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  • Los riesgos y la gran oportunidad de Iberdrola en los EEUU de Trump

    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/10/2025 14:12

    Iberdrola ha abierto una era de cambio. La mayor de las energéticas españolas, ya un actor global en un sector clave, ha activado una reorientación del negocio y del perfil mismo del grupo con el objetivo de hacerse más sólido y agarrarse a negocios más seguros. Transformación -según insistía hace unos días toda la altísima dirección de la eléctrica en una cumbre financiera con decenas de analistas de todo el mundo- es la palabra clave que define el nuevo plan estratégico. Una nueva hoja de ruta que anticipa un esfuerzo inversor histórico (58.000 millones en cuatro años, un 30% más), que consolida la senda de sumar beneficios récord año tras año y que promete a sus accionistas una lluvia de millones en dividendos (con casi 20.000 millones hasta 2028). Y un programa, también, que reajusta el orden de prioridades de la empresa para focalizarse en el negocio regulado y más estable de las redes, para contener la expansión en nuevas renovables tras años de crecimiento acelerado, y para volcar el crecimiento en Reino Unido y Estados Unidos, identificados por la compañía como los países con marcos regulatorios más previsibles y atractivos. “Nos estamos convirtiendo en una compañía anglosajona. Crecimiento anglosajón, éste es nuestro plan”, proclamó la semana pasada ante los inversores el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. Y, de hecho, a pesar de la incertidumbre que generan la ola proteccionista y los bandazos regulatorios en la nueva ‘era Trump’ en algunas áreas cruciales para esta compañía española-anglosajona, el grupo revalida su apuesta por EEUU como mercado clave para el futuro. Pero precisamente por estos tumbos regulatorios, EEUU se erige en el paradigma claro de la nueva estrategia de Iberdrola. A medio camino entre la necesidad y la virtud, Iberdrola volcará en el mercado norteamericano el esfuerzo inversor y sus grandes aspiraciones en su negocio de redes (que ya representa el 80% de su actividad en el país) y optará por la contención y la prudencia para sumar nuevos proyectos de renovables (a pesar de ser ya uno de los grandes operadores locales de energías limpias). Los planes de Iberdrola pasan por ejecutar en EEUU inversiones por 16.000 millones de euros en los próximos cuatro años, casi un tercio del montante total previsto en su estrategia hasta 2028 y casi un 60% más que en la anterior versión de la guía estratégica (que recogía un objetivo de 10.200 millones en el gigante americano). Pero el reparto y evolución entre las dos grandes patas de negocio de la filial norteamericana Avangrid es muy desigual, con 12.000 millones destinados a la mejora y ampliación de las redes (un 26% más que en el plan previo) y con una apuesta relativamente modesta de 4.000 millones para renovables (prácticamente lo mismo que en la versión anterior y casi todo para desarrollar proyectos ya en construcción). La compañía energética apuesta en su nuevo plan por un enfoque mucho más selectivo para aprobar inversiones en nuevos proyectos renovables a escala global. Pero en el mercado norteamericano esa prudencia en relación a los grandes alardes verdes de antaño se hace más acusada por las dudas sobre la intensidad de las políticas antirrenovables que puede acabar ejecutando Donald Trump en su reeditado (y alarmantemente más desatado en todos los ámbitos) mandato presidencial. Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, junto al secretario de Energía de Estado Unidos, Chris Wright. / Iberdrola Amenaza antirrenovable Los ataques contra las renovables y la defensa de las energías fósiles han sido santo y seña del discurso trumpista, en una combinación de negacionismo climático y proteccionismo populista para justificar su hostilidad a todo lo que tenga un tinte verde. Con la soflama “Drill, baby, drill” como baluarte, la animadversión hacia las renovables está en las antípodas de la política de generosas ventajas fiscales de la Administración Biden, que preveía ayudas de 270.000 millones de dólares para impulsar las energías verdes y que sirvió para engordar los planes futuros de las compañías energéticas (también los de Iberdrola). Desde la dirección de Iberdrola se habían mostrado confiados en que no habría un terremoto en el sector tras el relevo presidencial, insistiendo en que la compañía había ya convivido durante las dos décadas de operaciones en el país con Administraciones de ambos partidos, incluida la del primer mandato de Trump. Pero este segundo capítulo está siendo diferente. La nueva Administración ultraconservadora ha puesto el foco de manera especial en cuestionar la expansión de la éólica marina en el país, precisamente el negocio en que Iberdrola pretende (o pretendía) focalizar una parte importante sus objetivos de crecimiento renovable en Estados Unidos. El propio Trump ha dicho de la eólica marina que se trata de una energía “fea, cara y poco fiable” y poco después de tomar posesión firmó una orden ejecutiva para paralizar la concesión de nuevas licencias a proyectos en sus costas. Ahora la Administración norteamericana se está movilizando para retirar los permisos a proyectos ya autorizados. Y entre ellos, el Ejecutivo prepara un golpe a dos de los proyectos de eólica marina (offshore, según el argot sectorial) que tiene Iberdrola en el país. La Administración federal, en una alianza contranatura con movimientos ecologistas locales, aparentemente está maniobrando para paralizar dos grandes parques (New England Wind 1 y 2) en las costas del estado de Massachussets, que contaban con una inversión prevista de cerca de 7.000 millones y con una potencia conjunta de unos 1.800 MW. Iberdrola sigue sin recibir notificación oficial alguna sobre el parón de los proyectos, pero internamente se da por hecho. Los analistas, en cualquier caso, coinciden en minimizar el impacto real