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  • De Acebal a Medellín: "La Comuna 13 experimentó una transformación maravillosa"

    » La Capital

    Fecha: 04/10/2025 16:36

    Oriundo de Acebal, el comisario retirado de la Policía y licenciado en Seguridad Pública Carlos Miranda fue premiado por su trabajo en seguridad ciudadana en Colombia En la Comuna 13 de Medellín, Miranda acompañó procesos de reconstrucción social, fortaleciendo la participación ciudadana, la cultura de paz, la seguridad y la cohesión comunitaria. El comisario retirado de la Policía santafesina Carlos Alberto Miranda, licenciado y maestrando en seguridad pública, sorprende a los 56 años por sus trabajos desarrollados en la creación de la Policía Comunitaria de Rosario, así como en la Villa 31 del barrio porteño de Retiro ; en la cárcel limeña de Lugarincho; en la Comuna 13, de la ciudad colombiana de Medellín, y en campos de refugiados venezolanos, también en Colombia, por los que fue distinguido en el Senado nacional de nuestro país, en Paraguay y en el país cafetero. “ En la Comuna 13 de Medellín, Miranda acompañó procesos de reconstrucción social , fortaleciendo la participación ciudadana, la cultura de paz y la cohesión comunitaria. Su labor también se destacó en la atención e integración de población refugiada venezolana , promoviendo protección, inclusión y garantía de derechos en contextos atravesados por desigualdad y conflictos” sostuvieron desde la Fundación Funviras, de Colombia, cuando lo premiaron. Cabello corto canoso, anteojos de sol a mano, remera y saco negros, vaquero y zapatillas, Carlos Miranda aparece como uno de lo referentes en seguridad ciudadana vinculada con las ciencias sociales en América Latina. Nacido el 4 de septiembre de 1969 en Acebal, Carlos es hijo del policía Luis Antonio Miranda y del ama de casa Ester Delia Basualdo. “ Soy la cuarta generación de una familia policial . Vi que la institución se venía a pique, decidí abrazar todo lo que se relaciona alrededor de la institución policial y me puse a estudiar. Terminé tres carreras: soy técnico en seguridad pública, licenciado en seguridad pública y maestrando en investigación y gestión de la seguridad pública . Y tengo un posgrado en Israel donde me recibí como director de proyectos de seguridad ciudadana” se presenta en sociedad en La Capital. Vocación por la seguridad –¿Cómo surgió tu vocación policial? –Viví en un entorno donde aquellas personas como el maestro, el cartero, el bombero, el policía eran una institución. Supe qué era vivir dentro instituciones que eran respetadas. Imaginate que era muy bien visto el tema de vivir dentro de ese entorno institucional que estaba lleno de principios y valores, y eso nos fueron inculcando, sobre todo a aquellas personas que vivimos en el interior. –¿Cómo era Acebal cuando eras chico? –Acebal era una localidad con mucho auge. Y no sé si te acordarás de los famosos carnavales, que en una noche había 10 mil personas con “Yasi Verá” y “Arí Verá”, que venían de Entre Ríos. –¿Cuándo supiste que querías ser policía? –En quinto o sexto grado. Antes con las escuelas públicas recorríamos las instituciones como el hospital, los bomberos, la municipalidad o la comuna y la policía, donde justamente en ese momento estaba de guardia mi viejo y lo vi como un héroe más. Fue como decir, “qué bueno que esté enseñándonos”. Nunca lo había visto nunca en ese rol. –¿Cuánto pesó la historia familiar en tu decisión? –Mucho. De todas maneras, ya tenía esa intención de poder abrazar las filas de la institución, teniendo en cuenta que hemos dejado un apellido. Nosotros tenemos un currículum. No tenemos prontuario. Son dos cosas distintas. miranda (1) –¿Cómo comenzó tu carrera? –Hice el secundario acá en el Instituto de Seguridad Pública en Alem y Cerrito. En mi época se llamaba la Escuela de Policía de la provincia Inspector Antonio Rodríguez Soto. Hice tres años ahí y ahí saliste cómo oficial subayudante. Después estuve trabajando acá en Rosario y luego en la Unidad Regional Octava, en Melincué, Venado Tuerto, Villa Constitución. –¿A la par comenzaste la licenciatura? –Antes de terminar mi carrera, en 2011, abracé formalmente la universidad donde yo había había iniciado abogacía, pero no pude seguir porque fui a una privada y el sueldo de un policía no me alcanzaba, era muy difícil. Así que después me salió la posibilidad de poder estudiar en la Usal, la Universidad del Salvador, acá en Rosario, en Mendoza y Alem. Ahí hice tres años en seguridad pública. Tenía tres años