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Concordia » 7paginas
Fecha: 02/10/2025 16:12
Hace más de 25 años que grupos narcos peruanos se radicaron en la Capital Federal. El caso más tristemente célebre es el de Marcos Estrada González, quien hoy cumple una condena de 24 años de prisión. Varios personajes siguieron su recorrido con algunas disputas sobre todo en el territorio del Bajo Flores. Desde allí se provisionan de cocaína muchas de las bandas narco entrerrianas. Tradicionalmente, los grupos locales tenían y tienen sus líneas de aprovisionamiento desde Paraguay o Misiones, con sus cargamentos que llegan por rutas terrestres o por el río Paraná. Otros tenían sus contactos en Salta o en Bolivia. En 2016, a los investigadores de la Policía Federal que seguían los movimientos de Gonzalo Caudana les llamó la atención que su línea era inversa: de sur a norte. La cocaína la conseguía en Buenos Aires y llegaba generalmente en colectivos por las rutas nacional 12 o provincial 11. En aquella causa, Caudana cayó detenido en la ruta 18 llevando 11 kilos de cocaína a Concordia. En su segunda condena, tras ser detenido en 2009, hubo una investigación previa que descubrió que Caudana ya tenía a su proveedor que era de nacionalidad peruana. Uno de los detenidos era de nacionalidad boliviana, quien cayó al bajarse de un colectivo con la droga. Esta modalidad de provisionamiento de cocaína se afianzó al año siguiente y se volvió a confirmar en 2018, cuando se hicieron los allanamientos a la banda de Daniel “Tavi” Celis en la causa que se denominó Narcomunicipio. En la propiedad del jefe narco se encontraba Wilber Figueroa Lagos, un peruano enviado por el jefe de la banda radicada en Avellaneda, liderada por otro joven de su misma nacionalidad, Johan Edgardo Arias Quintana. Este fue quien había llegado a Paraná para negociar con Luciana Lemos, y ante la falta de pagos mandó a Figueroa Lagos a quedarse en la propiedad de calle República de Siria y Segundo Sombra como una especie de garantía. Quienes han compartido pabellón con Wilber cuentan que se trata de una persona dedicada desde hace muchos años a este negocio y que la violencia también ha sido parte de su historial delictivo previamente. Tiene 51 años, nació en la ciudad de Ayacucho, Provincia de Lamar, unos 500 kilómetros al suroeste de Lima, Y antes de ser detenido en Paraná, vivía en el barrio de Palermo de CABA. Aunque ya podría estar libre debido a que cumplió íntegramente la condena por aquella causa, sigue con prisión preventiva por otra investigación en la que lo imputan por liderar desde la cárcel una banda narco que traía cocaína desde Buenos Aires con personas allegadas a él, y las enviaban para su distribución en Concepción del Uruguay y, desde allí, a otras localidades. En ese expediente está procesado por ser líder de la banda. Dice la imputación: “Su función es la de la planificar y gestionar los viajes de quienes ofician de ‘mulas’, la distribución y manejo del dinero obtenido de la venta de estupefacientes, y trabaja secundado por M. P. y Y. S. G. G.; Y. S. G. G. , de nacionalidad peruana, mano derecha de Wilber Figueroa Lagos, oficia de ‘mula’ llevando dinero a Buenos Aires que entrega al nexo -G. o J.- para comprar estupefaciente que luego traen a Entre Ríos, es pareja de F. L.; B. G. E. , trabaja para F. L. y vive en calle Müller de la ciudad de Paraná, tiene el mismo domicilio que el de G. G.; M. C. E., trabaja para F. L. reside en calle Müller de Paraná”. El caso de mayor violencia narco fue el homicidio del joven peruano Carlos Daniel Tello Morales, conocido como Jairo, ocurrido en marzo de 2022. Al menos un año antes, Jairo se había radicado en Paraná, donde era el nexo fijo entre sus jefes en Buenos Aires y distintos narcos de la capital entrerriana a los que les proveían droga. «Jairo» Tello Morales vivía en Paraná, donde fue acribillado en marzo de 2022. También se dedicaba a prestarle plata a distintos clientes, principalmente narcos locales. Es en ese contexto en el cual le tendieron una trampa entre una banda paranaense y los dueños de la droga, ya que se habría quedado con dinero o cocaína. Aquella tarde, dos sicarios en moto lo asesinaron a tiros en calle Ameghino y Mosconi, en la entrada del barrio San Martín. Los tiradores llegaron en colectivo a la Terminal y regresaron a Buenos Aires también desde allí. La investigación pudo detener a quienes prestaron la logística: el taxista Néstor Pereira y Nicolás Lencina, principalmente, están imputados. Hay un prófugo que no fue localizado y el envío a juicio de estas personas depende de si encuentran o no a este supuesto autor material del crimen. Tello Morales tenía una particularidad o, si se quiere, una discapacidad: era tuerto. Cuentan quienes han trabajado en el caso que había sido torturado en una situación donde lo acusaban por una deuda y le clavaron un alfiler en el ojo. Es decir, la crueldad de estos grupos narcos tiene su precedente en Paraná. ¿Quién es el prófugo? Miguel Valdivieso Salas, el cabecilla de toda la organización del crimen. Los investigadores de la División Homicidios los buscaron en distintos lugares de Buenos Aires y en algunos contactos en Perú, pero no ha sido localizado aún. Se dedicaba al narcotráfico así como a la compra venta de dólares y al préstamo de dinero. Analisis
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