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  • 11 señales para reconocer el burnout y cómo combatir el estrés en los últimos meses del año

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/10/2025 20:33

    El burnout se manifiesta en distintos ámbitos laborales y afecta tanto la salud física como mental (Freepik) El último trimestre del año suele multiplicar las exigencias laborales y personales, con cierres de proyectos, compromisos familiares, eventos escolares y sociales. Y en ese contexto, cada vez más especialistas de la salud mental observan un crecimiento de los casos de burnout, un síndrome definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como consecuencia del estrés crónico laboral no gestionado. Según datos del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, luego de la pandemia se registró un incremento importante en los reportes de desgaste profesional, que afecta tanto a la salud física como mental de los trabajadores. ¿Qué es el burnout y por qué aumenta en esta época? Esta época del año puede intensificar las señales de agotamiento ocupacional (Freepik) El burnout constituye un fenómeno ocupacional asociado a situaciones donde confluyen alta demanda emocional, urgencia y responsabilidad constante sobre otros. “No se trata de una falla personal, sino de la respuesta de un organismo exigido durante mucho tiempo. El primer paso es pedir ayuda, y el segundo, comenzar con acciones pequeñas y sostenidas. El cambio es posible”, explicó a Infobae el médico clínico del Hospital de Clínicas Diego Sánchez Gelós (MN 117.604). La doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness Mariam Holmes (MP 20.463) ahondó: “El burnout se caracteriza por un estado de agotamiento físico, emocional y mental resultante del estrés prolongado. El incremento de este síndrome en la actualidad está muy asociado a factores contextuales, como la sobrecarga laboral y la presión social propia del cierre de año”. La sobrecarga de tareas y los plazos apremiantes son factores de riesgo principales (Freepik) Los especialistas coinciden en que luego de la pandemia las condiciones laborales intensificaron la percepción de sobrecarga, en especial en sectores de salud, educación y servicios. “El estrés en sí mismo no siempre es perjudicial, pero se vuelve problemático cuando no hay pausas ni espacios de recuperación. Ese estado de alerta constante desgasta el cuerpo y la mente”, puntualizó el doctor en Psicología y docente Flavio Calvo (MN 66.869). Según él, en estos meses que quedan hasta diciembre, al habitual cansancio “se suman cierre de proyectos, balances, objetivos no cumplidos y exigencias sociales; pareciera que todos tiene que verse antes de que termine el año”. “La carga de estrés se suele multiplicar, y si no se regula, puede ser el detonante para llegar a un colapso”, aseguró. Señales para reconocer el burnout: cuáles son y cómo identificarlas Insomnio, dolores de cabeza y tensiones musculares suelen acompañar el desgaste profesional (Freepik) Detectar el burnout de manera temprana resulta clave. Los especialistas consultados identificaron un conjunto de síntomas físicos, emocionales, conductuales y cognitivos que pueden dar señales de alerta. Cansancio físico persistente. Sánchez Gelós indicó que una de las primeras advertencias es “un cansancio que no mejora con el descanso”, lo que se traduce en fatiga constante, pesadez corporal y necesidad de dormir en exceso. Dolores de cabeza frecuentes y contracturas musculares. Aparecen molestias físicas como cefaleas, dolor en cuello y espalda o tensión muscular. Holmes detalló la presencia de “algias musculo-esqueléticas inespecíficas en zonas de alta tensión”. Trastornos en el sueño. Se observan dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos o, en otros casos, tendencia a dormir en exceso. Holmes añadió que las “perturbaciones del patrón de sueño” pueden derivar en insomnio crónico. Problemas digestivos y cambios en el apetito. Calvo enumeró síntomas como “malestares digestivos, dispepsia y alteraciones del apetito”. Algunos pacientes refieren falta de hambre y otros, episodios de comer en exceso. Irritabilidad y ansiedad. Según Holmes, muchas personas experimentan “un incremento en la irritabilidad, ansiedad situacional o síntomas depresivos como tristeza y anhedonia”. Pérdida de motivación y fatiga emocional. La caída del entusiasmo por tareas cotidianas, y una sensación de vacío o apatía, corresponden a una baja motivacional, lo que también reduce el rendimiento laboral y académico, según Calvo. Dificultad para concentrarse y tomar decisiones. El desgaste incluye “dificultad para sostener la atención y la toma de decisiones”, señaló Holmes. Sentimientos de fracaso, autocrítica y dudas sobre la eficacia personal. La percepción de “ineficacia o falta de sentido en los logros”, sumada a pensamientos autocríticos, suele instalarse en trabajadores con alta exposición al estrés, precisó Sánchez Gelós. Trato distante o cínico hacia los demás. “La despersonalización aparece como un mecanismo de defensa, manifestándose en una actitud distante hacia colegas, pacientes o clientes”, afirmó