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» El litoral Corrientes
Fecha: 13/10/2025 06:48
A estas alturas poco importan los indicadores, sobre todo para aquellos que ya tienen una decisión tomada y que no necesitan premisas para lograr conclusiones. Ellos arrancan sus elucubraciones desde el final. Tienen un veredicto negativo y solo precisan un conjunto de ingredientes que les permita justificar su intrincado análisis pesimista. No tienen una visión imparcial del asunto sino una mirada tan sesgada como interesada. Eso no debería sorprender cuando los interlocutores son los que necesitan imperiosamente que todo colapse ya que un éxito de este proyecto sería sinónimo de su jubilación como dirigentes y la prueba más contundente de que cuando tuvieron la oportunidad no solo la desperdiciaron, sino que además evidenciaría empíricamente su incapacidad de gestión y su inutilidad práctica. No pretenden tener razón por cuestiones patrióticas ni académicas sino más bien por supervivencia personal. Sus chances de volver al poder están directamente relacionadas con que todo colapse de la peor manera y por eso se esmeran en esto de demostrar que lo que está funcionando en realidad está mal. El actual gobierno llegó con varios mandatos cívicos y el principal fue el de bajar la inflación. En 2023 el registro anualizado fue de 211 % anual. Para 2025, ningún pronóstico supera los 30 puntos. Una disminución abrupta que no tiene atenuantes. Muy por el contrario, puede ufanarse de ser el primer programa de estabilización que se hace sin confiscación mediante, ni cambio de moneda y apelando al equilibrio fiscal genuino como madre de las batallas. Los detractores minimizan este dato y lo hacen con una crueldad inaceptable, ya que el flagelo de la indexación castiga sin piedad a los más vulnerables. Cuando los precios no se aceleran a diario los grandes ganadores son los más pobres, esos que no tienen la potestad de actualizar sus ingresos y que sufren la escalada sin posibilidad alguna. La pobreza hacia fines de 2023 marcaba un 41,7 % y la indigencia un 11,9 %. Para el primer trimestre de 2025 los números ya afirmaban 31,6 % y 7,3 % respectivamente. No parece ser un logro menor. Sin embargo, los boicoteadores seriales siguen refunfuñando sin descanso. Los avances que hoy se pueden verificar sin discusiones no son una meta en sí misma sino un hito en un recorrido que tiene muchos escalones por delante. Extinguir la inflación, minimizar la pobreza generando una actividad económica consistente con una salud financiera vigorosa sería un objetivo con el cual soñar. Hay muchos capítulos pendientes obviamente. Argentina debe seguir desregulando, bajando impuestos, modernizando para poder competir como corresponde y brindar sustentabilidad a este esquema incipiente que buscó cortar de cuajo con lo que más dolor generaba para ponerle luego las energías a lo que viene y consolidar el rumbo. Es posible que la reacción tan destructiva de algunos líderes tenga que ver con su impotencia. Nunca han conseguido semejantes mejoras en tan poco tiempo. De hecho, no han conseguido esos guarismos ni siquiera con décadas de gobierno y eso que su narrativa habla de cuidar a los pobres, cosa que no han podido plasmar explícitamente jamás. Sus retorcidas y malintencionadas argumentaciones sostienen que la macroeconomía no llega a la cotidianeidad de la gente. En realidad, lo que viene sucediendo es que algunos sectores lo están sintiendo con mayor énfasis creciendo de una manera admirable y a otros se les hace cuesta arriba. Entre estos últimos habrá que separar la paja del trigo para no quedarse con diagnósticos tan generalistas como incorrectos. Un grupo de actividades empresariales está atravesando problemas derivados de su enorme dependencia previa del sector público, tal el caso de los proveedores del Estado como así también de esos grupos protegidos que ciertas normativas beneficiaban con privilegios artificiales y que no tienen el hábito de competir con nuevos actores del sistema o jugadores de una economía más abierta al mundo con interlocutores internacionales. Ellos estaban acostumbrados a cazar en el zoológico y de pronto ahora deben prestar servicios de excelencia, bajar sus márgenes de rentabilidad y acomodarse a reglas que desconocían, esas que no vieron venir y por lo tanto no se adaptaron activamente, al menos hasta ahora. Otros, están haciendo el esfuerzo de acomodarse a una dinámica novedosa, con tropiezos, pero también con aprendizajes. Esos que perseveran, que ajustan velas para adecuarse a los tiempos que corren en algún momento encontrarán la senda y estarán además mucho más preparados para enfrentar los desafíos que se asoman. El programa económico no solo no es un fracaso, sino que es abrumadoramente exitoso en términos relativos. Tiene mucho de lo cual estar orgulloso. El camino es definitivamente este, aunque sea complejo y tenga inevitables escollos de corto plazo en el proceso. La política está haciendo de las suyas y por eso hoy hace una puesta en escena que poco tiene que ver con el presente. El clima que trae consigo la cercanía del llamado a los comicios explica tanta incertidumbre y volatilidad cambiaria metiendo ruido en una economía real que sólo espera calma para seguir construyendo un panorama optimista como el previo a un año tan electoral como polémico. A no dejarse engañar por los manipuladores de siempre. Fueron ellos los que pusieron al país en esta situación de debilidad gobernando y ahora son los mismos que intentan crear una realidad paralela que les aporte una porción de votos para continuar haciendo daño.
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