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» La voz
Fecha: 03/10/2025 01:25
En un discutido y complejo juicio, la Cámara 1ª del Crimen de Córdoba condenó a 16 años de cárcel a un hombre que, enajenado, ultimó de cinco balazos y a patadas a otro vecino con el que estaba enfrentado en barrio Villa El Libertador, en la franja sur de la Capital, en mayo de 2024. Como si el crimen en sí no hubiera sido lo suficientemente brutal, hubo una escena que lo tornó más criminal: como era de noche, el homicida se valió de su celular para iluminar dónde estaba escondido su rival y poder hacer blanco con el revólver. A todo esto, la víctima, Rubén Oscar Etchegaray (35), no paraba de suplicarle por su vida. No bastó. Ya en el juicio hubo una disputa central: la fiscalía entendió que hubo ensañamiento por parte del asesino y reclamó prisión perpetua; mientras que la defensa negó ese agravante y entendió que todo había ocurrido en medio de una emoción violenta. Claudio Sebastián Farías Cabral dialoga con su abogado Nicolás Díaz, antes de la sentencia. (Ramiro Pereyra)Foto: Ramiro Pereyra / La Voz Finalmente, tras la decisión del jurado popular, el tribunal técnico de la Cámara 1ª resolvió que Claudio Sebastián Farías Cabral (36) fuera condenado sólo a 16 años por homicidio agravado por el uso de arma. Además, fue condenado por haber herido de un tiro a otro vecino, pocas semanas antes del crimen, y con una mecánica violenta similar. De esta manera, “Chipaca” logró esquivar la pena máxima que prevé la ley argentina. Los fundamentos del fallo se conocerán en dos semanas. Pero, ¿cómo fue todo? Claudio Sebastián Farías Cabral fue condenado a 16 años. (Ramiro Pereyra) Venganza, celular y tiros Todo sucedió a las 4.30 del 1º de mayo del año pasado. Frente a una casa de calle Barranquilla al 5000, corazón de barrio Villa El Libertador, dos hombres charlaban de manera despreocupada y se reían sin demasiados problemas. De pronto, una moto negra llegó y frenó de manera abrupta a pocos metros de donde se encontraban. Su ocupante se bajó y, con un revólver 38 en mano, se dirigió sin vacilaciones hacia donde estaban los dos vecinos. Uno de ellos era Rubén Oscar Etchegaray, quien, al ver al recién llegado y sabiendo que lo buscaba desde hacía varios días, comenzó a correr de manera desesperada. Fue así que, tras ver una casa a pocos metros, se metió en la cochera y se escondió debajo de un viejo Renault 12. No le serviría de mucho. De manera decidida, el otro sujeto llegó corriendo, extrajo su celular y comenzó a iluminar la cochera y sobre todo bajo el coche, según lo que señalaba la acusación. El crimen ocurrió a pocas cuadras de la comisaría. (P. Castillo / Archivo) Al ver a su vecino, comenzó a disparar una y otra vez. El primer disparo se incrustó en una pared. Los demás ya dieron en las piernas, el brazo y el tórax del hombre, quien alcanzó a suplicar por su vida: “No me pegués más… Pará que me vas a matar. No es para tanto. Me vas a terminar matando...”. La escena fue brutal y cruel. Etchegaray alcanzó a arrastrarse por unos metros en busca de una escapatoria que no llegaría. A duras penas llegó hasta la calle y quedó tirado sobre el pavimento. Fue en ese momento que, según la causa, el agresor se cercó y comenzó a patearlo una y otra vez en distintas partes del cuerpo, con patadas y trompadas. Incluso, utilizó la culata del propio revólver. Con toda impunidad, el agresor guardó el revólver y huyó en la moto. Cuando los policías arribaron al lugar, ya no quedaba nada por hacer con Etchegaray. Murió en el lugar. Juicio a un hombre que mató a balazos y golpes a otro vecino en Villa El Libertador en 2024. El fallecido fue Rubén Oscar Etchegaray. El acusado es Claudio Sebastián Farías Cabral (35). Foto: Ramiro Pereyra / La Voz Claudio Sebastián Farías Cabral fue atrapado a los pocos días mientras yacía escondido en una casa. Mientras se llevaba adelante la investigación por este crimen -calificado como de “encarnizamiento” y “saña” por la fiscalía de instrucción–, los pesquisas descubrieron que el acusado, varias noches antes, había perseguido y herido a otra persona en la misma zona. Aquel ataque había sucedido en la noche del 29 de marzo anterior. “¡No te hagas el vivo con mi esposa!”, le habría gritado Farías Cabral a otro hombre apenas llegó hasta el frente de una casa de calle Purmamarca al 500. Desesperado, el vecino (Adolfo Bustos) corrió y trepó como pudo al techo de una vivienda con la idea de ponerse a resguardo. Fue en ese momento que, desde abajo, el agresor le disparaba alternativamente con dos armas. Bustos terminó herido de un balazo en una de sus rodillas. El juicio se desarrolló en la Cámara 1ª del Crimen de Córdoba. (Ramiro Pereyra) Juicio y discusión en la sala En el juicio nunca estuvo en duda quién había sido el homicida. De hecho, una cámara de seguridad de una casa había captado la escena final del alevoso crimen. La discusión básicamente estuvo centrada en si hubo o no ensañamiento a la hora de matar a su rival. La fiscal Milagros Gorgas entendió que “Chipaca” había actuado con alevosía a la hora de atacar a su rival y de haberlo ultimado con disparos a quemarropa y con golpes, pese a las súplicas de la víctima. Así pidió que sea condenado por agravado por el uso de arma de fuego y por ensañamiento, y tentativa de homicidio agravada. Reclamó prisión perpetua (35 años de cárcel). El defensor Nicolás Díaz, en tanto, resaltó que los cuatro primeros disparos fueron a las piernas y que el quinto fue “durante un forcejeo” con el arma, al tiempo que negó que el homicida haya iluminado con el celular. Señaló que el teléfono “se prendió” durante el forcejeo. Resaltó que fue un ataque “por celos” y con emoción violenta. Además, remarcó que el homicida maneja un merendero para chicos en la zona. El defensor pidió que todo sea encuadrado en un homicidio agravado por el uso de arma. Tras una ardua deliberación, la Cámara 1ª terminó condenando al homicida con esa figura y le aplicó una pena de 16 años.
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