el médico del Hospital de Clínicas. Retraimiento social e incremento en el consumo de sustancias. Holmes indicó que un cuadro típico implica “declinación del rendimiento, retraimiento social, aumento en el consumo de alcohol, tabaco o psicofármacos sin prescripción”. Sentimientos de desesperanza. Emociones como la desesperanza, la pérdida de interés y la desmoralización funcionan como indicadores de burnout avanzado, y requieren consulta urgente. Efectos a largo plazo en la salud física y mental Los síntomas emocionales preceden a los físicos y alertan sobre la necesidad de intervenir (Freepik) Los especialistas coinciden en que el burnout sostenido no es un problema pasajero. Sánchez Gelós alertó sobre “riesgo aumentado de hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, disminución de la inmunidad y una mayor vulnerabilidad a patologías crónicas”. A nivel mental, señaló “la aparición de ansiedad y depresión, insomnio persistente y deterioro cognitivo, como dificultades de memoria y concentración”. Holmes puntualizó: “El burnout conlleva riesgos significativos para la salud integral, con potenciales consecuencias a largo plazo en la esfera física, psicológica y relacional, así como alteraciones neurobiológicas asociadas al estrés crónico, como la elevación sostenida del cortisol”. Según los resultados del proyecto UBACyT del Hospital de Clínicas, “el 12% del personal de salud evaluado cumplió criterios clínicos de burnout y el 40% evidenció niveles alterados de cortisol en cabello, biomarcador de estrés crónico”, explicaron. Por qué el estrés se incrementa en diciembre y cómo potencia el burnout La fatiga persistente es uno de los primeros síntomas del estrés crónico no gestionado (Imagen Ilustrativa Infobae) El estrés crónico emerge como el principal factor de riesgo. “El burnout es consecuencia de demandas sostenidas que superan los recursos personales disponibles”, sostuvo Sánchez Gelós. Holmes detalló que la activación continua del “eje hipotálamo-hipófiso-adrenal, con hiperproducción de cortisol, genera una retroalimentación negativa que perpetúa el ciclo del burnout”. Además, variables estacionales, como el calor extremo y la mayor carga ambiental, pueden amplificar la vulnerabilidad, junto a la falta de apoyo social o la dificultad para establecer límites. En este punto, Calvo subrayó que “el estrés puede ayudarnos a activarnos, pero si se cronifica sin pausas, el agotamiento se instala y aparece el burnout”. Estrategias efectivas para combatir el estrés y prevenir el burnout La actividad física regular favorece la reducción del estrés y contribuye al bienestar mental (Freepik) El abordaje para cuidar la salud física y mental frente al estrés sostenido requiere intervenciones individuales, organizacionales y comunitarias. Los especialistas compartieron a Infobae un conjunto de recomendaciones prácticas basadas en evidencia: Organización personal y prioridades. Calvo sugirió “hacer listas por escrito y ordenarlas por prioridades, pausar y organizarse, y no intentar abordar todo a la vez”. Pausas activas y desconexión del trabajo. Incorporar pausas cortas en la jornada, reservar espacios para actividades placenteras y recreativas, y cuidar la separación entre vida laboral y privada. Alimentación, ejercicio y descanso. Calvo y Holmes coincidieron en la importancia de “mantener una alimentación equilibrada, realizar actividad física regular y asegurar un descanso nocturno de entre 7 y 9 horas”. Técnicas de relajación y regulación emocional. Las prácticas de respiración profunda, mindfulness y talleres breves de relajación demostraron reducir la percepción de estrés en personal de salud, según Sánchez Gelós. Establecimiento de límites saludables. Aprender a decir “no” frente a demandas excesivas y priorizar la salud personal sobre las exigencias externas. Fortalecimiento del apoyo social. Buscar espacios para compartir experiencias, dialogar con personas de confianza y ampliar redes de apoyo, ya sea en entornos laborales, familiares o comunitarios. Terapia psicológica y autocuidado profesional. Holmes destacó la reestructuración cognitiva y el trabajo sobre pensamientos disfuncionales, el desarrollo de autocompasión y el seguimiento de profesionales de la salud mental como intervenciones centrales. Programas organizacionales. El Hospital de Clínicas implementó módulos de entrenamiento en regulación emocional y pensamiento crítico, que mejoraron la adaptación del equipo y redujeron el desgaste, según datos compartidos por el equipo del hospital. Cuándo y por qué pedir ayuda profesional La consulta temprana con profesionales facilita la recuperación y disminuye el riesgo de recaída “El burnout no es una falla individual, sino la consecuencia de la interacción entre altas demandas y recursos insuficientes”, afirmó Sánchez Gelós. La consulta temprana permite revertir el proceso y proteger la salud a largo plazo. “Reconocer el problema y pedir ayuda profesional constituye el primer paso, ya sea desde la psicología, la medicina clínica o a través del acompañamiento en redes comunitarias”, resumió Holmes.

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