Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Entrevista con Walter Perazzo: los dos equipos que sueña dirigir, la huella de Bilardo y Pellegrini y por qué es tan difícil el ascenso

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 05/10/2025 02:37

    El día que el árbitro lo felicitó por un golazo contra Argentinos Juniors vistiendo la camiseta de San Lorenzo (@edu_sport) “Flaco no te vayas, flaco vení; miralo a Perazzo, parece Platini...”. Así le cantó la hinchada de San Lorenzo de Almagro al gran Walter Perazzo, después de aquel golazo de emboquilla que le marcó al arquero Enrique Vidallé en la victoria por 2-0 sobre Argentinos Juniors en el estadio de Atlanta, el 15 de diciembre de 1985. Ese partido quedó en la historia, porque el árbitro principal Juan Carlos Loustau felicitó al delantero en el campo de juego, dándole la mano delante de todos. “Yo hago los dos goles. Y el segundo lo marco desde la mitad de cancha. Me acuerdo de que levanto los brazos para saludar a la gente. Luego, giro y Loustau me toca la espalda y me dice ‘que golazo hiciste, te felicito’ y me dio la mano. Son las cosas lindas que uno disfruta cuando deja la carrera”, recuerda el ex delantero, que en la década del 80 llegó a ser considerado uno de los mejores jugadores del fútbol nacional. Perazzo es colombiano. Nació el 2 de agosto de 1962 en Bogotá, donde jugó en Independiente de Santa Fe la temporada de 1983. Previamente, había debutado en San Lorenzo de Almagro en 1979, con 17 años, de la mano de Carlos Bilardo, a quién definió como “uno de los dos mejores entrenadores” que tuvo en su carrera. El entrenador campeón del Mundo en 1986 fue muy importante en su carrera, ya que lo llevó a integrar el Estudiantes de La Plata campeón del 82 y la selección argentina en el proceso previo a la Copa del Mundo que se disputaría en tierra azteca. “Haber pasado por las manos de Bilardo me hizo crecer más rápido como futbolista profesional”, destaca. Walter Perazzo con los colores de San Lorenzo En su primera etapa en Boedo, vivió momentos muy difíciles, ya que observó la pérdida del Viejo Gasómetro y sufrió el descenso en 1981. “Los dos últimos partidos del Viejo Gasómetro me toco ir al banco. A pesar de no tener muchos minutos en cancha, pude darme el lujo de ver lo que se siente jugar en ese estadio histórico en el que uno como hincha vivió momentos muy lindos”, recuerda. Luego de su paso por Colombia, regresó al club de sus amores donde vivió una época sensacional. Aquellos goles en un Ciclón golpeado desde lo institucional, lo convirtieron en la gran figura del “San Lorenzo de los milagros” e integró el gran equipo histórico bautizado como Los Camboyanos. A fines de la década del 80, Perazzo pasaría a Boca Juniors en un “acto de amor” hacia el Santo, ya que se le terminaba el contrato y él tenía una oferta de Europa para irse libre al terminó de su vínculo con el club, pero prefirió pasar al Xeneize para dejarle plata al Ciclón. “A San Lorenzo le entró dinero. A mí me dieron una parte también de lo que me correspondía del pase y me fui. Salió más beneficiado San Lorenzo que yo”, aclara el ex futbolista que disputó 56 partidos, marcó 12 goles y ganó dos títulos con la casaca Azul y Oro, la Supercopa y la Recopa Sudamericana. Luego del retiro, comenzó su trayectoria como director técnico. En el año 2011, dirigió el seleccionado Sub-20 argentino en el Mundial de Colombia, conjunto que quedó eliminado en los cuartos de final. Además, entrenó a otras categorías juveniles en donde estaban Emiliano Dibu Martínez, Germán Pezzella, Nicolás Tagliafico, Paulo Dybala, Leandro Paredes, Manuel Lanzini y Erik Lamela. Estos últimos tres, fueron los que más lo sorprendieron por suss cualidades técnicas: “Paredes teniendo 13 o 14 años ya parecía un jugador profesional. Lanzini lo mismo, lo tuve con 16 o 17 años y volaba” reveló el entrenador, que en las selecciones argentinas juveniles estuvo al mando en 19 partidos, con 12 victorias, 4 empates y 3 derrotas. A fines de la década del 80 Perazzo pasó a Boca