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  • Claves para que perros y gatos puedan convivir en armonía bajo el mismo techo: por qué exige paciencia y un ambiente cuidado

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/10/2025 02:39

    En una nueva edición de Data Animal, conducida por Melina Brizuela, la especialista en comportamiento felino y autora de “Comportamiento felino” Nai Osepyan derribó mitos sobre la convivencia entre perros y gatos. Sostuvo que la integración no es algo imposible, pero requiere trabajo, paciencia y la comprensión de que “cada animal es un mundo distinto”. Para Osepyan, el éxito del vínculo depende tanto del perro y el gato como del hogar y los humanos responsables, quienes deben estar dispuestos a trabajar de forma activa en el proceso de integración. Identificó un error frecuente: asumir que, por ser animales domésticos, gatos y perros tienen las mismas necesidades y formas de comunicación. “La gente cree que son lo mismo. Y no. Tienen lenguajes distintos, se manejan distinto, tienen distintas necesidades”, afirmó. Durante la charla se abordaron los principales mitos sobre la convivencia y se presentaron estrategias para familias multiespecie. Osepyan insistió en que agregar una nueva especie al hogar demanda dedicación: “No es soplar y hacer botellas”. Diferencias clave entre perros y gatos Muchas personas piensan que integrar perros y gatos consiste simplemente en dejarlos juntos y esperar a que el tiempo resuelva las diferencias. Nai Osepyan negó esa idea: “Creer que porque los dos se consideran animales domésticos son lo mismo está muy lejos de la realidad”. Explicó que las diferencias de lenguaje y necesidades conducen a errores habituales, como dejar a los animales solos para que “se arreglen”. “El gato no negocia sus necesidades básicas. Entonces no sabe lidiar con el estrés”, dice la experta Osepyan comparó la situación con las relaciones entre hermanos: si hay buena convivencia, suele ser porque los adultos intervinieron, no porque nacieron bajo el mismo techo. “Va a depender mucho de la personalidad del gato y del perro”, aseguró. Detalló que factores como la ansiedad y el nivel de actividad del perro influyen decisivamente. Una presentación inadecuada puede agravar la situación:“No es lo mismo presentar el gato cuando el perro ya lo sacaste a caminar hasta Luján, que cuando recién se despierta”. Advirtió sobre la idea de tomarse el proceso a la ligera: “El problema es pensar que todo va a seguir igual o que es hasta divertido que el gato le pegue. El gato se está defendiendo, está recontra estresado. Y ahí surgen problemas, como que el gato deja de usar la bandeja porque el perro la invade”. Osepyan remarcó la responsabilidad humana: “No es culpa de los animales. El trabajo de integración corresponde a quienes cuidan de ellos”. Señales de estrés y alarma en los gatos La paciencia y la observación son esenciales para lograr una relación positiva entre mascotas de distintas especies (Imagen Ilustrativa Infobae) El estrés en gatos suele pasar inadvertido, pero para Nai Osepyan es clave para evitar que la convivencia se torne insostenible. “El gato no negocia sus necesidades básicas. Entonces no sabe lidiar con el estrés”, explicó. Ante amenazas, los gatos intentan aislarse o buscar un nuevo territorio: “Sacamos al gato de la naturaleza, pero no la naturaleza del gato”. Las señales de incomodidad son evidentes para quienes conocen a su felino. “Lo primero es garantizarle seguridad y asumir que probablemente se estrese”, advirtió. Entre las señales: cambios en los hábitos de higiene (como hacer pis fuera de la bandeja cuando esta es inaccesible), alimentación nerviosa (comer rápido y vomitar), o conductas como buscar comida en altura para evitar al perro. También pueden aparecer alteraciones físicas, como lamidos excesivos que provocan la pérdida de pelo. “Eso es una forma de calmarse y decir ‘ya pasó, porque no puede aislarse de la fuente de estrés’”, describió. Recomendó observar los detalles: cambios en rutinas, falta de interés por sus lugares habituales, o alteraciones