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Parana » Informe Digital
Fecha: 03/10/2025 04:57
La innovación tecnológica aplicada al agro es el “combustible” central para que la Argentina pueda escalar en la generación de valor. Las oportunidades van desde la biotecnología y las carnes con sus subproductos hasta el bioetanol. Sin embargo, los empresarios advierten que, sin un marco legal que reconozca “la propiedad intelectual” -como en semillas- y que otorgue previsibilidad, ese potencial de crecimiento queda frenado. Mientras tanto, países como Brasil y Estados Unidos siguen ampliando su producción y sus exportaciones con base tecnológica. Juan Lariguet, presidente de Corteva Agriscience Cono Sur, y Bernardo Piazzardi, investigador del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral, coincidieron en que el reconocimiento de la propiedad intelectual y la previsibilidad son condiciones indispensables para atraer inversiones y sostener avances. En el Agribusiness Forum 2025 de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham) destacaron que el valor agregado es la vía para potenciar al sector agropecuario. “La Argentina tiene una oportunidad única mediante el contexto global de mayor demanda de alimentos y combustibles. No tiene que dejar pasar ese tren y hacer uso de la innovación como motor para poder ser un jugador más relevante de lo que es. Hoy es uno de los 10 grandes países agroindustriales, pero de los pocos que puede brindar una oportunidad de crecimiento en toneladas producidas, al igual que Brasil”, observó Lariguet. Juan Lariguet, presidente de Corteva Agriscience Cono SurAMCHAM Ramiro Costa, economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, sostuvo en el encuentro que, para pasar de producir 140 a 200 millones de toneladas, es necesario que haya “reglas claras”. “Partiendo por el reconocimiento de la propiedad intelectual como el mayor combustible para que la innovación siga llegando al país, Sembrá Evolución, el sistema que la industria puso en marcha desde 2022, permitió que en la última campaña se alcance el récord del 40% de la superficie total de esa soja”, afirmó. Para esto hacen falta regulaciones ágiles y en el mejor tiempo. “En eso, la Argentina es reconocida a nivel mundial. En los últimos dos años se han logrado avances en la desregulación de biotecnologías en tiempos récord, basados en ciencia, que son admirados a nivel internacional. Tener previsibilidad en el largo plazo va a traer las inversiones necesarias para que el maíz no se vaya por el puerto en un 70% en granos, sino que podamos hacer uso del reconocimiento en nuestras carnes, que podamos pensar en ser un productor de bioetanol y subirnos al tren de la innovación”, subrayó. Para Lariguet, la Argentina no tiene un problema de acceso a la innovación, sino de financiamiento: “Falta capital de trabajo para hacer que esa innovación sea usada de manera rentable. Tenemos problemas estructurales, como la falta de reconocimiento de la propiedad intelectual en las últimas dos décadas, y eso hizo que la Argentina perdiera la carrera de ganancia genética y de avance en biotecnología”. Juan Lariguet (Corteva Cono Sur) y Bernardo Piazzardi (Universidad Austral)AMCHAM A principios de los 2000 la soja en Brasil rendía 500 kilos menos que en la Argentina; hoy Brasil obtiene mayores rindes mientras la Argentina se mantiene estancada en tres toneladas por hectárea. Más de la mitad de esa brecha se explica por el mejoramiento genético. “A nivel mundial, el precio de los granos no está atravesando el mejor momento, estamos en una tendencia baja, y la presión tributaria afecta lo que percibe el productor. La Argentina todavía tiene una matriz de financiamiento escasa. Falta capital de trabajo para que ese early adopter pueda desplegar todo su potencial”, subrayó. Piazzardi, en tanto, agregó que si se compara al productor argentino con el farmer americano, hay ventajas en educación y edad: “En la pampa húmeda el promedio es de 24 años frente a los 56-58 del Medio Oeste de Estados Unidos. El problema no está ahí. Tenemos también todas las bendiciones lógicas de la naturaleza: agua y suelo. Lo que falla es el planeamiento geoestratégico. Por ejemplo, busquen Puerto de Santos, Chancay, Perú. Eso une las zonas sojeras del sur de Brasil con el Pacífico, con una línea ferroviaria en tres años. Eso significa US$50 de ventaja versus cualquier cosa que saquemos desde Rosario”, ejemplificó. Bernardo Piazzardi, investigador del Centro Agronegocios de la Universidad AustralAMCHAM Además, enumeró la infraestructura y el financiamiento bancario para proyectos de mediano plazo -no para compra de tierra- entre los principales condicionantes. “El sistema bancario argentino si puede hipotecarte, te presta, si no no entiende el negocio”, sostuvo. Para Piazzardi, el modelo de negocios del agro cambia de forma permanente, casi campaña a campaña. “La velocidad de cambio es mucho más rápida que la adaptación de los bancos o de los marcos regulatorios. Si no se adaptan, el banco deja de ser la primera opción. De hecho, en la Argentina hoy es la quinta. Primero están los proveedores de insumos, después friends and family, y al final el banco, siempre y cuando logres hipotecar hasta el perro. El problema es que muchos negocios nuevos ya no pasan por la tierra, sino por conocimiento y modelos de negocio tecnológicos. Los bancos no saben cómo evaluar ese riesgo, porque no lo entienden”, subrayó.
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