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  • Resabios de un país autoritario

    » La voz

    Fecha: 03/10/2025 00:52

    No sin severas dificultades, Argentina ha transitado ya más de cuatro décadas de vida democrática desde la restauración posterior a la última dictadura. No obstante, persisten actitudes que se resisten a hacer propia la cultura de convivencia que la democracia exige. Se encuentra en desarrollo una nueva campaña electoral cuyo destino es la expresión de la voluntad popular, y su camino esperable, el de un debate abierto y profundo. Pese al tiempo transcurrido desde la restauración democrática, se observan actitudes reñidas con el orden republicano. El presidente Javier Milei hizo pública su intención de recorrer durante la campaña electoral diferentes puntos del territorio nacional para defender su gestión de gobierno. Días atrás, presentó sus ideas en el ámbito de la Bolsa de Comercio de Córdoba y encabezó luego un acto partidario. La actividad proselitista se desarrolló en términos generales con normalidad, pese a la intención de algunos grupos que pretendían interferir en la concentración callejera del oficialismo nacional. En ese marco, el jefe del Estado concurrió a la ciudad de Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego. Y allí no pudo realizar el acto de campaña que tenía previsto. Se lo impidieron manifestaciones de protesta que, según fuentes de la Casa Rosada, fueron promovidas por el Gobierno provincial, a cargo de Gustavo Melella, referente de Fuerza Patria, espacio político opositor que integra de manera orgánica el Partido Justicialista. El presidente Milei decidió efectuar una intervención breve, megáfono en mano y dirigida a sus seguidores, a la salida del hotel donde se hospedaba. Las actividades previstas debieron ser suspendidas por el clima de tensión generado por los manifestantes opositores, y la comitiva presidencial anticipó su regreso a la sede del gobierno federal. La crónica periodística reveló que las protestas incluyeron la organización de dos marchas opositoras en plazas cercanas al lugar previsto para las actividades políticas del Presidente. Más pronto que tarde, se fueron reubicando hasta cercar el lugar donde el primer mandatario planeaba hablar ante sus seguidores. Uno de los piquetes preparados para obturar el acto oficialista fue justificado por el secretario general de la seccional local de la Unión Obrera Metalúrgica, Oscar Martínez. El gremialista fueguino argumentó que el malestar de sus afiliados contra las políticas del Gobierno nacional excusa la decisión de declarar al Presidente como un dirigente que no es bienvenido en Tierra del Fuego y fue la razón del acoso a sus actividades de campaña. Es una justificación inadmisible. En un clima de convivencia democrática, ningún ciudadano o sector político puede reivindicar el derecho a callar a otro. El derecho a la protesta no es patente de corso para ahogar la libre expresión de quien piensa distinto. Una confusión conceptual de esa magnitud, llevada al plano del hostigamiento fáctico, es más evidente y grave cuando el objeto de la coerción es nada menos que el presidente de la Nación, elegido libremente por la ciudadanía argentina.

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