en la búsqueda de sol, podrían ser señales de estrés. Supervisar las primeras interacciones previene accidentes y facilita el proceso de integración (Imagen Ilustrativa Infobae) Estrategias para una convivencia saludable El proceso de integración requiere paciencia, observación y disposición para sacrificar ciertas comodidades humanas. Osepyan subrayó que lo primero es ofrecerle al gato un lugar seguro y respetar su espacio: “No educar al gato, sino darle su espacio”. Si necesita altura para sentirse seguro, hay que proporcionarla solo en lugares donde él se sienta cómodo. El refuerzo positivo puede usarse, pero con cautela: “Funciona, pero el gato solo reacciona cuando tiene hambre. El perro siempre tiene hambre. Siempre recomendamos trabajar con el perro porque es más moldeable”. Destacó la importancia de no forzar el contacto: “Hay gente que dice ‘yo agarré el gato y se lo puse al perro’. No. Pobre gato”. En cambio, aconsejó la exposición progresiva y el uso de estímulos positivos breves y controlados. Insistió en la necesidad de supervisar las primeras interacciones: “No dejen al perro y al gato solos. Un accidente puede ocurrir en segundos, sin intención de ninguno”. La clave reside en el monitoreo constante y la interpretación adecuada de las señales de ambos animales: “La responsabilidad es estar presentes y mediar, entendiendo que se trata de dos especies que hablan distintos idiomas”. Los errores comunes al integrar perros y gatos suelen deberse a desconocimiento sobre sus diferencias de comportamiento (Imagen ilustrativa Infobae) Mitos sobre jerarquía y relación social Osepyan desestimó la creencia de que siempre uno de los dos “manda” en la casa. “Son especies distintas y naturalmente no vivirían juntas. En una casa, si me preguntás, subjetivamente: el que manda es el gato porque acomoda al perro”, bromeó. Para ella, el perro representa la fuerza y el gato la astucia, aunque aclaró que no corresponde hablar de jerarquía, sino de tolerancia y convivencia. En cuanto a los gatos, explicó que las relaciones entre ellos suelen malinterpretarse por falta de conocimiento. Al entender cómo se organiza su orden social, se facilita la convivencia. Motivaciones y tips prácticos para la interacción positiva La decisión de un gato de interactuar con un perro está influida por su personalidad. “El gato aburrido y social buscará jugar, incluso con el perro”, relató Osepyan desde su experiencia. Señaló que ambos intentan interactuar aunque interpreten de manera diferente el juego y la comunicación. La clave es evitar que perciban al otro como amenaza. Sugirió crear escenarios de exposición controlada para que ambos puedan observarse sin sentirse invadidos. La señal de tolerancia es evidente: “Que esté tranquilo, que se mueva, que no busque altura constantemente ni camine agazapado. Soplar es advertencia, no agresión”. Ofrecer espacios seguros y exclusivos para el gato es fundamental en la convivencia con perros (Imagen Ilustrativa Infobae) Reconoció que en ocasiones será necesario modificar la casa, instalar barreras o resignar ciertas comodidades. “A veces es necesario crear un espacio exclusivo para el gato, aunque a los humanos no les agrade”. Cerró advirtiendo sobre las expectativas poco realistas: “No existen las fórmulas mágicas ni promesas de éxito inmediato. Puede que nunca jueguen juntos, pero se puede lograr una tolerancia saludable”. Tres recomendaciones clave antes de acudir a un especialista Antes de buscar ayuda profesional, Nai Osepyan recomendó: Asesorarse y trabajar principalmente con el perro, ya que es el más abierto al aprendizaje. Brindar un lugar seguro y exclusivo para el gato, sea en altura o en un espacio resguardado. Supervisar todas las interacciones y no subestimarlas, ya que ambos animales pueden hacerse daño, sin mala intención. “Es nuestra responsabilidad estar ahí mediando entre dos especies que hablan distintos idiomas”, concluyó Osepyan, reforzando el compromiso que implica adoptar o integrar animales de diferentes especies en un mismo hogar.

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