como técnico en Seguridad y con tres años más me recibí como licenciado en seguridad pública. –¿Qué hace un licenciado en Seguridad Pública? –Las incumbencias de un licenciado en seguridad pública son todo lo que se trata de analizar, diagramar, desarrollar, asesorar en cuestiones de seguridad pública. O sea que en principio trabaja para municipios, entre otras instituciones. –¿La licenciatura otorga una mirada más amplia de la seguridad pública? –Es muchísimo más amplia porque no te quedás con solamente asesorar sino que se trata de desarrollar un programa para municipios, para comunas, para una provincia, para una nación, entre otros actores. >>> Leer más: Funes: "La salud integral es tan importante como la vida misma" –¿Y cómo llegaste a estudiar en Israel? –Me salió automáticamente dando una charla sobre la minoridad en 2012, en la que estaba la embajadora de Israel, quien me preguntó si existía la posibilidad de obtener una beca para ir a estudiar. Le dije que sí, que me encantaría. Ya había terminado la licenciatura, siempre en el ejercicio de mi función como comisario. –¿Qué significó la beca? –Una gran oportunidad teniendo en cuenta que ibas a seguir especializándome en seguridad en Kfar Saba, cerca de Jerusalén. Me fue bien, salí tercer promedio en el desarrollo de un programa que hicimos y que ahora actualizamos. Es un programa que hicimos con el equipo de Nashav Seguridad. –¿Qué quiere decir Nashav? –Yo venía 16 horas en el avión, y estaba buscándole un nombre a la consultora. Y estaba jugando mucho con el nombre de la institución internacional, que es Mashav. Entonces dije: “Voy a jugar un poquito”. Y una vez que llegué me gustó Mashav. Hoy sigo conectado con esta gente, con profesores, con tutores en Israel donde podés desarrollar un programa y podés pedirles consejos. Y volviendo a tu pregunta Nashav significa “nuevos vientos” o “vientos de cambio”. Y quedó, así que lo patenté. La ciudad y la seguridad –En tus trabajos premiados los jurados destacaron la “participación ciudadana” y la “apertura a la comunidad”. ¿Qué significan ambas en un programa de seguridad ciudadana? –¿Vos te acordás de la Policía Comunitaria? Fue en 2015, con Lifschitz como gobernador y Odriozola como jefe de policía. Cuando volví al país me llamó Odriozola y me dijo que necesitaba que trabajara en seguridad. El objetivo era poder preparar a policías para que tuvieran un grado de acercamiento con la comunidad. Un objetivo muy importante, muy difícil teniendo en cuenta la situación, que era terrible, pero si lo hicieron los árabes allá con los judíos, no podíamos no intentarlo. –¿A qué te referís con que los árabes y los judíos se acercaron? –Dentro del instituto venían los árabes a limpiarnos la universidad y no pasaba nada. Entraban algunas mujeres tapadas con su vestimenta, limpiaban y después se iban y cada uno seguía en lo suyo, como si fuera acá. ¿Viste cuando estábamos en guerra con los ingleses? Nosotros íbamos a la embajada, perdón, a otros lugares, teníamos muchas personas que tenían relación con Inglaterra en cuanto a su comercio, o instituciones. Y yo no tuve problemas. –¿Cuál era el panorama en Kfar Saba? –El primer día vi el problema de los helicópteros dando vueltas y pensé: “Tengo que estar un mes acá”. Pero después se hace como un hábito. Los helicópteros que iban a la frontera y la alarma de seguridad que sonaba cuando tenías que bajar al búnker. Esas fueron las primeras prácticas que tuvimos cuando llegamos al instituto, pero fue un programa espectacular porque me llevó a otros extremos, a desarrollar en Latinoamérica esta colaboración, por ejemplo, en campos refugiados venezolanos en Bogotá. –¿Cuál era la situación en esos campamentos de refugiados? –Eran ciudadanos venezolanos que habían sido deportados a un campamento de refugiados en Bogotá. Fui invitado por el gobierno colombiano. Los refugiados se diferencian de los centros de emergencia, como tuvimos en la pandemia, donde estaban 15 días y se iban a su casa. En un campo de refugiados, no. Ahí tenés personas que vienen perseguidas por la opresión, despojadas de todo. Y ahí pudimos desarrollar una cooperación con unos 600 refugiados. Les puse un número a cada uno, para clasificarlos. Entonces, no solamente les bajó la agresividad sino que automáticamente los puse de mi lado. Al campo de refugiados lo desarrollé geográficamente como es Venezuela. A vos no te iba a poner con los jujeños porque no tenías nada que ver con un jujeño. La experiencia en Medellín –¿Cómo fue tu trabajo en la Comuna 13, de