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» AgenciaFe
Fecha: 09/10/2025 12:51
Su paso por Santa Fe fue corto, pero Miguel Ángel Russo dejó su sello. Recuerdo aquel debut con un empate en la cancha de Vélez, el día que Reutemann ganaba las elecciones en 1999 y había que justificar el hecho de no ir a votar por estar a 500 kilómetros de Santa Fe, con la presencia en un destacamento policial para demostrar el impedimento para votar. Pero hay una anécdota personal con Russo que siempre recuerdo a pesar de que han pasado 26 años. El lo ponía a Gonzalo Favre de “6” y su posición natural era la de volante central. Que un “5” vaya al fondo es algo normal. Ocurrió con varios jugadores. Pero en el caso de Favre, lo que observaba era que ese corrimiento a la zaga no lo favorecía. Y lo expresaba en cada comentario. En el banco rojinegro, con Lalo Vega, Toresani, Aquino y Morant en primera plana. Un día, estando en Buenos Aires para la cobertura de un partido de Colón, el colega Chicho Aznar recibe el llamado telefónico de Miguel. “Si estás con Cruz, decile que quiero hablar con él. Los espero en la esquina de Florida y Paraguay. Y tomamos un café”, le dijo. Y hacia allí fuimos. Nos sentamos, tomó papel y lapicera, y comenzó a explicarme detalladamente movimientos y los porqué de aquella decisión. Unas semanas después, organizó un asado con varios periodistas en una quinta. El cocinero fue Hugo Gottardi, aquel delantero del Estudiantes de Bilardo, que era compañero de Russo en ese equipo que tenía, en el mediocampo, a Miguel como único volante de contención, acompañado por Ponce, Trobbiani y Sabella. La pasamos muy bien esa noche, nos encontramos con la calidez de un tipo lleno de anécdotas, con mucha sabiduría y que buscaba establecer relaciones estrechas con la prensa, nada de marcar distancia. Y si había algo que explicar, se explicaba. Dirigiendo una práctica. Gorostidi, Medero y Marini captados por la cámara de El Litoral. El paso de Russo como técnico de Colón fue corto y no tan bueno. Es decir, no tuvo el éxito que había tenido previamente en Estudiantes ni tampoco el que tuvo posteriormente dirigiendo a otros clubes, como por ejemplo le ocurrió en Rosario Central. Dirigió apenas 12 partidos en Colón. El arranque fue bueno, pero la derrota en el clásico en el 15 de Abril de los goles de Lautaro Trullet y Silvera limaron la confianza en su trabajo y se terminó yendo al poco tiempo. Ni siquiera completó un torneo corto, de aquellos que duraban 19 fechas. Aparte, Colón empezaba a preocuparse por el descenso, tanto que unos meses después, en el inicio del 2000, Osvaldo Piazza tuvo que realizar una gran campaña con la dupla imparable de Enría-Fuertes para conseguir los puntos necesarios para no sufrir por la permanencia.
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