Juniors Perazzo vivió hace pocas semanas un momento complicado en San Lorenzo, ya que había sido elegido por el por entonces presidente Marcelo Moretti para coordinar las divisiones juveniles del club, pero no llegó a firmar su contrato antes de que el club quede acéfalo. “La verdad es que no sé si me siento usado por la dirigencia saliente, porque nunca llegué ni siquiera a pisar en el área de trabajo. Tuve la presentación en conferencia de prensa, pero no pude trabajar. Es una más, de las irregularidades que hubo en los dos últimos años en San Lorenzo”, sentencia con un dejo de tristeza en diálogo con Infobae. Walter, ¿qué es de tu vida? - Estoy sin trabajo. Libre. Estoy viendo que hago. Me estoy tomando un descanso hasta fin de año para ver cómo voy a seguir, pero sin trabajo por ahora. - ¿Tenes ganas de volver a dirigir en Primera o querés trabajar en divisiones inferiores? - Mi idea siempre es trabajar en el fútbol. No hago una diferenciación muy grande. Si es en el futbol y estoy convencido del proyecto, lo acepto. Tiene que ser un proyecto que me convenza y me motive, más allá de si es en el área juvenil o profesional. Trato de elegir un proyecto que me motive. - ¿Tu última experiencia como entrenador fue en Nueva Chicago? - Sí, en Chicago. No puedo hacer mucho balance, porque fue un paso corto. Llegué a un plantel que estaba armado, pero por diferencias con gente que manejaba el fútbol, me tuve que ir. Mucho análisis no se puede hacer porque me parece que es poco serio. Estuve durante 12 o 13 partidos y los resultados fueron variados, pero el tiempo fue corto para hacer un balance. - Hoy los resultados mandan, ¿no? - Hace tiempo que los resultados mandan. Se vive el fútbol con un poco más de locura. Pero en mi caso hubo otros temas, más allá de los resultados por los cuales me tuve que ir de Chicago. En general, veo que se están tomando decisiones apresuradas, creyendo que cambiando de entrenador y apostando a una fórmula mágica, van a estar mejor. Me ha pasado en Gimnasia de Mendoza, en San Martín de Tucumán, en Patronato. En equipos importantes que cambian por cambiar. El equipo de San Lorenzo que terminó segundo en la temporada 1987/88. Parados: Larraquy, Zacarías, Moner, Siviski, Chilavert y Giunta. Agachados: Malvárez, Nannini, Perazzo -con la cinta de capitán-, Ortega Sánchez y Barrera - ¿El ascenso se transformó en lo que hoy exige la Primera División que, con muy poco tiempo de trabajo, necesitas resultados buenos para mantenerte en el cargo de entrenador? - El ascenso está peor que la Primera, por un tema de desesperación. Los objetivos son para todos los mismos, y los premios en el ascenso son muy chiquitos. En Primera tenes la posibilidad de clasificar al octogonal, a las Copas Libertadores y Sudamericana, y salir campeón. Tenes un abanico importante que te mantiene motivado. En el ascenso, lo único que sirve es ascender a Primera. Son 36 los equipos para el mismo objetivo y el cuello de botella se hace cada vez más chico. Eso hace que todos los equipos tomen decisiones no tan razonables, sino más que nada intuitivas. A veces sale bien y otras veces mal, cuando vas por esa vía. - Después, te convocaron con la idea de coordinar las divisiones inferiores de San Lorenzo. ¿Firmaste contrato o no? ¿Cómo fue la situación? - No estuve con contrato. Me llamó el presidente (Marcelo Moretti) y me ofreció la posibilidad de volver al club. Le presenté un proyecto y estuvo de acuerdo. Estaba todo encaminado, pero luego de esa conferencia de prensa de presentación, explotó todo y pasó todo lo que pasó, ya que el club quedó vacante y sin rumbo. Nunca pude empezar y preferí no meterme en una situación que no estaba muy clara. - ¿Habías arreglado tu llegada, pero sin contrato firmado? - Sí, generalmente en los clubes pasa eso. Primero te presentan y luego firmás el contrato. Me pasó en Temperley y en Chicago. Arreglas primero de palabra y luego en la semana los abogados se encargan de hacer los papeles. Pero como al otro día explotó todo, y no hubo quién tome decisiones en el