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  • En Villa Pueyrredón, el nuevo restaurante de Trocca con cocina del corazón: desde el mondongo de su familia hasta canelones de pollo

    » Clarin

    Fecha: 03/10/2025 08:39

    Teléfono Horario Instagram Precio del cubierto promedio Miguel Brascó, uno de los grandes maestros del periodismo gastronómico argentino, lo notó de inmediato. Brascó (1926-2014) poseía una agudeza profesional inusual, una cultura de gran espesor y una sensibilidad que lo ayudaban a olfatear talentos in pectore. Cuando, en la primera parte de la década de los ’90, conoció a un joven cocinero llamado Fernando Trocca no dudó un solo instante en invitarlo a participar en su programa de televisión Château Brascó (1994). Una joya gastro-televisiva precursora dirigida por un director fuera de serie como Eduardo Mignogna. Miguel y Fernando generaron una simbiosis perfecta. Dos generaciones lejanas. Dos puntos de vista coincidentes. Cada uno desde su lugar. El cocinero que se transformaba en el alter ego de los anhelos culinarios del eximio bon vivant. Fue un aval muy importante. Trocca en ese momento integraba el grupo de emergentes al que pertenecían Germán Martitegui, Martín Molteni, Fernando López Scharpf, Gustavo Lena, Malvina Gehle, Pablo Massey, Takehiro Ono, Mariana Müller, Darío Gualtieri, Luisa González Urquiza, Ariel Rodríguez Palacios, Roberto Petersen, Diego Gera y otros. Una camada importante, imprescindible para comprender la transición entre la cocina del Gato Dumas, Ramiro Rodríguez Pardo, Francis Mallmann, Dolli Irigoyen y Paul Azema (entre varios) y los cocineros más destacados de la actualidad de la cocina argentina. Esa experiencia fue un valor agregado que se sumó a una carrera que ya de por si era prometedora. Las décadas siguientes lo confirmaron. La historia de Trocca restaurante Después de un sinfín de emprendimientos exitosos realizados en Argentina y otros lugares del mundo, Fernando Trocca sacó el pie del acelerador e inauguró su nuevo proyecto, definitivo y porteño. El restaurante soñado que reúne aprendizajes y certezas adquiridas, su idea de cocina, las enseñanzas de los éxitos (muchos) y de los deslices (poquísimos) de una larga carrera. La cocina de Trocca restaurante. Foto: Martín Bonetto Lo hace en un momento de madurez vigorosa y serena, exenta de distracciones inútiles. La ubicación es “off”. El ámbito es íntimo. La cocina impoluta está a la vista. Trocca la disfruta, en plena acción, al lado de su jefe de cocina (Ignacio Klein) y de su joven equipo, preparando los platos que su corazón le indicó. Sonriente, relajado y gozando de la situación. Las recetas son profundas y concretas. Amigas del buen aceite de oliva y de los condimentos reacios a la timidez. Texturas y sabores son buscados y logrados. Qué comer en Trocca restaurante En la remolacha asada, krein y pecorino se mezclan dulzura jugosa, el picor fresco del rábano y el alma láctea, sutilmente salada, del queso de oveja. El mondongo Serafina es un homenaje afectuoso a su abuela querida: mondongo y garbanzos tiernos, panceta ahumada, chorizo colorado y pimentón en un alma caldosa y confortable. El mondongo de Trocca restaurante. Foto: Martín Bonetto. Los canelones de pollo, cerdo y carne vacuna son esenciales. Relleno suculento de carnes fusionadas y condimentadas con sutileza, masa firme y bechamel. Sobrios y elegantes. La paillard de bife de chorizo es un homenaje a la cocina clásica que nunca muere. Escalopes tiernos, grandes, napados sin temor con una salsa de pimienta, sedosa y opulenta, que cautiva el paladar. Perfecta para convivir con una montaña de papas fritas doradas. Gran cierre dulce (Kevin Quintero) con milhojas crocantes, chocolate y vainilla. Buenos vinos. Servicio cordial y atento.

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