la quita temporal de retenciones podría implicar una pérdida fiscal cercana a 200 millones de dólares, aunque el Gobierno confía en compensarlo con mayor volumen exportador y empleo industrial. El último presupuesto presentado en el Congreso prevé un superávit primario del 1,5 % del PBI para 2026 y una inflación del 10 % anual, metas que el propio oficialismo reconoce como “difíciles pero alcanzables”. Mientras tanto, la producción manufacturera acumula una caída interanual del 3 %, con fuertes disparidades regionales: Santa Fe y Córdoba muestran leves repuntes, mientras Buenos Aires y el norte industrial siguen estancados. Una medida que busca oxígeno político Más allá de la economía, el anuncio también reconfigura el mapa político. El Gobierno atraviesa semanas tensas por la discusión legislativa sobre el uso de decretos de urgencia y por los escándalos que involucran a funcionarios cercanos. En ese contexto, la medida económica aparece como un intento de cambiar el eje de la conversación pública, instalando un tema que conecte con la producción y el trabajo. “Fue una jugada arriesgada, pero necesaria para retomar la iniciativa”, reconocen en la Casa Rosada. La oposición, por su parte, acusa al Ejecutivo de “usar la economía como herramienta de campaña”. Sin embargo, dentro del empresariado industrial se percibe cierto alivio: al menos por unos meses, se frenan los aumentos de costos y se recupera margen para vender afuera. ¿Qué puede pasar ahora? En el corto plazo, el impacto será moderado pero simbólico. Si las exportaciones repuntan, el Gobierno podría mostrar una señal de reactivación justo antes de las elecciones. Si no, el riesgo es doble: perder recaudación y quedar como un gesto improvisado de campaña. Lo cierto es que el Ejecutivo juega su carta más fuerte en el frente que más preocupa a los argentinos: la economía real. El resultado, como siempre, dependerá menos del discurso y más de lo que pase en el bolsillo.

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