club, me quedé expectante y nada. - ¿Te frustró esta situación? - Sí. Siempre cuando uno empieza un proyecto, tenés ilusiones de hacerlo bien. Y en el caso de San Lorenzo, obviamente por mis sentimientos y mi sentido de pertenencia, hace que todo sea mucho más fuerte. Pero uno tenía cierta precaución, porque no estaba muy claro y las expectativas era relativas. - ¿Crees que te usó Moretti para por lo menos ganarse a la gente, después de que se supo lo del video, con la idea de llevar un ídolo del club a trabajar con él? - Creo que quiso hacer algo bueno para San Lorenzo y me convocó. Yo siempre prioricé San Lorenzo más allá de la persona y él quiso hacer un cambio en un área que creía que debía hacer. La verdad es que no sé si me siento usado, porque nunca llegué ni siquiera a pisar en el área de trabajo. Es una más de las irregularidades que hubo en los dos últimos años en San Lorenzo. Boca en la temporada 1988/89. Parados: José Luis Cuciuffo, Adrián Domenech, Juan Simón, Carlos Navarro Montoya, Claudio Marangoni, Luis Abramovich. Abajo: Fabián Carrizo, Alfredo Graciani, Walter Perazzo, Alejandro Barberón, Carlos Tapia - ¿Por qué pasan esas irregularidades desde hace un tiempo en el club de Boedo? - Yo tengo muchos años de experiencia y los últimos 50 años, que tengo uso de razón, siempre la política de San Lorenzo fue muy devastadora. Siempre hubo problemas políticos. Y lo que recalco desde que construyeron el estadio (1994) hasta hoy, es que no hicieron nada y no creció en nada, hablando en todos los sentidos, especialmente en estructuras e instalaciones. Está estancado. Es muy triste. No sé qué pasa que cuando están afuera (los dirigentes) son buenos y cuando están adentro, cometen errores garrafales que terminan siendo criticados por la gente. Yo no estoy en política para analizar el por qué, pero la realidad indica eso. Eso sucede desde que tengo uso de razón, desde que estuve en el club hasta acá. Las últimas dirigencias terminaron siendo criticadas. - Vos viviste una época difícil en San Lorenzo. Sabes de qué se tratan esos problemas dirigenciales… - Ahí me tocó vivir la época más triste que le pasó a San Lorenzo, que fue perder el estadio en primer lugar en 1979, y luego el descenso en 1981. Yo en esa época tenía 17, 18 años. Me tocó ver la pérdida del estadio y del descenso, todo seguido. Esas tragedias deportivas me tocaron conocerlas en carne propia. Si bien era chico, estaba preparado como profesional porque vivía el día a día. Pero bueno después, como siempre, la gente termina salvando el club. Después, viví la campaña inicial en el Nacional que fue todo mérito de la gente. Porque siempre que hay una crisis, termina la gente ayudando a San Lorenzo a que se reinvente y se recupere. Lamentablemente, un club tan grande depende mucho de la gente, todo el tiempo. Ahora, San Lorenzo repite otra vez esas crisis que tiene cada tres o cuatro años, que son crisis importantes. - ¿Cuándo integraste los Camboyanos la situación tampoco estaba bien, porque se tenían que bañar con agua mineral y no tenían agua caliente? - Sí, es verdad. Había problemas en el lugar de entrenamiento, en el día a día. Pero en la mayoría de los campeonatos, siempre hizo buenas campañas. Eso fue lo que lo mantuvo a salvo institucionalmente, porque clasificó a la Copa Libertadores y al octogonal. Se pelearon los campeonatos con equipos ejemplares como River, Independiente y Estudiantes de La Plata. Entonces, un poco se tapaban los problemas internos con la buena campaña deportiva. Como siempre pasa, se termina acomodando con la venta de los jugadores. Walter Perazzo, como técnico de Temperley - ¿Es cierto que habían llegado a una situación límite, motivo por el cual no le pagaban al plantel y el técnico Nito Veiga había amenazado con renunciar? - Estaba difícil la situación y se volcó para el lado futbolístico. Había bastantes problemas económicos. Pasaban cuatro o cinco meses sin cobrar los sueldos. Nito Veiga también había dicho que, si no se ponían al día con el plantel, se iba. Luego, pasó que