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  • De la complacencia a las sanciones a Israel: la posición de la UE, dos años después del 7-O y el inicio de la guerra en Gaza

    » Diario Cordoba

    Fecha: 07/10/2025 00:13

    Dos años, más de 60.000 muertos y casi 200.000 heridos, y una hambruna después, la Unión Europea (UE) estudia restringir sus relaciones comerciales e imponer sanciones a dos ministros del Gobierno de Israel. Pero a pesar del endurecimiento de la postura ante las acciones del Ejecutivo de Binyamín Netanyahu en los últimos meses, los gobiernos europeos siguen divididos y paralizados. Analizamos la evolución de la posición comunitaria desde el inicio de la crisis. Apenas una semana después de los ataques del 7 de octubre por parte de Hamás, las presidentas de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, Ursula von der Leyen y Roberta Metsola, viajaron a Israel. Lo hicieron para respaldar al Gobierno de Netanyahu y la operación militar que este lanzó contra Gaza. Von der Leyen aseguró que "ante esta tragedia indescriptible", la única respuesta posible era respaldar a Israel en su derecho a la legítima defensa. "Tiene el deber de defender a su pueblo", aseguró la presidenta. "Las acciones despreciables de Hamás son el sello distintivo de los terroristas. Y sé que la respuesta de Israel demostrará que es una democracia", añadió la alemana. Malestar entre los 27 El Ejército israelí ya había superado el número de muertos del ataque de Hamás, Israel había forzado el desplazamiento de más de un millón de palestinos, y parte de la comunidad internacional empezaba a cuestionar la proporcionalidad de los bombardeos indiscriminados sobre la Franja. En este contexto, el viaje y el mensaje no sentaron demasiado bien a los Veintisiete. Apenas unas horas después, el entonces jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, recordó que la política exterior de la UE "la fijan el Consejo Europeo y el Consejo de ministros de Exteriores", no la Comisión. Esa posición, advirtió Borrell, estaba muy clara: "Defendemos el derecho a Israel de defenderse, pero como cualquier derecho tiene unos límites, que son los de las leyes internacionales y humanitarias". La primera crítica seria de un líder comunitario vino del entonces presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Preguntado por el ataque del Ejército israelí contra un hospital en Gaza en el que murieron más de un centenar de personas –el primero de muchos–, tras una cumbre, Michel admitió que "un ataque contra civiles no está en línea con el derecho internacional". Von der Leyen guardó silencio. Aquellas primeras palabras, pero también los silencios, han perseguido a la presidenta de la Comisión, ante el recrudecimiento de las operaciones militares en Gaza. Unas operaciones que han llevado a que la Corte Penal Internacional haya emitido órdenes de captura contra el propio Netanyahu y su entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra. También a que, con base en un informe independiente, la ONU haya acusado a Israel de estar cometiendo un genocidio. España e Irlanda, solas Al inicio del conflicto, apenas unas pocas voces en la UE cuestionaban las operaciones del Ejército israelí. La posición abiertamente crítica del propio Borrell tampoco representaba la postura de los Veintisiete, profundamente divididos sobre cómo abordar la cuestión. Los comunicados repetían una y otra vez el mismo mantra: condenaban los ataques de Hamás, pedían la liberación de los rehenes, defendían el derecho de Israel a defenderse en el respeto al derecho internacional, e insistían en la solución de dos Estados como única salida posible al conflicto. Entonces, apenas España e Irlanda estaban entre los países más duros con Netanyahu. Ante el rápido deterioro de la situación humanitaria en Gaza y la intensificación de las operaciones militares hasta Rafah, en la frontera con Egipto, fueron precisamente esos dos países quienes pidieron en febrero de 2024 revisar el acuerdo de asociación con Israel. Una petición que llegó por carta, por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del entonces primer ministro irlandés, Leo Varadkar. "Los horrendos ataques terroristas cometidos por Hamás y otros grupos armados no justifican, ni pueden justificar, ninguna infracción (del derecho internacional humanitario) en la respuesta militar, con las consiguientes consecuencias para la población civil de Gaza", advertían Sánchez y Varadkar. La petición no encontró demasiado eco entre el resto de países del bloque, tampoco en el seno de la Comisión Europea que lidera Von der Leyen. Sin embargo, en su última reunión al frente del Consejo de Asuntos Exteriores, Borrell puso la cuestión sobre