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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 06/10/2025 04:50
El libro del día: “El temperamento revolucionario”, de Robert Darnton La transformación de la sociedad parisina en las décadas previas a 1789 no se explica únicamente por el auge de las ideas ilustradas ni por las crisis económicas, sino por la emergencia de un espacio público donde la comunicación informal y la circulación de rumores alteraron de raíz la relación entre el pueblo y el poder. En El temperamento revolucionario: Paris, 1748-1789, Robert Darnton sitúa el origen de la Revolución Francesa en la evolución de una conciencia colectiva alimentada por panfletos, canciones y debates en cafés, mucho antes de la célebre toma de la Bastilla. El temperamento revolucionario Por Robert Danton eBook $ 21,99 USD Comprar En la Francia del ancien régime, la estructura política y social era un entramado de tradiciones medievales y elementos modernos, donde la soberanía residía de manera absoluta en el monarca y los detalles del gobierno permanecían celosamente ocultos. La sociedad parisina, compuesta por aristócratas, clérigos, abogados y asalariados, competía por privilegios económicos y legales, mientras una red de obligaciones mutuas y rituales públicos mantenía el orden. Sin embargo, bajo la superficie de festivales y desfiles, los conflictos eran constantes. El libro de Darnton propone un cambio de perspectiva respecto a la historiografía tradicional, que suele iniciar el relato revolucionario con el asalto a la Bastilla el 14 de julio de 1789. En lugar de preguntarse qué factores provocaron la revolución, el autor indaga en cómo se forjaron los revolucionarios, rastreando el proceso por el cual los ciudadanos comunes llegaron a creer que la voluntad popular podía desafiar el poder real. Para ello, retrocede medio siglo y analiza la transformación de los valores y percepciones colectivas. Toma de la Bastilla Uno de los elementos centrales que destaca Darnton es el papel de la comunicación en la gestación del cambio. La esfera pública parisina, aún rudimentaria y con altos índices de analfabetismo, se articulaba en torno a los rumores de esquina y las discusiones en los cafés. En este contexto, surgió una “sociedad de la información” primitiva, donde los nouvelles —publicaciones similares a periódicos, prolíficas, poco fiables y enormemente populares— se convirtieron en el eje de una comunidad imaginada que trascendía clases y profesiones. Estas publicaciones, siempre ávidas de controversia, reflejaban y amplificaban las tensiones de una Francia que alternaba entre guerras y crisis económicas. La estructura del libro se organiza a partir del análisis de cómo los distintos ciclos noticiosos —guerras, óperas, juicios, disturbios— eran recibidos y reinterpretados por la cultura literaria emergente en torno a los nouvelles. Así, Darnton desmenuza las crisis que minaron los cimientos del antiguo régimen. Dentro de la Iglesia, los jansenistas, disidentes teológicos respaldados por el pueblo parisino pero condenados por Roma, se enfrentaban a la poderosa y detestada orden de los jesuitas. Los pensadores ilustrados, como Diderot y Voltaire, sorteaban la censura mientras reformulaban la visión nacional desde una óptica científica. Los fisiócratas proponían soluciones racionales a los problemas económicos, mientras una masa empobrecida se rebelaba por el pan. La revolución estadounidense, por su parte, desató modas y aspiraciones de cambio político radical. Voltaire No obstante, Darnton subraya que la erosión de la autoridad real entre la población se debió menos a la difusión de los ideales ilustrados que a la vida privada de Luis XV. La intensidad de sus relaciones extramatrimoniales, que le valieron la exclusión de la comunión católica, fue ampliamente difundida por los nouvelles. Según el autor, “el adulterio de Luis trajo el juicio sobre todo el país y, a lo largo de cuatro décadas escandalosas, lo rebajó al nivel de sus súbditos”. A medida que la deferencia hacia la monarquía se debilitaba, también se desmoronaba el secretismo del régimen. Los ministros, preocupados por el descontento popular, comenzaron a publicar sus propios panfletos para justificar sus decisiones y contrarrestar los rumores. El interés del público era tal que obras como la de Nicolas Bergasse se alquilaban por fragmentos debido a la demanda. Nicolas Bergasse En este ambiente, la competencia por captar lectores se transformó en una lucha por la legitimidad política. El vínculo entre rey y nación, hasta entonces inseparable, se fracturó, y el poder pasó a residir en la palabra impresa. Para 1789, la “comunidad imaginada” descrita por Darnton había cristalizado en una voluntad revolucionaria colectiva. Los molinos de rumores, los cafés, los nouvelles y los panfletistas se habían convertido, sin que sus protagonistas lo advirtieran plenamente, en el germen de un mundo distinto. “El rumor y la imprenta, más que la espada, prepararon el terreno para la revolución”, sostiene el autor. La obra de Darnton ofrece una reinterpretación convincente de la Revolución Francesa y destaca por su capacidad para combinar rigor académico con una prosa ágil y precisa.
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