no se pusieron al día y presentó su renuncia. Después, hubo una cantidad de partidos que jugamos sin director técnico. Recuerdo el partido famoso contra Independiente, donde le ganamos al que iba primero. A partir de ahí, nos bautizaron como Los Camboyanos, porque jugábamos sin técnico. Contra Instituto de Córdoba también jugábamos sin técnico. Justamente, un poco para defender la postura de Nito Veiga, que había hecho un sacrificio enorme dando un paso al costado para que nos paguen. Entonces, nos pusimos firmes en que no íbamos a aceptar ningún técnico. Y terminamos trabajando con uno que estaba en la Novena del club, que era Juan Carlos Carotti. Nosotros lo conocíamos, ya que estaba cerca del plantel. Entonces, sabíamos que no podíamos conseguir muchos más resultados sin un técnico. Habíamos estado dos partidos entrenando por cuenta propia. De esta manera, manejábamos el entrenamiento y la concentración. Bueno, la concentración no, porque no concentrábamos. Después, les pedimos que traigan a Carotti, que estaba en Novena. Y él hizo una buena campaña como DT. - ¿Por qué un árbitro te felicitó después de un gol? - Eso fue en el partido contra Argentinos Juniors en cancha de Atlanta. Todavía estaba Nito Veiga como técnico. Ellos venían de jugar la final del mundo con la Juventus. Eran campeones de América y tenían un equipo muy bueno. Y bueno, le ganamos en esa cancha 2 a 0. Yo hago los dos goles. Y el segundo lo marco desde mitad de cancha. Me acuerdo de que levanto los brazos para saludar a la gente. Luego, giro y Juan Carlos Loustau me toca la espalda y me dice “que golazo hiciste, te felicito” y me dio la mano. Son las cosas lindas que uno disfruta cuando deja la carrera. En ese momento era una situación normal, pero con el paso del tiempo entiende que lo enaltece. Ese gesto que tuvo Loustau hizo que ese gol siga en la memoria de la gente. El saludo convirtió el gol en algo imborrable. Fue un gesto de grandeza de un juez internacional a un jugador. Fue algo espontáneo. Era un árbitro de primerísimo nivel. Era el número uno en ese momento. Y la nobleza de los jugadores de Argentinos que entendieron el gesto del árbitro. Esos jugadores no salieron a embarrar la cancha. La gente quizás no sabe a quién se lo hice, pero me recuerda por ese saludo del árbitro. - ¿Por qué dejaste San Lorenzo y te fuiste a Boca? ¿Al hincha del Ciclón le dolió ese pase? - Sí, le dolió. Lo que pasa es que era una época donde había muchos problemas económicos. Y en realidad, me tuve que ir, porque las circunstancias me obligaron. Mi sueño era jugar la Copa Libertadores con San Lorenzo. Resulta que habíamos clasificado y mi idea era quedarme a pesar de que llevaba dos años sin contrato. Estamos hablando de julio de 1988. Si me quedaba libre, yo me arreglaba, pero la idea mía era jugar la Libertadores. Arranqué la pretemporada, los entrenamientos y cuando dieron la lista de buena fe de la Copa, me habían dejado afuera. Eso obviamente marcaba un poco que no tenían intenciones de arreglar mi situación contractual. Entonces, tenía una oferta muy buena para irme en diciembre a Europa, el doble de lo que ofrecía Boca. Entonces, apareció la oferta de Boca y acepté. A San Lorenzo le entró dinero. A mí me dieron una parte también de lo que me correspondía del pase y me fui. En 2021, en plena pandemia, como DT de Almagro - ¿Qué balance hacés de tu paso por Boca? - Cuando pasás de un grande a otro grande, estás acostumbrado a jugar con cancha llena, con gente y con presión. Quizás varía el día a día por el tema de que Boca tiene mucha más repercusión y cubren todo el tiempo lo que hace Boca, los entrenamientos, los viajes, etc. Cuando te toca viajar a cualquier parte del país o del mundo, tiene mucha gente alrededor del plantel. Cuenta con mucha expectativa, muchos medios, todo es noticia. En eso sí, como que repercutía más todo el día a día en Boca. Desde lo futbolístico no, pero sí en todo lo que es el entorno y lo que rodea a Boca. - ¿A qué edad te retiraste? Porque en tu época se retiraban muy jóvenes, y