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» El Ciudadano
Fecha: 05/10/2025 12:55
Por Tomás Di Giannantonio (#) En los espacios laborales donde la mayoría de los trabajadores son varones existen códigos y dinámicas totalmente naturalizadas de violencia y desigualdades. Desde Grow-género y trabajo compartimos algunas de nuestras experiencias, diagnósticos de estas realidades y, sobre todo, algunas propuestas para avanzar hacia entornos laborales más inclusivos y libres de violencia. ¿Cuál es la problemática de la que hablamos? Un primer problema es que, en muchísimos casos, los varones ni siquiera identifican situaciones como violentas. Están tan naturalizadas en sus formas de ser, sentir y pensar que, a pesar que les generan estrés, ansiedad o cualquier otro malestar (incluso físico), no lo identifican. En un relevamiento realizado en 2024 por Grow-género y trabajo junto a Mundo Sur, el 18% de los varones declaró haber sufrido violencia física en su empleo y el 24% dijo haber sido testigo de ella. En las industrias más masculinizadas (como pueden ser las del transporte o la construcción) los ritos de iniciación, bromas ofensivas o prácticas ligadas al “aguante”, son moneda corriente y funcionan como mecanismos de pertenencia que, lejos afianzar el lazo entre trabajadores, establecen jerarquías a partir de prácticas violentas que se normalizan. El gran inconveniente radica, entonces, en romper la normalidad y nombrar la problemática De la sociedad a la empresa La violencia que atraviesa la sociedad en su conjunto también se reproduce dentro de las empresas y en las relaciones cotidianas entre trabajadores. No se trata de un fenómeno aislado: en América Latina, la violencia interpersonal es la principal causa de muerte entre varones de 15 a 49 años (OPS, 2019), lo que evidencia la magnitud del problema. En contextos laborales hiper-masculinizados estas dinámicas encuentran un terreno fértil perfecto debido a que los modelos tradicionales de cómo ser varón (aún asociados a la heterosexualidad y al rol de proveedor económico) refuerzan conductas competitivas y jerárquicas, y muchas veces violentas. ¿Qué pueden hacer las empresas? 10 estrategias posibles Desde Grow-género y trabajo creemos que las organizaciones tienen un rol clave para revertir estas dinámicas. Algunas líneas de acción: Detectar y cuestionar prácticas nocivas: identificar costumbres instaladas que pueden constituir violencia. Incorporar el consentimiento como principio básico: promover relaciones laborales basadas en el respeto mutuo. No ser cómplices: intervenir frente a comentarios o actitudes discriminatorias. Impulsar la diversidad: integrar equipos con mayor presencia de mujeres y diversidades mejora la cultura laboral y los resultados. Construir espacios inclusivos: que nadie tenga que adaptarse a modelos rígidos para poder “encajar”. Escuchar activamente: valorar los aportes de quienes históricamente han sido desoídos en estas industrias. Fomentar la corresponsabilidad en los cuidados: que los varones también asuman estas tareas es parte de la transformación. Revisar privilegios: reconocer los beneficios que los hombres reciben solo por su género es un paso necesario para cambiarlos. Formar liderazgos responsables: quienes toman decisiones deben ser los primeros en dar el ejemplo. Un compromiso institucional En Grow-género y trabajo impulsamos espacios de reflexión y capacitación para que los varones se involucren activamente en la construcción de entornos laborales libres de violencias. A través de talleres de sensibilización y herramientas como el Varónmetro (un instrumento de diagnóstico para implementar de forma situada) acompañamos a las organizaciones a identificar sus desafíos y avanzar hacia prácticas más igualitarias. Transformar las culturas masculinizadas es posible y urgente. El bienestar laboral depende de reconocer que el cambio no puede esperar. (#) Area de masculinidades de Grow-género y trabajo
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