para el grupo de que se materialice el bloqueo de estos dos parques, dado que se encuentran en una fase muy inicial y la empresa no había ejecutado aún grandes inversiones en ellos. Y tampoco han dado mayor trascendencia los propios inversores, dada la nula reacción en bolsa de las acciones de Iberdrola tras conocerse los movimientos del Ejecutivo de Trump. “Podríamos hacer más cosas” “En Estados Unidos tenemos una cartera de proyectos renovables, y podríamos hacer más cosas. Pero debemos ser realistas”, admitió Galán en referencia a las eventuales trabas regulatorias con que puede toparse el grupo para crecer en energías limpias. “Si hay proyectos en EEUU que nos ofrecen oportunidades y buenos retornos, los vamos a analizar. No vamos a cerrar los ojos. Vamos a hacer buenos negocios allí, pero siendo realistas”, insistió. De momento, la estrategia de la compañía pasa por terminar las instalaciones que ya están en cartera y por una mayor escrupulosidad para sumar nuevos proyectos verdes, especialmente en el caso de la eólica marina. “Seremos prudentes y avanzaremos sólo cuando estemos seguros de que aporta valor. Esperemos a ver qué depara el futuro”, explica José Antonio Miranda, consejero delegado de Avangrid. A la espera de que se confirme el bloqueo de esos dos parques que estaban aún en una fase muy primigenia, Iberdrola reivindica su buque insignia en la eólica offshore norteamericana, que no es un proyecto sino ya una realidad. El parque Vineyard Wind 1, también frente a las costas de Massachussets, ya está produciendo electricidad en una primera fase y espera completar las obras antes de fin de año, tras ejecutar inversiones por unos 2.700 millones. Una eventual paralización de este parque por parte de la Administración sí supondría un golpe para Iberdrola. Pero desde la alta dirección de la compañía se ha venido trasladando a analistas e inversores en encuentros privados la convicción de que el proyecto tiene garantizada su plena legalidad y que, en caso de que el Gobierno decidiera bloquearlo, los tribunales acabarían dando la razón a la energética y sólo se trataría de un parón temporal. Aunque desde diferentes casas de análisis se admite que la nueva política trumpista, singularmente en torno a la eólica offshore, supone uno de los riesgos para el negocio de la compañía, lo cierto es que desde el mercado algunas voces temen que Iberdrola pueda estar pecando de demasiado conservadurismo en sus objetivos a medio plazo sobre generación verde en el mercado norteamericano. “Las preocupaciones sobre la energía eólica marina en Estados Unidos podrían no materializarse”, contraponen los analistas de RBC Capital Markets frente a la alarma generalizada. “La nueva administración estadounidense podría tener un impacto menor de lo esperado impidiendo el desarrollo de la energía eólica marina”, apuntan. La compañía cuenta actualmente con casi 10.000 megavatios (MW) operativos de generación renovable en EEUU y su nuevo plan estratégico contempla sumar sólo entre 1.500 y 1.800 MW verdes más en el país hasta 2028. “Dadas las perspectivas cada vez más favorables para la demanda energética en Estados Unidos, esta cifra nos parece baja”, advierten desde el banco de inversión Jefferies, que teme que a la compañía se le haya ido la mano reduciendo su ambición en el este campo. “Vemos margen para un mayor potencial de crecimiento”, sostienen. Las dudas sobre el escenario regulatorio que acompañará a las renovables y el acotamiento de las ventajas fiscales de las que venían beneficiándose, sí ha tenido consecuencias directas en algunos de los planes de Iberdrola en el mercado norteamericano. Como parte de su estrategia de rotación de activos y de búsqueda de alianzas con grandes socios financieros, la compañía había venido explorando la venta parcial de dos grandes carteras de plantas y proyectos de energías limpias en el país con objetivos de ingresos milmillonarios. Sendos procesos han quedado en suspenso por las dudas de los inversores potenciales a causa de la incertidumbre sobre el potencial futuro del sector. Saltar con red Iberdrola sitúa EEUU entre los mercados con marcos regulatorios “predecibles”, “estables”, “bien definidos”, con “visibilidad”, con “retornos atractivos”… Y todo ello incluso a pesar de Trump. Y es que la estabilidad y el alto potencial que la compañía identifica en el mercado norteamericano se refiere al negocio de las redes eléctricas, cuya regulación depende casi en exclusiva de cada uno de los estados y sólo de manera residual de la Administración federal. Si la evolución futura de la eólica marina se ha convertido en un riesgo y en motivo de tensión para la compañía, el negocio regulado de las redes se erige en oportunidad y en la gran apuesta. Iberdrola pretende concentrar inversiones por 12.000 millones en cuatro años para ampliar y mejorar su ya enorme mallado de red en el país (ya con más de 170.000 kilómetros), según se recoge en el nuevo plan estratégico. Y aspira a elevarlos hasta los 20.000 millones hasta 2030, según trasladóel propio Galándirectamente al Gobierno de EEUU en un encuentro con el secretario de Energía, Christopher Wright, hace unos meses. Iberdrola se agarra a la urgencia de modernizar unas infraestructuras que en su mayoría fueron diseñadas hace medio siglo y de ampliarlas para atender la demanda eléctrica creciente (con un incremento previsto del 2% anual a medio plazo), y celebra un renovado armazón regulatorio renovado o a punto de renovarse en todos los estados en que ya opera Avangrid (y que anticipa unos muy altos retornos de capital del 9,5% y el 10,6% para las redes de distribución y de transporte, respectivamente). El nuevo plan estratégico “pretende transformar el perfil de Iberdrola hacia una empresa más regulada, con las redes como vector clave de crecimiento”, proclamó el presidente de la corporación, y EEUU será la gran plataforma para ejecutar este giro de prioridades por el entorno favorable.

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