Medellín? – Cronológicamente, preparé el proyecto de la Policía Comunitaria, pero antes de que saliera me retiré de la fuerza. Fui becado a Israel y después salió la posibilidad de trabajar en un proyecto de seguridad ciudadana en la Comuna 13. –¿Cómo es la Comuna 13? – La Comuna 13 fue la más violenta de todo Colombia. –¿Como la Villa 31? – No, la Villa 31 es un jardín infantes. Hay una que está en la ladera de una montaña, en Medellín. –¿Y cuál fue tu trabajo principal en la Comuna 13? –Coordinar la tarea que ya estaban haciendo los del municipio y ponerle nuestra impronta para ver cómo podíamos bajarles la agresividad. Fue un cambio cultural, algo maravilloso, ahora hay trenes y escaleras mecánicas dentro de la comuna. Vos decís, ¿pero cómo está limpia? Ellos mismos lo hicieron como parte de su problemática social. Entonces, les dijeron, como parte de esa transformación: “Fijate que esto es tuyo, entonces, no te lo podés robar”. «¿Y por qué?» “Porque es tuyo”. –¿Cómo llegaste a trabajar en la Villa 31 de Retiro y en la cárcel Lurigancho, en Lima? –Siempre con la Flai, la Federación Latinoamericana de ex Becarios de Israel, con sede en Colombia. –¿En el Senado y en Paraguay te premiaron por ambos trabajos? –En el Senado me dieron el premio Enrique Tomás Cresto. Y en Paraguay me premiaron por mi trabajo, no solamente en la Villa 31 sino en el Lurigancho, que tiene nueve mil internos, en Perú. Es la tercera cárcel más grande del mundo. –¿Cuál es tu mirada sobre el triple femicidio narco? –El Estado nacional está fallando porque esas chicas tuvieron antes un proceso en el que los padres o los amigos no hicieran nada. Si ellos hubieran hecho algo antes sería mucho más fácil dárselo al Estado para que cumpla con su función, pero hoy el Estado está comprometido con todo aquello que no está bien. Por ejemplo, el crimen organizado. –¿Al crimen organizado hay que combatirlo frontalmente o hay que conformarse con administrarlo o negociar con las bandas, como en el caso del narcotráfico? –El año pasado invitamos a la Fundación Libertad a la doctora Claudia Carrasquilla, exfiscal general contra el crimen organizado de Colombia y actual concejala, donde estuvo todo el arco político, judicial, empresarial, y nos nutrimos de ese equipo. Ella está amenazada justamente con el alcalde de Medellín, pesan ocho millones de dólares sobre su cabeza. Y los otros días estuve invitado en Medellín y me pareció maravilloso poder reunir a dos fuerzas políticas locales que discuten y todo pero cuando fui invitado por una fuerza política, no por Claudia, uno de ellos le dijo: “Mire, yo no le quise decir nada, pero lo invité a él”. Y Carrasquilla le respondió: “Todas nuestras discusiones son políticas, nosotros no tenemos ninguna cuestión particular”. –Siempre me llamó la atención el crimen de un pibe hace unos años en Rosario, al que un narco asesinó por una deuda de 10 pesos, algo que se repitió a otra escala en el triple femicidio narco. ¿Cuál es la lógica del narco que mata porque no puede tolerar una deuda por grande o chica que fuere? –La lógica está en ese ambiente. Es un contrato que no figura en ningún lado, donde vos tenés una necesidad del vicio. Vos me traés esto, pero lo voy a tener que pagar de una u otra forma. No existe la posibilidad que yo te la regale. De última te voy a regalar para invitarte, pero comprar droga y no pagarla no es esa posibilidad. Funciona así eso. Y te podés imaginar. Fíjate que pasa así con los tiratiros porque me ha pasado que hay gente que han matado por pequeñas sumas. –¿Eso pasó con estas chicas, pero a otra escala? – Fíjate que estas chicas en ese ambiente donde se movían, donde ni el Estado ni los padres ni nadie les decía nada, se robaron cuatro kilos. Esto es dato: cuatro kilos de droga más 100 mil dólares. Una fortuna. Yo trabajo con datos. El narco considera que puede convidarte droga, pero que nadie puede deberle un peso por droga. Las metodologías que aparecen acá, ya se aparecieron en Centroamérica hace 50 años. –¿Por ejemplo? –Los clanes y la venta gota a gota, por las calles, en Colombia. –¿Qué es la venta gota a gota? –Te dejan los muebles y te los cobran día por día. –¿Como las bandas de usureros colombianos en los barrios rosarinos? –Exacto. Yo estudio todas las metodologías que surgieron hace 50 años y que repercuten ahora acá entre nosotros. Cuando me llamó Lifszchitz le conté la que se iba a venir en la provincia de Santa Fe y en Argentina, que íbamos a tener extorsiones y balaceras a los comercios en pleno centro. Y me dijo: “Eh, ¿pero