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  • El recorte del Banco Mundial revela un dato que pone en jaque al “milagro económico” argentino

    » Misioneslider

    Fecha: 08/10/2025 17:39

    El organismo bajó su estimación de crecimiento para 2025 en medio de señales de estancamiento local Mientras en Buenos Aires se habla de recuperación y optimismo, un informe global tira un balde de agua fría: Argentina no crecerá como se esperaba. El Banco Mundial acaba de ajustar a la baja su proyección anual para el país, lo que despierta interrogantes sobre la solidez de la recuperación. Lo que dice el informe En su última edición del Informe Económico para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial redujo su pronóstico de crecimiento para Argentina de 5,5 % a 4,6 % para 2025.Aunque ese número sigue siendo alto para la región, hay una señal clara: las expectativas deben moderarse. El organismo justifica esta corrección principalmente por factores externos menos favorables —tasas de interés globales altas, caída en los precios de commodities— y por la volatilidad macroeconómica local. En paralelo, datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del INDEC muestran que la economía ya acumula tres meses consecutivos de caída en términos desestacionalizados, entre mayo y julio. ¿Qué va mal? Factores de riesgo que pesan 1. Demanda débil e inversión contenida Aunque hay signos de recuperación en consumo e inversión privada, todavía carecen de la fuerza suficiente para sostener un crecimiento intenso. Muchos analistas advierten que el alza esperada se está haciendo a fuerza de expectativas más que con dinamismo real. 2. Inflación persistente y presión sobre ingresos Proyecciones privadas ya estiman una inflación del 29,8 % anual de cara a fin de año.En un contexto donde los ingresos de buena parte de la población están ajustados al milímetro, eso actúa como freno natural al gasto. 3. Déficit de inversión estructural El ajuste fiscal que motiva el oficialismo como piedra angular de su gestión tiene un lado B: recortes en inversión pública y restricciones para la iniciativa privada. Esa tensión limita la posibilidad real de acelerar el crecimiento. 4. Inestabilidad cambiaria y desafíos externos La depreciación del peso, el riesgo país, la presión sobre reservas y la incerteza sobre accesos al financiamiento internacional crean un clima adverso para nuevas inversiones productivas. ¿Y el Gobierno qué dice? El oficialismo ya ha sido sometido a críticas internas por el dato electoral reciente en la provincia de Buenos Aires, donde sufrió una derrota sorpresiva que sacudió los cimientos de su narrativa de avance. Lo que parecía una gestión en pleno vuelo empieza a mostrar guadañazos de desgaste político. Al mismo tiempo, el equipo económico deberá enfrentar una paradoja: querer mostrar resultados rápidos antes de las elecciones legislativas de octubre (el 26, según el calendario oficial). Eso puede llevar a decisiones apresuradas que agraven los desequilibrios. ¿Qué implica esto para la gente común? Para los ciudadanos, esta corrección no es un número abstracto: si el crecimiento se modera, es menos probable que se generen nuevos empleos formales, que mejore el poder adquisitivo, o que haya margen para políticas sociales expansivas. Muchos hogares ya operan con lo justo: inflación alta, salarios ajustados a medias, costos de vida que no aflojan. Además, los inversores (locales y extranjeros) miran con cautela: tasas de interés altas, riesgo macro y poca previsibilidad son un combo que desalienta compromisos de mediano plazo. ¿Y ahora hacia adelante? El dato del Banco Mundial baja los decibeles del entusiasmo. Pero no lo apaga del todo: 4,6 % sigue siendo un número ambicioso si se sostuviera mes a mes. Lo clave será ver si el Gobierno logra dar señales de estabilidad, reactivar inversión productiva, contener inflación y recuperar credibilidad política antes del voto de octubre. Y también si las reformas estructurales no terminan siendo ortodoxas al extremo, debilitando más el tejido social de un país con heridas abiertas. Porque en Argentina, crecer no es solo lograr cifras: es convertir esos porcentajes en mejoras que lleguen hasta el bolsillo. ¿Podrá el oficialismo traducir optimismo y expectativas en realidades palpables antes del invierno electoral?

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