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» Data Chaco
Fecha: 04/10/2025 11:28
Juan Carlos Tuyaré. El pueblo de Dios estuvo esclavizado en tierra de Egipto durante 430 años, gobernado en la última etapa por Faraón; pero en su misericordia, Dios decidió liberarlo, encargando esa epopeya a Moisés. Y ya gobernados por Dios, camino a la libertad, cruzan el Mar Rojo de manera milagrosa y en ese mismo lugar el ejército egipcio que los perseguía fue sepultado por las aguas del mar. Hacen falta los líderes Ya en tierra firme -liderados por Moisés- inician un nuevo sistema de vida, porque fueron gobernados directamente por Dios. Pasados los años Josué sucede en el mando a Moisés, y bajo su mando ingresan a la tierra prometida. Posteriormente, siempre regidos por el Creador, se inicia un período de gobierno de la mano de jueces y profetas. Así aparece en escena el profeta Samuel, podríamos decir -para ese entonces- la mano derecha de Dios en la tierra, encargado de poner en práctica las directivas celestiales que lleven al pueblo hacia su destino profético. Las protestas no siempre son buenas Pero para sorpresa de Samuel, los israelitas pidieron un rey que los gobernara como lo tenían pueblos vecinos. Dios vio esa petición como un rechazo a Él como su verdadero monarca, y les advirtió de las graves consecuencias que sufrirían bajo el dominio de un rey humano, porque les explicó que tomaría a sus hijos para el ejército y a sus hijas para que sean siervas de la corte y también se apropiarían de sus mejores tierras y cosechas, grabándolos con pesados impuestos; pero aun así insistieron, y finalmente tuvieron un rey. Si bien es cierto que todavía existen reyes que gobiernan naciones, ya la mayoría de los pueblos ha optado por darle lugar a la democracia como una alternativa superadora hacia el futuro. No todo lo que brilla es oro Desde el punto de vista teórico la democracia es clamada como el sistema de gobierno que mejor se adapta a las necesidades de la gente; pero desde el punto de vista práctico se ha convertido en el mejor negocio del mundo para sus intérpretes, que –de una u otra forma- despojan el dinero de los impuestos para el enriquecimiento personal ilícito. Así, la democracia ha convertido a sus intérpretes en pequeños reyes que se quedan con lo mejor, ante la incapacidad del pueblo de tener herramientas válidas para erradicarlos. Algunos sostienen que no todos son corruptos, pero los honestos parecen no existir o haberse convertidos en cómplices de ellos. La democracia se ha degenerado por causa del amor al dinero, que es el principio de todos los males. En alusión a ello, el texto bíblico señala que es imposible amar al dinero y a Dios al mismo tiempo. O se ama al uno, o se ama al Otro. Nada ha cambiado Dentro de dicho contexto se ha probado gobernar a los pueblos con ideas de izquierda, del centro y de la derecha; y todos, con pequeños matices, le dieron la espalda a la honestidad. La mayoría solo conjuga el verbo robar, matar y destruir; y otra gran parte de sus intérpretes se convierte en cómplice con tal de no soltar lo que pudieron pellizcar. Desde la época de los reyes y hasta el presente, nada ha cambiado; al contrario, la situación fue de mal en peor. El apetito por el poder y el dinero de los reyes es igual al que tienen los supuestos demócratas. No somos pesimistas, solo describimos el amor al dinero de la mayoría de los intérpretes de la democracia, una realidad que solo no la ve, quien no desea verla. Tampoco auspiciamos las dictaduras como algunos implicados pueden suponer; solo queremos hacer ver que nada bueno puede venir de ningún tipo de gobierno humano. Reiteramos, no somos nosotros los pesimistas, Jesús lo anticipó. Él dijo que la maldad de los hombres irá en aumento, y el amor de muchos se enfriará. Hay una alternativa Pero aún dentro del caos de los gobiernos humanos, el Creador te ofrece volver a gobernar tu vida. La Presencia de Dios en tu vida es un gran tesoro que transforma tu debilidad en poder. No estarás libre de aflicciones, pero de cada una de ellas saldrás victorioso. Dios es como el viento, nunca nadie lo vio, sin embargo podemos ver su accionar sobre las hojas de los árboles, o al sentir una brisa en el rostro. Permite que Jesús ingrese a tu corazón y serás una nueva persona.
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