tanto?” Y le dije: “Sí, ingeniero, no me lo contaron. Tengo 32 años de policía más todo lo que me preparé. Volviendo a tu pregunta: el Estado está fallando. – A nivel nacional hay un Estado ausente, que no brinda educación, salud, seguridad, justicia. Si hay apertura indiscriminada de importaciones, cierre de fábricas y corte de la obra pública, esa falta de trabajo también es violencia. ¿A eso te referís? – Coincido totalmente con vos en cuanto estamos en una situación que la estamos pasando muy mal, pero muy mal. Tiene que ver todo eso porque si el Estado estuviera presente esa chica habría sido notificada por infracciones a la ley de prostitución. Se los habría notificado a los padres, los padres habrían hecho algo, los amigos habrían hecho algo. Después viene el Estado para ver cómo intervenimos porque si vos tenés un chico que se porta mal, ¿para qué vas a llamar a la policía? Es un claro ejemplo de un sistema que no funciona. Leer más: De Arroyo Seco a Ginebra: "Rendir un examen es más difícil que hablar en la ONU" –¿Qué pasa en la franja de Gaza que no pueden resolver nunca ese problema? ¿Hay alguna solución? –No tiene solución porque el problema no es territorial, sino religioso. Es mucho más complejo que eso. –Los palestinos tienen una franja e Israel quiere que desaparezcan de la faz de la tierra. ¿Eso tiene lógica? –Exactamente, yo no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo con su política. Ahora, si vos me llamás, si vos me tenés que preparar para una cuestión en el tema de la seguridad, yo voy ahí. –¿Cómo Israel no se enteró antes del atentado de Hamás? –Hice una presentación en el Congreso y después me preguntaron: “¿Cómo entraron el 7 de octubre si Israel es el lugar de la seguridad?” No lo sé. A ver, si entran dos mil personas acá, ¿vos las vas a poder parar? –Pero Israel tiene uno de los ejércitos y de los servicios de inteligencia mejor preparados del mundo. ¿Cómo no previeron el atentado? – Sí, puede ser que ellos no supieran que les iban a hacer ese atentado. El problema fue un asesor del gobierno de parte de los militares, esto es dato también. Este se comió la información. Ya le pasó algo. –¿Se le escapó la tortuga? –Obvio. –Pero es poco creíble eso –No. Ahí no existe mucho el tema de que sospechen porque ahí si vos sospechás de algo te matan. No hay como acá, ¿viste? “Uy, mira, se me pasó esto”. Que vos puedes reparar alguna cuestión importante dentro del Estado. Ahí es la muerte. –¿Fue un error humano? –Fue un error humano de un agente de información importante, una alta fuente de información. No fue un error normal. Eso que pasó ahí cambió hasta el paradigma de la seguridad en el mundo. –¿Parece el bombardeo japonés a la base de Pearl Harbor, que Estados Unidos no podía ignorar? –Sí, pero no sabían dónde. –Porque hay una teoría que dice que esos barcos estaban en desuso y que fue una justificación para tirar las bombas atómicas. –No, porque yo estuve hablando con una fuente. Me interesó mucho por qué Pearl Harbor ocurrió de esa manera. Es más, (impactó) en la política de Japón y no salieron a la segunda vuelta porque no le habían declarado la guerra a Estados Unidos. El Consejo de Guerra de Japón, una vez que bombardearon y tenían que volver a atacar, se enteraron de que Estados Unidos no había recibido la declaración de guerra. Hay análisis que dicen que habían despertado a un elefante dormido. >>> Leer más: La piloto de Funes en Europa: "Mis padres siempre respetaron mis sueños y me dejaron volar" –¿A los aviones de guerra F-16 que Argentina compró ahora les desconectaron el radar para evitar que tengan información sobre la base inglesa de Malvinas, como sostiene una denuncia? –Es mentira. ¿Y para qué los voy a comprar? Es lo mismo que compre un Ferrari y que no tenga el motor. No es cierto, aparte soy un nacionalista. –¿Si hubiera algo lo sabrías? –Automáticamente, porque yo trabajo en redes. Hablo con hechos. –¿Qué diferencias hay entre la seguridad ciudadana y la seguridad pública? –La seguridad ciudadana sale desde abajo hacia arriba y la seguridad pública es de arriba hacia abajo, o sea, son más estáticas son represivas, en cambio la seguridad ciudadana se va renovando, va direccionada hacia el conjunto, hacia las personas, a mejorar la calidad de vida, con inclusión social, que ofrece la posibilidad de tener una policía municipal, como planteó Pablo Javkin. >> Leer más: El primer uso de pistolas Taser en Rosario fue por la agresión a una suboficial de policía

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