hoy estiran un poquito más al retiro. - Yo arranqué a entrenar en la Primera de San Lorenzo a los 16 años, con Carlos Bilardo. A los 17, debuto en un partido en Uruguay con la Selección Sub-20 local. Me lesiono el tobillo y estuve como un mes afuera. Cuando cumplí 17, debuté en la Primera de San Lorenzo y después me terminé retirando en 1995. Tenía 33 años. Pero estaba bien. Fui un jugador que nunca tuvo una lesión importante. No tuve lesiones musculares, ni problemas de rodillas, ni nada. Físicamente estaba para seguir, pero como mis últimos años estuve afuera y todavía no estaba tan metido en el fútbol profesional, con el tema de los empresarios. Entonces, cuando volví al país como que había salido del circuito y los jugadores de mi época no éramos de llamar para ofrecernos a ir a jugar. No había demasiados representantes que te busquen en clubes. Así que bueno, se fue dando de manera natural. - ¿Qué hiciste cuando colgaste los botines? - Cuando dejé de jugar, estuve durante uno o dos años sin hacer nada. Viviendo un poco y pensando qué iba a hacer de mi futuro, en lo profesional. Me dediqué a la familia. Hice algunos viajes que tenía pendientes y después empecé a hacer el curso de técnico, que en ese momento era de dos años. Así que hice el curso de técnico y cuando me recibí, teníamos una buena relación con Leo Madelón. Empecé a trabajar con él, en el Nacional B. Estuvimos dos años dirigiendo un equipo en el que jugaba Rubén Forestelo, Rafa Sánchez, entre otros. Un equipo muy bueno. Un equipo chico, pero muy bueno. Hicimos dos campañas excelentes en el Nacional B, que era durísimo en esa época. - Luego, te tocó dirigir las selecciones juveniles, en donde había chicos hoy son campeones del mundo. ¿Cómo llegaste a la selección argentina? - Cuando voy al Porvenir, conozco a Enrique Merelas, que era el presidente de El Porvenir. Y también de las Selección Juveniles. En el 2008, cuando se va José Pekerman de las selecciones, agarró Sergio El Checho Batista, con los campeones de 1986. Ahí me proponen integrar el equipo de trabajo de Batista. En el 2008, empecé a trabajar en los seleccionados juveniles, dirigiendo el Sub-18, siendo el ayudante de campo del Checho Batista en el Sub-20. Después, cuando él va a la Mayor, dirijo el Sub-20 argentino entre el 2010 y 2011 los torneos Sudamericanos, Mundiales y Panamericanos. Perazzo, goleador y capitán de San Lorenzo. Estuvo a punto de volver al Ciclón hace poco como coordinar de inferiores, pero la crisis institucional se lo impidió - Dirigiste el Mundial Sub-20 de aquel año en Colombia, donde quedaron eliminados en instancias finales. ¿Consideras que les fue mal? - No lo considero un fracaso. Saqué un 65% de los puntos y perdí solamente dos o tres partidos. Si el objetivo es solamente salir campeón, es una cosa. Pero le ganamos a todos los campeones, no se pudo coronar con un título solamente, y para esto hay que tomar en cuenta muchos temas: amonestados, lesionados, cruces, definición por penales. Sin ir más lejos, Portugal nos eliminó y fuimos superiores, pero después ellos fueron subcampeones, lo que no quiere decir que hayan sido mejores que nosotros. La verdad que podíamos y éramos candidatos para ser campeones. Nos quedamos en cuartos de final, eliminados por penales. En líneas generales, me fue bien en las selecciones juveniles. Clasificamos fácil al mundial, después jugamos los Panamericanos en Guadalajara y perdimos la final contra México. Y salimos subcampeones. Considero que me fue bien. Lo que pasa es que nosotros veníamos de la era Pekerman que fue una etapa brillante. Nada de lo que hicimos nosotros es comparable con lo que hizo José. - ¿Tenías la vara muy alta, no? - Sí. Son camadas, generaciones de oro que es muy difícil de repetir. Entonces, la vara estaba tan alta, porque se ganaron muchos Mundiales. Entonces, lo que hicimos quizás no se valoró tanto. Ahora, con el tiempo quizás se valora un poco más, porque pasaron tantos años y no se repite. Es difícil que se repita, como una era del inicio de Pekerman en la selección