la mesa llamando a los gobiernos a romper las relaciones diplomáticas con Israel. Una propuesta que la mayoría rechazó. "La historia nos juzgará a todos, a todos", advirtió. De Borrell a Kallas Con la estonia Kaja Kallas al frente de la política exterior del bloque, la UE rebajó considerablemente el tono. En el marco del alto el fuego logrado en enero de este año, Kallas optó por el diálogo con Israel como vía para tratar de lograr mejoras en la situación humanitaria en Gaza, aunque condenando los bombardeos israelíes en Siria y Líbano. Pero también a Kallas se le fue acabando la paciencia. Tras una reunión con el primer ministro de la Autoridad Palestina, Mohamed Mustafa, reconoció que las operaciones del ejército israelí en Gaza iban "más allá de la legítima defensa proporcionada". Tras meses de bombardeos indiscriminados y ataques contra infraestructuras civiles, lo que resultó determinante fue la hambruna provocada por Israel con su bloqueo a la entrada de ayuda en Gaza. En mayo de 2025, más de un año después de la propuesta de España e Irlanda, una mayoría de países europeos pidió a la Comisión que revisara si Israel cumplía con el acuerdo de asociación. El informe del Ejecutivo comunitario no dejaba lugar a dudas: "Israel está violando los derechos humanos y el derecho internacional humanitario". En un durísimo discurso en la Eurocámara en junio, Kallas denunció abiertamente por primera vez los bombardeos israelíes contra la población, los asesinatos de civiles mientras trataban de conseguir agua y comida, y que el objetivo último de Netanyahu era anexionar Gaza. "Bloquear alimentos y medicinas para los palestinos atrapados en Gaza no protege a Israel. Eludir las entregas de ayuda de la ONU no ayuda a la población", dijo la estonia. Falta de acción Sin embargo, la escalada de violencia entre Israel e Irán tras los bombardeos israelíes frenó el impulso político que buscaba tomar medidas concretas contra el Ejecutivo de Netanyahu. Los líderes de la UE reconocieron en un comunicado que la situación humanitaria era grave, el número de víctimas, inaceptable, y el hambre, insostenible. Pero fueron incapaces de ponerse de acuerdo para tomar medidas. Kallas volvió a optar por el diálogo y arrancó un compromiso de Israel de aumentar la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, que nunca se cumplió, pero sirvió para frenar cualquier medida contra Israel. Ante la falta de avances y la presión social, Bruselas optó por proponer suspender parcialmente la participación del país en un fondo de apoyo a la investigación. Ni esa medida, púramente simbólica, logró el respaldo de los veintisiete. Sanciones y comercio Después de más de 60.000 muertos y casi dos años de conflicto, Von der Leyen dio un giro radical en su postura. Lo hizo, eso sí, ante la presión de las fuerzas progresistas de la Eurocámara que amenazaban con retirarle su apoyo si seguía sin tomar medidas contra Israel, de los gobiernos europeos cansados de la falta de acción, y de miles de ciudadanos en las calles de las principales ciudades del continente. En su discurso sobre el Estado de la Unión el pasado mes de septiembre, la alemana condenó por primera vez abiertamente el uso del hambre como arma de guerra y los asesinatos de civiles. También acusó al Gobierno de Netanyahu de promover el odio. "Por el bien de la humanidad, esto debe acabar", dijo Von der Leyen, "no podemos permitirnos quedarnos paralizados". Apenas unos días después, Kallas presentó un paquete de medidas que iba desde suspender los beneficios comerciales de los que disfrutan los productos israelíes en el marco del acuerdo de asociación, hasta sanciones contra dos miembros del Ejecutivo de Netanyahu: Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, de Finanzas. También congeló el acceso a varias partidas de fondos. Sin mayoría Pero esa propuesta, como las anteriores, nació prácticamente muerta. La propia jefa de la diplomacia europea reconoció que la presión ha aumentado, pero las mayorías en el Consejo siguen siendo las mismas. El tono se ha ido endureciendo, las sanciones están sobre la mesa, y una mayoría de países europeos reconoce ya el Estado Palestino. Pero la oposición de Alemania, Italia, Austria, Hungría o República Checa a cualquier tipo de sanción a Israel hace improbable que nada de esto salga adelante. Las negociaciones para un alto el fuego que pueda servir para poner fin al conflicto abren una nueva etapa. El plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, logró un respaldo casi unánime entre los líderes. En este contexto, parece poco probable que Israel asuma ningún tipo de responsabilidad, al menos política en Europa, por la masacre.

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