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  • Bahía Encantada: entre el perfil turístico y el riesgo de un nuevo rostro

    Usuhahia » Diario Prensa

    Fecha: 13/10/2025 14:47

    Paisaje de belleza natural versus polo militar y/o salmoneras. Desde los primeros exploradores hasta los cruceros y buques científicos, la apacible bahía de Ushuaia ha sido escenario de historia y vida. Hoy, esa tranquilidad podría verse alterada por proyectos de instalación de una base naval con posible participación extranjera, y otros referidos a la cría industrial de salmones. Mucho antes de que existiera un puerto formal, la bahía de Ushuaia ya ofrecía refugio natural a las embarcaciones que se aventuraban por el Canal Beagle. Su forma semicircular y el resguardo frente a los vientos predominantes la convirtieron en abrigo seguro para naves pequeñas y grandes expediciones. El primero en registrar su existencia fue Robert Fitz Roy, comandante del HMS Beagle, quien junto a un joven naturalista llamado Charles Darwin recorrió estas costas en la década de 1830. Fitz Roy trazó los primeros mapas del canal y nombró varios puntos geográficos, abriendo así una nueva etapa en la historia marítima de la región. Décadas más tarde, los misioneros anglicanos encabezados por Thomas Bridges eligieron la bahía como punto de asentamiento en 1869. Desde allí comenzó a gestarse la futura ciudad, en un entorno donde el agua y las montañas definían la vida cotidiana. Ya en el siglo XX, Ushuaia se consolidó como puerto de abastecimiento y escala para embarcaciones rumbo a la Antártida. Entre los buques más recordados se encuentra el Remolcador Guaraní, de la Armada Argentina, hundido en 1958 durante una misión en aguas australes. Su nombre hoy identifica una calle de la ciudad, mientras que la silueta oxidada y un tanto olvidada del Saint Christopher, el viejo remolcador varado frente a la costanera, recuerda la época en que los barcos de vapor dominaban el Beagle. Pero no todas las historias son de naufragios o tragedias. También las hay de encuentros y celebraciones: desde los primeros barcos turísticos en los años 70 hasta los imponentes cruceros antárticos que hoy atraen a miles de visitantes. Cada amanecer, cuando el sol tiñe de oro las aguas quietas y las sirenas anuncian partidas y regresos, la bahía sigue siendo el corazón de Ushuaia, un espejo que refleja pasado y presente y guarda en su vaivén el eco de todas las travesías soñadas hacia el fin del mundo. Sin embargo, esa tranquilidad enfrenta hoy desafíos que podrían alterar su esencia. Según analistas locales y ambientalistas, los giros de ciertas políticas nacionales podrían transformar esta apacible ensenada en un escenario militarizado, con bases extranjeras y velas de submarinos asomando, modificando para siempre su paisaje y la vida cotidiana de la ciudad. Ni hablar de los proyectos de salmonicultura que algunos sectores sueñan replicar, inspirados en zonas productoras de salmones del sur de Chile. La instalación de criaderos industriales en las aguas ushuaienses pondría en riesgo la fauna autóctona: lobos, cormoranes y pingüinos podrían sufrir mortandades, y el patrimonio paisajístico de Ushuaia, su belleza natural única, correría un peligro irreversible. Hoy, nuestra bahía sigue siendo testigo de la historia y espejo de la ciudad que se construyó a su alrededor, pero también nos recuerda que preservar su identidad requiere vigilancia y compromiso. Entre barcos que hicieron historia y proyectos que amenazan su armonía, Ushuaia enfrenta hoy una fuerte tensión entre el pasado, presente y futuro.

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