juvenil. - ¿Lo dirigiste a Leandro Paredes en las selecciones juveniles? - Sí, trabajé con él, porque nosotros teníamos una metodología de trabajo. Por ejemplo, yo trabajaba con la Sub-20 y la Sub-18 a la mañana. Y por la tarde, ayudaba a Héctor Enrique en la Sub-15. Ahí estaba Paredes, con 14 años, y también Manuel Lanzini con 16. Ya se notaba que eran distintos. Fueron los dos jugadores que me tocó dirigir de la selección que eran distintos al resto. -¿Qué tenían de distinto? - Tenían 13 años y hacían todo bien. Paredes era un mini jugador profesional. Hacia todo bien. Le pegaba con derecha y con la izquierda. Hacía goles de jugada. Hacía goles de tiro libre. Hacía todo bien, no había que decirle nada. La verdad que era un jugador fantástico. En ese momento, jugaba de enganche. - Hoy, juega de volante central en Boca. ¿Lo ves bien en ese club? - En Italia empezó a jugar de volante central y lo veo muy bien. La verdad que marca diferencias, con cada pelota que toca. Tiene la jerarquía a flor de piel. Aparte de jugar bien, tiene temperamento y amor propio. Tiene un físico ideal. La verdad que es un placer verlo con la edad que tiene, con 30 años; una edad espectacular. - ¿A Miguel Borja lo tuviste en Olimpo? - Sí, cuando me voy de la selección juvenil, fui a Olimpo con Madelón y logramos el ascenso. Habíamos salido campeón y ascendimos a Primera. Ahí me voy a los juveniles. Y después de los cinco años en juveniles, cuando me voy, me llamó Olimpo. Cuando estamos en Primera, lo llevo a Borja, a quien había visto en la selección juvenil de Colombia. Había salido campeón en Mendoza, en el Sudamericano. Lo llevé con 21 años, a él y a Mauricio Cuero, que estaban en Europa y no jugaban. Así que me los traje a los dos, desde muy chicos. Tanto Borja como Cuero, empezaron a hacer su primeras armas en el fútbol argentino conmigo. En Olimpo hicimos un gran campeonato. En Olimpo estuve tres años, más uno que había estado con Madelón. Fueron cuatro años en total. Así que también es un poco mi casa Olimpo. Borja siempre fue muy agradecido de esa situación. Siempre, a cualquier equipo que va, me hace llegar la camiseta. Siempre estamos hablando. Es un jugador que ha ido creciendo. A pesar de los años que pasaron, siempre fue muy agradecido. Perazzo reconoce a Carlos Bilardo y al chileno Manuel Pellegrini como dos técnicos que le enseñaron mucho desde distintos lugares - Hablando de agradecidos. ¿De qué entrenadores aprendiste más durante tu extensa carrera y le agradecerías por tu carrera de técnico? - Uno va haciendo un mix de todos los que tuvo. El que marcó mucho cuando era futbolista fue Carlos Bilardo. Lo tuve en diferentes etapas. Porque debuté con él, luego me llevó a Estudiantes de La Plata y a la Selección Argentina. Cuando trabajé en la selección, el director de Selecciones Juveniles era él. Después, Pellegrini es el otro. Aprendí mucho como planifica y trabaja un técnico de Primera. La verdad que de él aprendí mucho, no solo los trabajos, sino la metodología de trabajo, el día a día. Compartí un año y medio en un equipo que salió campeón en la Sudamericana y el torneo local. Me tocó vivir una época exitosa en San Lorenzo y aproveché para aprender. Estar con él me ayudó mucho para mi carrera. - Llevás más de treinta años en el fútbol. ¿Te gustaría cerrar tu carrera como técnico de San Lorenzo en algún momento? - Cuando empecé a dirigir, siempre anhelé dirigir en los equipos que más me sentí identificado. Tengo dos equipos, en los cuales me siento más identificado. Uno es Independiente de Santa Fe de Colombia, club que me había llamado varias veces, pero siempre estaba con contrato en otro club, entonces no me podía ir, y en San Lorenzo, donde tuve un paso corto con ayudante de campo de Manuel Pellegrini y entrenador de Reserva. Mi papá Alberto jugó dos años y fue figura en el conjunto de Bogotá. Como jugador, en Colombia me fue muy bien. Y cuando hice la carrera de técnico siempre en mi cabeza estaba dirigir a San Lorenzo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por