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  • Prostitución, pobreza y prejuicios, la triple condena a Morena, Brenda y Lara: «Es más fácil culparlas a ellas por el crimen»

    Parana » NSA

    Fecha: 01/10/2025 22:10

    Prostitución, pobreza y prejuicios, la triple condena a Morena, Brenda y Lara: «Es más fácil culparlas a ellas por el crimen» «Ellas iban a una fiesta sexual», «¿Dónde estaban sus madres?», «Bien atrevidas eran», «Tres viudas negras»; son algunos de los cientos de mensajes que se multiplicaron en redes sociales desde que se conoció el brutal asesinato de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) en Florencio Varela. Casi todos repiten la misma consigna: señalar a las víctimas. ¿Por qué tanta crítica? ¿Por dedicarse a la prostitución? Mientras la Justicia investiga, se juzgan sus decisiones, sus vidas, sus cuerpos. Como si eso las convirtiera en responsables de su propio final. Y de los asesinos, silencio. En el barrio donde crecieron, la tristeza no se oculta. Tampoco la indignación. Las paredes hablan, las calles se llenan de velas, carteles, gritos y abrazos entre vecinos que sienten que podrían haber sido sus hijas, sus primas, sus amigas. Una de las voces que estuvo presente en las numerosas marchas realizadas en la rotonda de La Tablada por las familias y que habló con Clarín fue la de Melina, vecina de Morena y conocida del entorno de Brenda. “Morena vino a mi casa por cumpleaños y salimos a bailar muchas veces. Era una buena chica, que tal vez se equivocó, pero no se merecía lo que le pasó”, dice. Y agrega: «Por otro lado, Brenda era la prima de ella. Una vez sola tuve diálogo con ella y me pareció una chica muy dulce y buena. Su manera de hablar era muy apropiada. No creo que sea real todo lo que dijeron de ella.” Marcha en La Tablada para pedir justicia por Brenda, Morena y Lara. Foto Fernando de la Orden Las chicas fueron halladas sin vida el pasado miércoles en un pozo ciego de una casa en Florencio Varela. Las habían buscado durante días. La investigación, por ahora, tiene nueve detenidos y apunta a vínculos con el narcotráfico. En el centro de las sospechas aparece “Pequeño J”, un joven peruano de 20 años señalado como el autor intelectual, aunque las familias dudan de que sea el verdadero cerebro de la trama. Lo que sí se instaló con rapidez fue la condena social: comentarios que responsabilizaban a las chicas por su destino, sin conocer sus historias ni el contexto que las rodeaba. En redes, se repitió una y otra vez la misma narrativa; la de las “malas mujeres”, la de que “se lo buscaron”. “Es más fácil echarle la culpa a las chicas que buscar a toda esta gente poderosa que hay detrás. Acá en el barrio la gente es muy pobre y es verdad que falta educación. Muchas personas hicieron lo que pudieron con sus vidas y también mucha gente terminó mal por los mismos motivos”, agrega Melina. Ella estuvo en cada corte, en cada sentada. Y lo que vio la marcó: «Me sorprendió la cantidad de mujeres que me decían: ‘yo también estuve en esa, yo también lo tuve que hacer en algún momento’», cuenta. Asimismo, Melina reivindica el rol de las familias en la búsqueda de justicia: «Se manejó muy mal la investigación, y si no cortamos las calles como hicimos todos estos días, la Justicia no nos iba a dar bola». La falta de oportunidades, la exclusión sistemática, la violencia familiar, el silencio del estado. Todo eso, y más. Nunca la elección libre y consciente que muchos suponen detrás de cada caso. Marcha en la rotonda de La Tablada por Brenda, Morena y Lara. Foto Martín Bonetto «Nadie sabe las caras ni los reales nombres de los asesinos. Y de las chicas lo único que hacen es juzgarlas», afirma la vecina de Morena. El domingo pasado, en la rotonda de La Tablada, decenas de vecinos se reunieron en silencio. Hubo velas, fotos, carteles con un mismo reclamo: “Justicia por Brenda, Morena y Lara”. Entre los presentes estaban algunas amigas de las primas. Prefirieron no dar su nombre por razones de seguridad, pero aceptaron hablar con Clarín. “Hay mucho odio. Todos hablan de las mamás de las tres chicas pero nadie habla de las madres de los asesinos. ¿Qué les inculcaron para que no respeten la vida?”, cuestionaron. “Lo que hayan hecho de su vida no justifica lo que les pasó”. Desde el dolor y la bronca, Melina lanza un mensaje directo a quienes juzgan detrás de una pantalla: «No tienen corazón. No puede ser que no piensen en que mataron y torturaron a tres mujeres y solamente digan que lo merecen por su condición. Somos pobres, somos villeros, pero no elegimos esta vida», dice con indignación. Y asegura: «Ojalá las chicas hubiesen tenido una buena vida así no tenían que hacer lo que hacían, pero no fue su realidad. Y si alguna vez les pasa a ellos algo así, personas como nosotros, aseguro que estaríamos apoyando, no criticando». La familia de Brenda y Morena organizaron una sentada el domingo pasado en la rotonda de La Tablada. La familia de Lara fue invitada pero no asistió. Aunque no conoció a las víctimas ni vive en la zona, Roxana Del Castillo decidió involucrarse activamente en la difusión del caso. Su motivación fue clara: el dolor que le generó ver cómo, en vez de buscar a las responsables del crimen, muchos se apresuraron a juzgar a las chicas por su estilo de vida. “Lo primero que dijeron fue a qué se dedicaban, y eso me pareció intolerable. Me generó bronca porque no se puede juzgar a la víctima. A mí no me importa a qué se dedicaban las pibas. Una chica de esa edad no busca prostituirse. Pero de ahí a culpabilizarla, a ponerla en un lugar horrible, me generó mucha bronca y tristeza”, expresó con convicción. El caso la conmovió profundamente, y también le reveló algo que para ella se repite con frecuencia. La forma en que se juzga a las víctimas y a sus madres, pero rara vez se pregunta por los padres. “Lo primero que se escucha es: ¿dónde estaba la madre? Y nadie se pregunta dónde estaba el padre”, remarcó. Cada vez que una joven es asesinada, hay quienes se apresuran a escarbar su pasado. Circulan capturas, frases fuera de contexto, se la analiza con lupa, como si eso explicara su muerte. Mientras tanto, el victimario muchas veces ni siquiera tiene nombre. En el barrio todavía resuenan los gritos de las madres. Porque no importa lo que hicieron en vida: lo que importa es que no merecían morir así.

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